Palma

No cesas de recordar los días mágicos en Palma. Has vuelto de allí transformado. Algo en esa isla te ha conmovido. Apenas han sido tres días y, sin embargo, lo echas todo de menos. Las conversaciones, los descubrimientos, las noches largas, las caminatas de madrugada y las confesiones en la oscuridad.

Necesitabas esos momentos de desconexión. Anhelabas literalmente "aislarte", ser isla por unos instantes. Y al regresar a la península algo de eso ha vuelto contigo. El aire compartido, la felicidad respirada. Como la que sigue reverberando, la que aún no se ha ido del todo, la que a veces reclama su presencia, la que late incluso cuando dejas de pensar en ella, la que, también como la tristeza, emerge cuando uno menos lo espera.


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