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Mostrando entradas de noviembre, 2021

Finalizando cosas

 Voy utilizando este blog últimamente como lo comencé a hacer en su origen, como una especie de cuaderno de cosas, un no(ha)lugar que recoge todo aquello que no cabe en otro lado. Cuento cosas, pero no todas, no con la obligación de un diario, al menos de los diarios públicos que he escrito y que se publicaban semanalmente. Por ejemplo, no he escrito aquí que he logrado poner fin a un borrador de la nueva novela. Subí la foto a Instagram, las poco más de 60.000 palabras, pero aquí no escribí nada.  Aunque mientras escribes una novela tienes momentos de todo (una montaña rusa de emociones), lo cierto es que estoy contento. Si no con el resultado (eso aún no tengo la distancia para juzgarlo), sí al menos con el hecho de haber conseguido terminarla. No las tenía todas conmigo, la verdad. He dudado mucho y he estado tentado a abandonar en más de una ocasión. Como he dicho ya más de una vez, esta novela me ha resultado especialmente difícil porque tenía que salir de la anterior. Pero tambié

Membrana: la novela como exposición

Viene bajo la forma de una novela –al menos, gana un premio de novela y se publica en una colección de narrativa–, pero lo que ha escrito Jorge Carrión es un libro inclasificable –tal vez novela sea, en efecto, el marco más amplio para entenderlo–. Un ensayo-ficción sobre el futuro que vendrá, pero también sobre el futuro que ya está aquí. El tiempo por venir, pero también el que ya ha venido, incluso el que vino hace algún tiempo. Es un libro de historia prospectiva. De historia fáctica, pero también de historia ficción. Es un catálogo de arte. De arte real, pero también de arte imaginado. Un libro de museología-ficción. Un discurso curatorial. El escritor como comisario. El escritor como museólogo. Es la imaginación en estado puro. Es un libro inteligente. Un libro red que en sí mismo cuestiona el libro y, a la vez, lo legitima como forma de transmisión. Un libro múltiple e inagotable.  Desde ya, ocupa un lugar fundamental en mi estantería de "novela/arte", el espacio en el

Tomar aire

 Me queda un capítulo para llegar al fin del segundo borrador de la novela (en realidad no es el segundo, es el cuarto, pero lo llamo segundo porque las otras dos versiones apenas fueron esbozos). Vengo sacando tiempo de donde no lo hay para escribir. Momentos robados, madrugones, tardes largas. Voy imprimiendo todo lo que escribo. Acaba un capítulo y lo imprimo. Es la manera de ver ir creciendo poco a poco el manuscrito. De ser consciente de lo que falta pero también de lo que llevo. Hoy, después de imprimir la página 260 y colocarla en la carpeta de anillas en las que voy encuadernando el manuscrito, me he quedado un momento viendo el grosor, las páginas escritas. Sé que es una tontería, pero me he llenado de satisfacción. No sé si esto llegará a buen puerto –si es mejor o peor novela que las anteriores–, pero ahora que emprendo la recta final –al menos la de esta versión– me he dado cuenta de todo el trabajo que hay detrás, del proceso constante, de desvelos y de cómo poco a poco se