Entradas

Textos que se atragantan

Hay textos que se atragantan. Estos días estoy con uno que llevo en la garganta ya varios años. De hecho, es la segunda vez que me planteo desistir. Me ha servido como conferencia ya en dos ocasiones, pero no logro darle un formato académico. Es un texto sobre cómo en ciertas novelas de la crisis algunos personajes emplean el arte (o la creatividad) como resistencia a la creatividad. Lo esbocé en 2017 para un encuentro sobre literatura y precariedad. Di la conferencia. Gustó. Pero luego me retiré en última instancia del libro en el que tenía que aparecer ( Narrativas precarias , coordinado por Christian Claesson). Fue una pena, porque ya estaba casi, pero no tenía el tiempo para hacerlo.  El año pasado, en el encuentro Ficciones sobre arte , volví a rescatar el texto para la conferencia. Lo tenía ya esbozado. Incluí alguna referencia más y me prometí convertirlo, ahora sí, en un artículo académico. Pero el tiempo ha pasado y, de nuevo, se ha atragantado. Llega el deadline y yo solo...

Arena en los ojos

Imagen
Ayer viajé a Valencia para participar en una conversación con el historiador del arte Luis Vives-Ferrándiz. "En los aledaños de la imagen", se titulaba el evento. Y formaba parte de los Coloquios de Cultura Visual Contemporánea que organiza cada año la Fundación Mainel. Hablamos de imágenes que importan, de inteligencia artificial, de saturación visual, de arte político, de fotografía de guerra... de todo un poco. Aquí dejo el link al vídeo, por si alguien lo quiere ver:  En los aledaños de la imagen .  Creo que salió bien la cosa y que el público la disfrutó. Pero no es exactamente esto lo que quería contar aquí, sino algo que, aunque tenga que ver con la imagen, tiene mucho más que ver con la realidad.  Era la primera que viajaba a Valencia desde la tragedia de la DANA. Y ayer, precisamente, se cumplía un mes de la catástrofe. Durante todo el viaje en coche, tenía el corazón encogido. Sabía lo que me iba a encontrar por el camino, en la autovía de entrada a la ciudad. C...

El piano del vecino

Mi vecino se ha comprado un piano. Lo toca a todas horas. También a la hora de la siesta. Lo toca bien, pero de modo insistente. Su piso es el segundo; el mío, el cuarto. Pero por alguna extraña razón parece que está tocando en mi dormitorio. Lo que me más me inquieta de todo es el repertorio. Se lo digo a mi mujer: ¡no comprendo el repertorio! ¡Eso no es repertorio clásico! A veces, de rebote, se puede escuchar algo de Bach, pero por lo general hay mucho Queen. Más de la cuenta. Lleva ya dos semanas con Bohemian Rhapsody en bucle. A veces me arranco a cantar a voz en grito, a ver si algo le llega y se da por aludido. El otro día casi saco el micrófono.  Mama, ooh, didm't mean to make you cry... No me entendáis mal, no soy el grinch, también tengo en casa un Clavinova. Y me pongo los putos auriculares cuando toco, sobre todo si es a deshoras. No sé si lo suyo es un piano digital o de los de toda la vida, aunque intuyo que es digital, porque a veces se oye más flojo que otras. Enton...

Morir en un sueño

Esta noche he soñado que moría. No es la primera que me sucede, pero siempre que sueño algo así me despierto justo en el momento de la muerte. Morir en un sueño es una forma de despertar. Es como si lo que muriese fuese en realidad el mismo sueño, la historia extraña en la que uno ha vivido. Esta noche, sin embargo, me he muerto y he permanecido en el sueño. Todo se quedaba en negro. Una oscuridad y un silencio infinitos, como una especie de limbo del que no sabía cómo salir. No recuerdo qué ha sucedido después, pero me he despertado con una angustia terrible. Y aún llevo dentro algo de esa oscuridad. Ahora, cuando escribo esto, justo después de desayunar —Benjamin decía que los sueños continúan hasta el desayuno—, puedo sentirla todavía. Se ha quedado conmigo. Espero que se vaya disipando conforme avanza el día. 

Ánimo de blog

 Ha pasado tanto tiempo que ya ni recordaba cómo había que entrar aquí. Casi un año de ausencia. Y eso que me había prometido regresar. Pero pasa lo de siempre: el tiempo. El tiempo que falta. El que hace que las promesas nunca logren cumplirse. Pero ahora, mientras comienzo a escribir este post y los dedos se mueven sobre el teclado sin dudar un solo segundo, me reafirmo: tengo que volver aquí. We have to go back, Kate!, que decía mi querido Jack de Perdidos. We have to go back, sin duda alguna. A este espacio donde no hay que medir caracteres, donde no hay presión porque no te lee ni el tato, donde la escritura puede fluir de un modo que casi emula al pensamiento. Escribir como se piensa. Pensar mientras se escribe. Ya lo echaba de menos. Y, sin embargo, he tardado casi un año. Un año en el que han pasado tantas cosas que hacer recuento se me hace muy largo. Cosas de todos los colores. Dos libros nuevos, una acreditación, varias caídas, kilos de más, noches de más... todo de más ...

Mis libros favoritos de 2023

Imagen
Llegan estas fechas y es momento de hacer balance. Todos los medios sacan listas de lo mejor del año: las mejores películas, series y, por supuesto, los mejores libros. Unas listas que se hacen siempre en función de los gustos personales y sobre todo a partir de lo que uno ha leído. Así que siempre hay muchas más ausencias que presencias.    Los años en los que tengo libro, me cuesta hacer balance. Sobre todo porque tendría que empezar siempre por el mío. ¿Lo mejor de 2023?  Anoxia , sin duda.  Si no lo creyera así, no lo habría publicado.  Pero fuera de bromas, este año he disfrutado muchísimo leyendo. Ha sido un gran año en lo literario. Y, claro, no he podido evitar confeccionar esta lista (absolutamente subjetiva y contingente) con los mejores libros de 2023. La hice para mi sección de libros del Quédate Conmigo de La 7, el programa presentado por María Pina. Y aquí os la dejo por si a alguien le sirve. Y para quien se quiera saltar el vídeo, también la...

La promesa

Madre mía, casi un año aquí de vacío. Otra vez igual. Dejé el blog con la entrevista de Página 2 y ya no he vuelto por aquí. No tengo remedio. Pero, una vez más, regresa la promesa de seguir. Quizá escribo esto porque acabo de leer El tiempo de la promesa , de Marina Garcés. Un librito lúcido sobre la importancia de la palabra que transforma el tiempo, la necesidad de las promesas y también de conferir sentido a la palabra dada. Aquí estoy faltando constantemente a esa palabra. Faltando porque no la cumplo (prometo seguir y luego nunca lo hago). Y faltando porque no consigo traer la palabra a este espacio. Hoy, una vez más, me voy a comprometer a regresar a este no(ha)lugar con más asiduidad. Y lo voy a hacer antes de que acabe el año. No quiero que este sitio sea un espacio zombi más de los que quedan por la red. Ruinas 2.0. Así que trataré de mantenerlo. De la manera que sea. Esta es la promesa. Justo el día antes de Nochebuena. La palabra del tiempo por venir.