Imaginación y realidad
Ayer estuve con mi sobrino de cuatro años jugando un rato con los muñecos que le habían regalado por su cumpleaños. Sobre la mesa estaban Bella, la Bestia, Cenicienta, el Príncipe, Rapunzel, el Rey León, Simba y un largo etcétera de personajes de cuentos y dibujos infantiles. Durante bastante tiempo imaginamos conversaciones entre los muñecos y estuvimos fantaseando con ellos. Reconozco que me fue un poco la mano pervirtiendo las historias y contando nuevos desenlaces. Convertí a la Bestia en rey de la jungla y al padre de Simba en el amante de Bella. El zapato que había perdido Cenicienta lo encontró Rapunzel y lo escondió entre su pelo. Bella tenía que llegar a casa antes de las doce o su príncipe se convertía en calabaza. El hada madrina, con su varita, era una luchadora de esgrima que tenía que vérselas con otro personaje, convertido en un vendedor de flores. Y los malvados estaban en su cueva en huelga de hambre reclamando un trato digno para los prisioneros. Al final, acabaron ...