[Publicado en La Opinión, 28/03/15] Hay libros que sientes que están escritos para ti, que te hablan y te aluden directamente, como si el escritor te hubiera tenido en la cabeza en todo momento como lector ideal. Evidentemente, se trata de una ilusión. Pero no deja de ser sorprendente, porque a veces se establece una intimidad y cercanía con lo leído que va un paso más allá de la habitual comunicación narrador-lector. Algo así es lo que me ocurre con los libros de joven norteamericano Ben Lerner. Su primera novela, Saliendo de la estación de Atocha , la disfruté con una intimidad inusitada. Y, ahora, con 10.04, que acaba de publicar Reservoir Books, esa cercanía no sólo se ha vuelto a producir, sino que se ha hecho aún mayor. Hay algo en su escritura que me cautiva. Tiene mucho que ver, desde luego, con su capacidad de análisis de la realidad, su racionalización de la experiencia, su examen minucioso de las emociones y su desapego irónico respecto al mundo intelectual en el
Cuaderno de bitácora de Miguel Ángel Hernández. Reflexiones apresuradas sobre arte, literatura y cultura visual.