[Publicado en La Opinión, 18/04/2015] No soy yo muy de leer poesía. Por alguna razón extraña, la tengo abandonada. A veces la leo muy rápido y siento que me pierdo demasiadas cosas. Es problema mío, lo sé. Y tengo que solventarlo, también lo sé. Aun así, de vez en cuando cae en mis manos algún poemario que se me mete dentro y ya no sé cómo sacármelo. Es lo que me ha pasado recientemente con El hundimiento , el libro con el que Manuel Vilas ha ganado el XVII Premio de Poesía Generación del 27. Llevo unas semanas atrapado en su interior y no puedo parar de releerlo, una y otra vez. Se ha quedado a vivir en la mesita de noche y vuelvo a él de vez en cuando como si fuera una especie de droga perversa. Supongo que será que estoy melancólico estas semanas, sensible, con las emociones a flor de piel. Será eso y será sobre todo que se trata de un libro sobrecogedor, terrible, brutal, absolutamente necesario. Cada poema es una bofetada. Algunos vibran directamente en las entrañas y ...