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Mostrando entradas de octubre, 2017

Ayer

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Mientras todo se desmorona, unos cuantos raros nos reunimos estos días en el CENDEAC en torno a la literatura de un grande. Como el propio Enrique Vila-Matas escribe hoy , "después de todo, hay una gran literatura que está pensada, no para leerla con una lámpara cayendo sobre la cama, sino con el resplandor mismo de la pólvora." La literatura como intento de poner cordura en medio del gran disparate. Ayer, por cierto, fue un día mágico, a pesar de mis titubeos ante la responsabilidad de hablar sobre Vila-Matas ante Vila-Matas y, también, de dar una conferencia junto a Fernando Castro, que llevaba 72 páginas escritas y 215 diapositivas en su power point. Excesivo y maravilloso, como todo lo que ocurrió ayer. Antes, durante y después. A veces el tiempo se frena. Y todo parece tener sentido.

No-Time

No tener tiempo ni siquiera para poder escribir que no tienes tiempo. Sacar unos segundos. Abrir la página de este blog y dejar constancia de eso. De la locura de estos días, de estas semanas, de estos meses, de esta vida. Escribirlo, sin tiempo, para ser consciente de ello. Prometerse buscarlo. El tiempo. Hacerle sitio. Darle espacio. Darle tiempo. Saber que fracasarás por mucho que lo intentes. Pero aun así hacer la promesa. Cambiar de tiempo. Buscar el tiempo. El tiempo perdido. El tiempo robado. El tiempo de vida que ya nadie devolverá. Decir no. Regresar a Bartleby. Ganar tiempo. Decirlo frente al espejo. Prefería que no. Preferiría que no. Preferiría que no. Repetirlo tres veces. Diez. Cien. Mil. Infinitas. Hasta poder pronunciarlo frente a los otros. Hasta que el propio cuerpo lo diga. El cuerpo entero, gritando: Preferiría que no. En voz baja, pero atronador, contundente, denso, como una muralla inexpugnable. Preferiría que no. Prefería que no. Preferiría que no. Y, al sépt...

Múltiple

Y ahora vuelvo a escribir yo. Vivo sin lograr encontrar el tono, la voz, ni el punto de vista. Regresas a la segunda persona y, por un momento, parece que funciona. Pero enseguida deja de hacerlo. Entonces vuelvo a utilizar el yo porque creo que está más cerca de las cosas. Y las cosas te repelen. Y llevan a tú. Es un espejo extraño, que me refleja y me refracta, que me expulsa y sin embargo me atrae. Pierdes tu lugar. Estás fuera de ti. Por eso no logras habitar el yo. Por eso no puedo acercarme a mí. Y, sin embargo, tampoco logro irme del todo, convertirme en la voz incorpórea del tú. Supongo que es la esquizofrenia, el sentirme cada vez más escindido, más partido entre el lugar en el que estoy y el lugar desde el que pienso. Y esto te lleva a perder la voz, a confundirla, a vivir desorientado, fuera-dentro de ti, fuera-dentro de mí.  Así que decides que este diario en voz no tendrá una sola persona, sino que serás múltiple. Seré yo, serás tú y será él. Él o ella, o incluso el...

Palma

No cesas de recordar los días mágicos en Palma. Has vuelto de allí transformado. Algo en esa isla te ha conmovido. Apenas han sido tres días y, sin embargo, lo echas todo de menos. Las conversaciones, los descubrimientos, las noches largas, las caminatas de madrugada y las confesiones en la oscuridad. Necesitabas esos momentos de desconexión. Anhelabas literalmente "aislarte", ser isla por unos instantes. Y al regresar a la península algo de eso ha vuelto contigo. El aire compartido, la felicidad respirada. Como la que sigue reverberando, la que aún no se ha ido del todo, la que a veces reclama su presencia, la que late incluso cuando dejas de pensar en ella, la que, también como la tristeza, emerge cuando uno menos lo espera.

Segunda persona

Regresas a la segunda persona. No sabes por qué, pero te encuentras más cómo escribiendo de ti como si fueras otro, como si hablases a un espejo. Piensas en lo que te sucede y te desdoblas. Alguien te habla desde fuera. Un tú extraño, parecido a ti, pero que nunca coincide del todo contigo. Un tú que te posee y te hace decir cosas que, por alguna razón, no puedes decir cuando hablas en primera persona. Un personaje, quizá. No lo tienes muy claro, pero el caso es que ahora vuelves al tú, regresas al espejo y te desdoblas. Es posible que lo necesites, que el yo desde el que intentabas hablar te haya cerrado el acceso. O quizá simplemente sea comodidad. La comodidad de escribir desde el otro, escribir como una conversación. No importa. De verdad. No importa. Lo único que sabes que es ahora el tú regresa a este no (ha) lugar. Y también comienza a hablar en voz baja.
Semana de locura en la que no he podido sentarme un segundo a escribir. Lo hago ahora, sin mucho tiempo, desde Palma de Mallorca, casi recién aterrizado y unos minutos antes de comenzar la sesión de trabajo en Es Baluard, donde realizo un proyecto con el colectivo 1er Escalón. Un proyecto en marcha al que aún tenemos que dar forma definitiva. La semana ha sido intensa. El noventa por ciento de mi tiempo lo he pasado con Mieke. En el seminario y también en los ratos libre. He vuelto a aprender con ella y hemos iniciado un nuevo proyecto para el futuro, una exposición de sus trabajos para el próximo año. Ha sido todo muy gratificante, pero el estrés de estar en el seminario, en clase, hacer de organizador, poner el agua, la videoconferencia, responder a las preguntas de internet, intentar sacarlo todo adelante... casi acaba conmigo. Demasiadas cosas al mismo tiempo. El martes incluso durante un momento me desorienté y no sabía hacía dónde tenía que ir, como si por un instante el tiempo...
Ayer llegó Mieke Bal a Murcia para su seminario de esta semana en el CENDEAC. Encontrarme con ella es siempre un placer.  Es la generosidad hecha persona. Y también el esfuerzo y la pasión por el trabajo. Ya jubilada, no cesa de leer un segundo, de idear proyectos, de moverse constantemente de un lado a otro. Es un modelo a seguir. Creo que si a alguien me gustaría parecerme es a ella. Comienzo a leer Todo cuanto amé , la novela de Siri Hustvedt. Este verano leí El verano sin hombres y reconozco que no llegó a entusiasmarme. Pero esta novela sobre el arte me tiene cautivado. Hustvedt tiene una sensibilidad especial a la hora de describir las obras del artista  que aparece en la novela, pero sobre todo a la hora de describir las emociones. Entre lo analítico y lo sensible. El punto preciso. Ese que, de nuevo, me gustaría poder mantener a mí cuando escribo. Escribo un tuit y un estado de Facebook sobre lo que ocurre en Cataluña. "El gobierno ha perdido la guerra de las imáge...