En el instante del peligro
[Publicado en La Opinión, 21/03/15]
La semana
pasada hablábamos aquí de la editorial Candaya y de lo difícil y heroico que es
montar una editorial en los tiempos que corren. Otra de esas iniciativas locas
es Micromegas, el pequeño sello creado en Murcia por Javier Castro y Marisol
Salanova, que, centrado en el ensayo sobre arte, ha logrado, también en muy
poco tiempo, una gran visibilidad en el contexto español.
El último
título de su colección, el sexto, es En
el instante del peligro: postales y souvenirs del viaje hiper-estético
contemporáneo, un texto de Fernando
Castro Flórez que vuelve sobre las obsesiones de este profesor y crítico de
arte, autor ya de una extensa obra en la que destacan libros como El texto íntimo: Kafka, Rilke, Pessoa o
más recientemente Mierda y catástrofe.
Con una escritura fragmentaria y plagada de citas –uno puede leer sus textos
por arriba y por debajo–, Fernando Castro se interesa una vez más por las
mutaciones de la cultura contemporánea y por las contradicciones de la
modernidad avanzada. Y de nuevo, para analizar esos problemas, despliega una arquitectura
teórica desbordante. Un corpus que emerge del cruce de la Filosofía, la
Sociología, la Antropología, la Estética, el Psicoanálisis y la Historia del
Arte y que realmente podríamos ponerlo en el ámbito de lo que en el contexto
anglosajón se han llamado “estudios culturales”. Porque eso es en última
instancia lo que presenta Castro en sus libros –y que de nuevo vemos
aquí–: un estudio de la cultura contemporánea,
donde la imagen y el arte tienen un protagonismo especial, pero se encuentran
rodeadas de otras manifestaciones fundamentales.
El diagnóstico
que presenta Fernando Castro, y que coincide con algunos desarrollos de la
teoría posmoderna (Baudrillard o Virilio), pasa por la idea de que la
gran catástrofe está a punto de suceder. La sociedad va rumbo a peor y sólo
hace poner la tele o mirar a nuestro alrededor para ser conscientes de eso. El
lodazal del reality show, las formas del capitalismo avanzado contemporáneo, la
industria del entretenimiento… han producido una banalización sin precedentes
de la cultura y una extensión de la tontería que ha impregnado prácticamente
todos los rincones de nuestra sociedad. Partiendo de ahí, Castro examina
algunas de las connivencias de cierto arte contemporáneo con la industria
cultural y con el turismo integrado –especialmente en una crítica mordaz al bienalismo
y a ese arte aparentemente comprometido que en el fondo cae en el falso
sociologismo y la pataleta mainstream–.
Pero su texto no es sólo una denuncia de esas connivencias del arte con el
sistema, también es una exploración de algunas estrategias certeras de
resistencia, de la obra de algunos artistas, de algunos pensadores, que sí nos
hacen ver lo que sucede a nuestro alrededor. Frente a los agoreros del “todo
tiempo pasado fue mejor”, Castro propone que aún es posible el pensamiento y el
arte, que aún hay espacio para la esperanza. Pero ese espacio sólo se abre si
uno es consciente de que estamos “en el instante del peligro”. Esta fórmula,
que proviene de la tesis VI de la filosofía de la historia de Walter Benjamin, recorre prácticamente todo
el libro: debemos estar alerta; el pensador, el artista, el escritor… debe
tener los ojos bien abiertos, jugárselo todo, como si estuviera ante un
instante de peligro, como si le fuera la vida en ello. Todo o nada.
La verdad es que si uno echa mano de la bibliografía, la cultura, en todas sus manifestaciones, lleva al borde de la catástrofe, con evidencias claras, desde los tiempos de la primera Revolución Industrial europea, a partir del siglo XVIII. Parece que la cultura ha aprendido a convivir con la constante amenaza que se cierne sobre ella y va campeando el temporal como puede, tambaleándose pero sin derrumbarse. Su estado de “enfermo crítico” ya lo señalaba U. Eco en su libro, “Apocalípticos e Integrados”, allá por 1968 y el historiador británico J. H. Plumb en “Crisis en las Humanidades” de 1973. Sí que me atrevo a señalar que el nivel cultural, el de ahora, en nuestro país deja mucho que desear, empezando por nuestra clase política, en especial los que nos gobiernan. Interesante blog así como el autor que nos reseñas, Fernando Castro Flórez. Un saludo Miguel Ángel.
ResponderEliminarHola Miguel Angel, m ha recomendado un amigo tu blog y que razón tenía en que m podía interesar y añado yo llenar, enriquecer, descubrir... Muchas gracias. Francisco. Un saludo.
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