Aunque he intentado resistirme por todos los medios, al final el catarro me ha vencido. Ayer hice verdaderos milagros para mantenerme en pie durante la clase de doctorado. Pero hoy no me siento con fuerzas de defender la antivisión y las estéticas de la resistencia. Así que no tenido otra salida que cancelarlo todo: las clases de doctorado, las de primero de bellas artes, y la conferencia sobre Robert Morris. Me fastidia por los alumnos, pero cuando no se puede, no se puede, y además es imposible. Ahora me voy a inyectar en vena dos tabletas de paracetamol y combatiré la fiebre en la cama.
Cuaderno de bitácora de Miguel Ángel Hernández. Reflexiones apresuradas sobre arte, literatura y cultura visual.