Perder el oremus
–¿No echas de menos el Presente continuo? –Te lo iba a preguntar yo. –Yo sí. Mucho. –Yo también. Más. –Ya estás. Igual que siempre. Yo más. Yo más. Yo más. –Es que soy un objeto a minúscula imposible de satisfacer. Necesito autoafirmarme. –Lacaniano estás hoy, ¿no? –Un poco, la verdad. Me ha entrado la nostalgia. –¿Nostalgia? –Sí, aquellos años, cuando me leí los escritos y los seminarios, cuando me creí sus cosas. –¿Ya no te las crees? –Menos. Lo de lo Real y todo el rollo, sí. Pero el resto, uff, puto loco. –Ya. Dímelo a mí. Aún estoy como Antígona, entre dos muertes. –Qué capullo eres. –Jajajaja. –Por cierto, lo del Presente, decía. ¿Lo echas de menos? –Pues sí, un poco sí, pero las cosas son así. Tienen que terminar. Además era un estrés. Todos los viernes. Un taco de palabras. Deja, deja. Todo tiene su tiempo. –Lo tiene, es verdad. –Oye, ya que lo dices: ¿el mundo está lleno de locos o soy yo, que miro ahora y veo esto hecho un solar? –Las dos cosas. –... –Cad...