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Mostrando entradas de junio, 2008

Muerte y vida

Hoy es día de fútbol. Una final histórica. Pero desafortunadamente hoy también es (como todos los días) día de muerte. El cáncer ha podido con mi prima Maruja, y tras dos años de espera esta noche no ha podido resistir más. Mis primos son casi como mis hermanos. Hemos vivido toda la vida juntos. Por eso para mí es una muerte cercana. Así que llevo prácticamente todo el día en el tanatorio, en el mismo lugar en el que estuvo mi madre. Son momentos tristes, es cierto. Pero también son momentos de reencuentros. Reencuentros con el pasado, con la infancia, con el hogar, con las raíces. En el velatorio se da cita la comunidad de los vivos. Hace muy poco veía cómo otros me daban su apoyo, mostraban su vida ante mí, ofrecían su "estar vivos" como signo de anclaje con el mundo. Hoy me ha tocado a mí mostrar la ofrenda de lo humano y hacerme el vivo. Y por extraño que parezca, lo cierto es que en estos momentos, aunque digamos el manido "no somos nada", tomamos consciencia d

Más Roma

Regreso de Roma sin maleta. Tras una hora y media de retraso, y después de correr los 1500 metros en la T4, yo pude coger el vuelo hacia Alicante, pero mi maleta no fue tan rápida. Allí se han quedado los libros que compré y el Calendario Romano (con fotos de curas macizos) que le traje a womahn. Espero que la encuentren. De momento, no saben dónde está (la maleta, digo, no womahn, que me esperaba pacientemente). La experiencia romana estuvo bien. En la tarde libre pude ver más cosas de las que me había imaginado. Lo más impresionante fueron las pinturas de Caravaggio en San Luis de los franceses y en Santa María del Popolo. Además, sin apenas nadie. Tampoco había nadie en San Ignacio viendo los frescos del padre Pozzo, ni en Santa María Sopra Minerva, donde estaba el Resucitado de Miguel Ángel, ni sorprendentemente en Santa María de la Victoria, donde está la increíble Santa Teresa de Bernini. Todo lo contrario que el Panteón, el Coliseo... y todos los grandes monumentos, abarrotados

Roma

Salgo hacia Roma a un Encuentro Internacional de Comisarios de arte. La verdad es que no tengo ni idea de lo que voy a hacer allí. No sé lo que esperan de mí. He preguntado qué es lo que tengo que hacer, y simplemente me han dicho que escuchar y opinar. Unos comisarios italianos nos mostrarán (a cinco comisarios extranjeros) la obra de treinta jóvenes artistas italianos para que demos nuestra visión del asunto. Esto a mí me suena extraño. Que te paguen por escuchar resulta demasiado fácil. Así que por si acaso llevo en el ordenador varias conferencias en inglés y algunas presentaciones. Uno no sabe nunca con lo que se puede encontrar, y siempre viene bien tener algo preparado. Lo único malo es que me pierdo la semifinal de mañana, y  probablemente la del jueves. Veremos a ver cómo me escapo sin decírselo a nadie, mucho menos a un italiano, con lo jodidos que deben estar. Y todo eso en Roma, ciudad en la que aún no he estado y que apenas tengo tres horas libres para poder ver algo. En f

San Juan

Mientras acabo de escribir la reseña sobre la obra de Joan Copjec (que se me ha atragantado) observo desde mi ventana la gran hoguera con la que algunos jóvenes del pueblo celebran la noche de San Juan. Me vienen a la mente un sinfín de recuerdos. San Juan siempre me pilla igual de atareado. En mi juventud, siempre coincidía con los exámenes. Y ahora la cosa no cambia demasiado.  Pero hay cosas que sí que han cambiado. San Juan era el día en el que toda la familia se reunía. Mi padre se llamaba Juan (igual que mi hermano y mis sobrinos), así que el 24 era uno de los días señalados del calendario. Desde que mi padre murió, mi madre lloraba cada vez que llegaba este día. Este año será el primero en que ella no pueda llorar. Supongo que las lágrimas son ahora cosa nuestra. 

España(s)

Vence por fin la selección española de fútbol. Es una pena (por el bien del fútbol) que en semifinales no nos encontremos con Holanda, con diferencia el mejor equipo de la Eurocopa , a pesar del bajón frente a Rusia, que le salió el partido de su vida y ahora parece poco menos que el Brasil de Pelé. De todos modos, igual incluso nos ganan. Esto del fútbol muchas veces es suerte, aunque por lo general a España nunca le tocaba. Nunca, menos anoche. Anoche la suerte también cayó de nuestra parte. Y quitársela a los italianos, que han vivido toda su historia de la suerte, no es moco de pavo. En cualquier caso, lo que me sigue llamando la atención de estos días (y lo ayer fue de clamar al cielo) es la puesta en suspenso de la corrección política y la hipertrofia de los valores nacionalistas por encima de cualquier ideología política. Muchas veces se nos ponen los pelos de punta cuando aparecen las banderas españolas en los mítines del PP y los tachamos de nacionalistas españoles y fascistas

Lejos

Me vuelvo a sentar frente al ordenador tras unos días de intensa actividad social. Clases, reuniones, cenas... vida pública. Cada vez me cuesta más trabajo ocultar mi incomodidad. Lo hago porque no tengo más remedio. Pero me doy cuenta de que durante todo ese tiempo de "exposición" sólo añoro una cosa: la soledad. Desconectarme del mundo. Estar solo. Solo para escribir, para leer, para pensar. La soledad me alivia. El silencio me produce placer. Si estos días no os cojo el teléfono, no es nada personal. Estoy desconectado del mundo. Si me encontráis por la calle y veis que, aunque os salude y hable con vosotros, tengo la mirada perdida, no os preocupéis. Estoy lejos, muy lejos, en un lugar de mi mente cuyo nombre aún no conozco. Algún día volveré, pero nadie se dará cuenta.

Exceso de equipaje

Me escapo un momento a Madrid a una reunión y vuelvo a caer en la tentación de los libros. Después del mes de compras compulsivas, creía que podía pasarme por la librería con desinterés kantiano. Pero enseguida se me vienen encima los sudores de la muerte y comienzo a cargar como un poseso. Al llegar a casa observo que los libros de la anterior compra siguen en la mesa amontonados. No me ha dado tiempo ni siquiera a ponerlos en la estantería (o en el suelo, donde comienzan a estar). No sé hasta qué punto esto empieza a convertirse en patología. Miro a mi alrededor y me entra una ansiedad que casi no puedo controlar. Espero que se me pase, aunque creo que la ansiedad no es sólo por los libros. Comienzo a pensar que llevo demasiado equipaje para este viaje de la vida. Quizá sea bueno empezar a echar cosas fuera antes de caer al Atlántico. 

El (re)incidente

Observo por casualidad las estadísticas del blog y me quedo sorprendido del número de personas que han llegado aquí buscando "El incidente". Por lo que se ve, al menos hasta hoy, si uno pone en google el nombre de la dichosa película, este blog sale en la primera página del buscador. Supongo que más de uno se habrá llevado un chasco al entrar aquí y leer el post, que, más que un comentario razonado, es una simple opinión. Una opinión que se hace más fuerte por minutos: cosa mala con avaricia De todos modos, he podido pasar página con otro incidente, la fantástica remontada de Turquía ante la República Checa. A veces el fútbol cura nuestros males. O hace como que los cura. Pero como no sólo de goles vive el hombre, esta noche la pasaré acabando el ensayo para Exitbook sobre los dos libros de Joan Copjec traducidos al español. Todavía no sé cómo lograré acabarlo. Como siempre, voy con el agua al cuello. Espero que "el incidente" nunca se llegue a producir.

El incidente

Esta noche he visto la peor película de todos los tiempos, El incidente , dirigida por un señor cuyo nombre me resisto a buscar en google para escribirlo correctamente . Un señor que hizo una película aceptable ( El sexto sentido ), y que está viviendo de las rentas, haciendo bodrio tras bodrio. Yo creía que nada peor se podía hacer tras La joven del agua . Pero sí. Sí que se podía. En fin, el caso es que sabía a lo que me enfrentaba, pero aun así he decidido arriesgarme. Y, como no podía ser de otro modo, he sido víctima de un incidente, una hora y media de conversaciones idiotas de gente parada y de gente que se quedaba parada para suicidarse (al menos así evitaban las conversaciones idiotas). De todos modos, creo que la película consigue lo que no consiguen muchas otras, y es trasladar al espectador la necesidad de hacer aquello que está viendo en la pantalla: suicidarse. No descartaría casos de suicidios en masa tras el visionado de la película. Sin ir más lejos, yo he intentado co

Sublimes y rastreros

De nuevo un partido de fútbol hace que se me salten las lágrimas. El Holanda-Francia de esta noche ha sido una auténtica obra de arte. El juego de los pupilos de Van Basten no tiene nada que envidiar a la mejor época de la naranja mecánica. Los dos últimos goles de hoy, los taconazos, la precisión de los pases, la contundencia defensiva... todo hace de Holanda un equipo prácticamente perfecto. Quizá se desinfle y no llegue a ningún lado, aunque me temo que nos la encontraremos en semifinales. Y si es así, no sé hasta qué punto estaría yo con la selección española. Y es que por encima del orgullo patrio está el sentido común y el gusto por el buen fútbol.  Además, el estado de subnormalidad nacional que se puede llegar a producir si España gana la Eurocopa dejaría en mantillas a la huelga de los transportistas. Y no quiero pensar qué ocurriría con los de Cuatro, la cadena "roja", que está teniendo un comportamiento fascista y condenable en su actitud ante los demás países. El

Velos y casualidades

Leo en el blog de Fernando Castro que hoy también él ha pasado por La central (en este caso la del MNCARS). Lo que me sorprende es que hayamos comprado, entre otras mil cosas, el mismo libro: Velos, de Derrida y Cixous, un libro que, al menos en Barcelona, estaba más que escondido en una estantería. ¿Casualidades? Quizá "afinidades electivas".

Barcelona

Me encanta Barcelona. Un día de estos me vengo a vivir aquí. Eso sí, con menos ajetreo del que llevo estos días. Y es que son las doce y media de la noche y en apenas cuatro horas tengo que levantarme. El avión sale demasiado temprano. Llevo dos días seguidos de madrugón. Y, en lugar de acostarme, me da por escribir un post en el blog. No tengo remedio. Estoy cansado, pero ha merecido la pena el esfuerzo. La mesa redonda en la Fundació Suñol ha sido interesante. Creo que ha quedado bien. Y eso a pesar de las preguntas extemporáneas de una parte del público. A veces pienso que tras las conferencias deberían prohibirse las preguntas. Mi experiencia como organizador de eventos me dice que, más que ayudar, perturban. Y es que, más que preguntar, por lo general se hacen exposiciones de impresiones personales que sólo le interesan al que habla. Quizá sea antidemocrático. Pero uno va a una conferencia a escuchar y a aprender, no a contarle a los demás lo que le ha parecido. Una solución sería

Cumpleaños

Dicen que uno comienza a hacerse mayor cuando vive más de recuerdos que de ilusiones. Si esto fuera verdad, entonces jamás envejecería, pues las ilusiones y los proyectos para el futuro se suceden en mi cabeza a un ritmo frenético, a veces inasumible. Sin embargo, hoy, cuando hace 31 años que nací, los proyectos ceden su sitio a los recuerdos. El pasado reclama su presencia, y la cabeza se me llena de todo aquello que nunca volverá a suceder, como esa llamada de felicitación que ya no tendrá lugar. Si la melancolía es un síntoma de vejez, hoy me siento viejo. Supongo que enseguida se me pasará, pero ahora necesito un bastón para sobrellevar el peso del tiempo.

Fútbol Mana

Aparto un momento a Agamben para ver el Holanda-Italia del grupo de la muerte. Un partido de verdad, que hace que por momentos me reconcilie con el mundo. Sin duda, el fútbol tiene efectos chamánicos. Trabaja con eso que Marcel Mauss, en su trabajo sobre la construcción social de la magia, denominó el "mana", esa energía primordial que confiere sentido a la vida, la sustancia irreconocible e irrepresentable que enlaza las esferas de lo humano y lo trascendente. El fútbol de verdad, el bueno, logra enlazarnos con esa sustancia vital trascendente. O al menos produce esa ilusión.

Mesianismo

Llevo unos días enfrascado en la relectura de varios libros de Giorgio Agamben . El próximo miércoles tengo una mesa redonda en Barcelona ( Fundación Suñol ) en la que la obra del filósofo italiano constituye un pilar central. Aunque en un principio confieso que apenas me había interesado su pensamiento (salvo El hombre sin contenido , su primera obra importante), lo cierto es que esta relectura me ha hecho ver su obra desde otro prisma, y sobre todo me ha hecho pensar bastante en la posibilidad y la necesidad de una potencia de la potencia, de una inacción impolítica como resistencia al Estado soberano. En un momento como el presente, en el que estoy cansado de todo, pensar el "poder no no-ser" como una salida quizá sea demasiado atractivo para mí. Y ese puede ser el problema de la postura de Agamben, que su receta es la que todos esperamos oír : el advenimiento de un tiempo mejor. Un tiempo que, sin embargo, nunca podrá venir del todo, pero que, en su ir llegando, en su

Nota biográfica

Próximamente saldrá a la calle mi libro de microrrelatos Demasiado tarde para volver . Lo hará dentro de La Biblioteca del tranvía , una iniciativa de la editorial Tres Fronteras (antigua Editora Regional). Una de las curiosidades es que me han pedido que la nota biográfica de la contraportada no sea la tradicional, sino que tenga una cierta creatividad y que diga algo de mi personalidad, para que el lector sepa con quién está tratando. Como el libro no es demasiado alegre que digamos, la nota que les he mandado tampoco es para saltar de alegría. Vamos, que no entran ganas de conocerme, aunque después de escribirla creo que se ajusta bastante bien a la realidad. Aquí os la dejo para que tengáis claro a quién estáis leyendo. Soy un escritor frustrado, triste y melancólico. Mientras llega el momento de mi muerte, que esperaré tocando al piano piezas de Satie, me entretengo como profesor de Historia del Arte, gestor cultural, crítico literario y eterno aspirante a tirador de esgrima. He

Tecnostalgia

El próximo sábado hará ya tres meses que mi madre murió. Como ya no hay nadie en casa, he tenido que dar de baja el número de teléfono. Sin embargo, no soy capaz de borrarlo de la memoria de mi móvil. Sé que nadie me va a llamar desde ahí, que no tiene sentido mantenerlo, pero por alguna razón me resisto a eliminarlo, como si en ese número subsistiese algo más que un simple número, como si al menos así me quedase a la posibilidad de volver a marcarlo alguna vez, arriesgándome a que la operadora me dijera acto seguido que el número marcado no existe (pero sabiendo en el fondo que se equivoca, que existirá mientras yo tenga un móvil). De modo instintivo, mi dedo todavía se sigue yendo al número seis de la marcación instantánea. Al principio, pulsaba ese número automáticamente, y luego me daba cuenta de lo que había hecho. En estos días estoy aprendiendo a contenerme. Y también estoy aprendiendo que, por muy artificial que nos parezca, no podemos diferenciar ya entre emoción y tecnología.

Día completo

Día completo. Comienzo la semana con una clase sobre Marcel Duchamp. No he estado especialmente inspirado, pero he acabado con unos comentarios sobre el juego y la necesidad de imponerse normas arbitrarias para seguir viviendo que desarrollaré cuando tenga tiempo. Junto a Malevich, Duchamp es el artista que más me cautiva. Una pena que hayamos llegado sólo al final y no tengamos más tiempo para demorarnos en él. Luego, he asistido con alegría a la tesis de Ángel , que ha entrado por la puerta grande en el pabellón de los doctores. Elogios aparte (merecidos todos), lo mejor ha sido sin duda uno de los miembros del tribunal que ha hecho el papel de Risto con una gracia soberana. Y hablando de Risto, por la tarde, después de una conferencia sobre Louise Bourgeois en el Cendeac, he asistido, sin solución de continuidad a la "charla" que pronunciaban, entre otros, Risto Mejide y Joaquín Reyes. Estaba la sala a reventar. Nunca la he visto tan llena, ni siquiera con Peter Greenaway.

Meme...

Con esto de haber estado alejado del blog, se me acumulan los memes. Hoy toca el de seis cosas que no me importan y seis cosas que me gustan. Cosas que no me importan: - fingir que hay cosas que no me importan - no estar inspirado esta mañana - escribir la tercera línea de este meme - no seguir las reglas de los memes - escribir cinco cosas en lugar de seis Cosas que me gustan: - levantarme por la mañana y comprobar que aún no ha llegado el Apocalipsis - llegar al trabajo y comprobar que la gente me sigue dirigiendo la palabra - llegar a casa y comprobar que womahn todavía no me odia - sentarme en el sofá y comprobar que sigue existiendo aunque yo no lo use demasiado - encender el ordenador y comprobar que sigo sin entender cómo coño funciona esa cosa tan imprescindible - llegar a la última línea del meme y comprobar que tenéis el valor de seguir leyendo pd. tampoco me importa no enviar el meme a seis personas ni decir de dónde viene.