Desaparecer
A veces nos entran ganas de huir del mundo. Quisiéramos perdernos para siempre, escapar o, incluso, desaparecer. Esta necesidad de huida es una de las consecuencias de la modernidad, que, al mismo tiempo que encadenaba a los sujetos a los sistemas de producción, tuvo que inventar métodos disuasorios para evitar que pensáramos en nuestra condición opresiva. Las vacaciones y el “tiempo libre” surgieron así como una válvula de escape para esa necesidad de desaparecer. Un pequeño paréntesis que, más que para recargar baterías, nació para descargar las ganas de huir del mundo. El arte moderno, desde un principio, mostró a las claras esa pulsión escapista (también presente en la magia; recordemos a Houdini), e ideó toda una geografía del abandono: el otro primitivo, el mundo de los sueños, el más allá, lo sagrado, las drogas, el placer, la locura... en definitiva, lugares más allá del irrespirable tiempo moderno. Estos días tenemos en Murcia la oportunidad de contemplar la obra de una de las...