Hoy he estado esperando todo el día una llamada que sabía que no iba a tener lugar. Es el primer día de San Miguel que mi madre no me puede felicitar. He tenido el ánimo dividido. Dividido entre el presente fugaz y el deseo de lo imposible. He intentado recordar su tono de voz al otro lado del teléfono. Y me he dado cuenta de que he comenzado a olvidar. Me he dado cuenta de que los sentidos han sido sustituidos por las sensaciones. O, incluso, por las evocaciones. Y ahora que intento escribirlo, me doy cuenta de que, en estos días, el lenguaje se me vuelve cuesta arriba y me siento torpe con la escritura. Me doy cuenta de que, en días como hoy, me conformo con acabar esta frase.
Cuaderno de bitácora de Miguel Ángel Hernández. Reflexiones apresuradas sobre arte, literatura y cultura visual.