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Mostrando entradas de marzo, 2009

Deseos in-cumplidos

Como comenté en un post anterior, durante el tiempo en Montevideo no me ha funcionado el teléfono móvil. A la vuelta temía encontrármelo a reventar de mensajes y llamadas perdidas. Pero me he sorprendido tras ver que tenía apenas tres mensajes y cuatro llamadas perdidas, dos de las cuales eran del contestador. Vamos, como cuando me dejo el móvil olvidado unas horas. Esto, que por un lado, me ha hecho respirar aliviado, por otro me ha preocupado seriamente. Me he sentido abandonado por momentos. Apenas nadie había intentado contactar conmigo en estos días. Sólo dos o tres en una semana. Yo, que presumía de tener que dejar sin coger más de la mitad de las llamadas que recibo al día para poder subsistir, ahora había sido abandonado. Juro que por un momento sentí pánico y vértigo. Había conseguido lo que siempre había estado buscando, la tranquilidad telefónica. Y sin embargo, en ese momento, que apenas duró unos minutos, me sentí el ser más solitario de la tierra. Pero fue tan sólo una i

De vuelta

Magníficos días los pasados en Montevideo. Como siempre (y parece que tengo suerte en esto), rodeado de buena gente. Con Fernando Castro, David Barro y Alberto Ruiz de Samaniego hemos pasado unos ratos increíbles. Son estos momentos para conocer mejor a la gente, y, como sugería Fernando en su blog , así da gusto viajar hasta el infinito y más allá. Vuelvo, de nuevo, con ganas de más. He conocido iniciativas interesantes y activas como el FAC , un espacio-colectivo en el que están sucediendo cosas que merece la pena conocer, o Amorir , otra experiencia interesante y comprometida, con gente que se cree lo que hace, y que casi les va la vida en ello. Estos viajes a Latinoamérica te hacen consciente de lo mal repartido que está el mundo. Allí con ganas y sin medios, y aquí sin ganas y siempre en medio.

Desconecta(n)do

Sano y salvo en Montevideo, descansado ya hoy tras las doce horas de avión. Y ya con la experiencia (y el olor en la ropa) de haber comido en el mercado del puerto, un lugar realmente increíble. Es el preámbulo a unos días en compañía de buenos amigos y de gente interesante. Y la cosa no empieza mal del todo. De momento el móvil no me funciona aquí, y parece que la cosa no tendrá arreglo. No sé cuál será la razón, pero es la excusa perfecta para mantenerme desconectado del mundo. Una semana sin teléfono es lo que necesitaba. No me quiero imaginar cuando llegue el lunes las llamadas perdidas que me encontraré allí. Supongo que, como siempre, nada importante. El mundo sigue girando aunque uno no se percate de ello.

La parte maldita

Élisabeth Roudinesco, Nuestro lado oscuro. Una historia de los perversos. Anagrama. 256 páginas. 15 € Élisabeth Roudinesco (París, 1944) es una de las ensayistas más incisivas del actual panorama de las letras francesas. Teórica y estudiosa del psicoanálisis, a ella debemos una de las más completas biografías de Lacan, así como uno de los libros más lúcidos acerca de la actualidad y necesidad del psicoanálisis para abordar los problemas de la sociedad actual ( ¿Por qué el psicoanálisis? ). Según su visión, esta disciplina a medio camino entre la ciencia y las humanidades sigue siendo la herramienta privilegiada para analizar el mundo contemporáneo. Es más, llegará a sostener que sólo a través del psicoanálisis podremos comprender algunos de los grandes temas de nuestro tiempo. Es desde este punto de vista desde el que, por ejemplo, ha entrado a desentrañar la complejidad del modelo de familia occidental y su disolución durante las últimas décadas de nuestra historia ( La familia en de

Contingencias

Hace unas semanas que salió a la calle Las hemorroides de Napoleón , el libro del historiador José Miguel Carrillo de Albornoz que asegura, entre otras cosas, que Napoleón perdió la batalla de Waterloo a causa de unas hemorroides que le hicieron cambiar por completo su estrategia militar. Más allá de la broma que puede suscitar la anécdota, este libro nos muestra cómo lo más banal e intrascendente se encuentra a veces en el centro de las grandes transformaciones históricas. A veces pensamos la historia de la humanidad a través de un sistema causal, pero por lo general no son las causas sino las eventualidades las que rigen el destino del mundo. Como decía la protagonista de Los amantes del Círculo Polar , la gran película de Julio Medem, “la vida está llena de casualidades”. Casualidades que nada tienen que ver con el destino o con lo que los surrealistas llamaban “azar objetivo”, sino con el azar puro y duro. Si lo pensamos bien, todo lo que somos no se debe a un plan premeditado sino

Viaje

Me he dado cuenta de que este último año no he hecho nada más que huir, que aún no me he enfrentado de modo directo a lo innombrable . Lo he escrito, lo he pensado, lo he imaginado, pero apenas fugazmente, como una estrategia para evitar y alejarme del sinsentido de la muerte . Siento que aún no me he encerrado conmigo, que he tenido miedo. Y siento también que ahora ha llegado el momento. Por eso he comenzado un cuaderno de duelo, para reimaginar y revivir un tiempo que he preferido olvidar, para enfrentarme a aquello que más he temido. No sé adónde me conducirá, si es que me lleva a algún lugar. Lo único que tengo claro es que será un largo viaje. Y que debo dejar todo el equipaje.

Hoy

Hoy hace un año que murió mi madre. No ha sonado el teléfono a las ocho y media de la mañana. No he escuchado la voz temblorosa de mi hermano. No me he vestido sin saber exactamente lo que estaba haciendo. No he cogido el coche y he acelerado tanto como he podido. No he llegado a la casa de la huerta y he encontrado un cuerpo sin vida. No me he abrazado a mis hermanos y he mordido mis labios intentando contener la rabia. No. Hoy nada de eso ha sucedido. Hoy me he despertado tranquilo. He desayunado. He entrado en Internet. He mirado los periódicos. He escrito mi crítica literaria y la he enviado por mail . Luego me he sentado en el sofá y he comenzado a escribir estas líneas. He escrito que hoy hace un año que murió mi madre, que hoy no ha sonado el teléfono a las ocho y media de la mañana, que no he escuchado la voz temblorosa de mi hermano, que no me he vestido sin saber exactamente lo que estaba haciendo, que no he cogido el coche y he acelerado tanto como he podido, que no he llega

Cursos

Acabo, después de dos semanas, el curso de Historia del arte contemporáneo que he impartido a profesores de secundaria. Confieso que comencé bastante temeroso (dar clase a profesores es una responsabilidad), pero al final la cosa no ha quedado demasiado mal. Algo escasa de tiempo, es cierto, pero la cosa era despertar el gusanillo del arte contemporáneo. Y eso, hasta cierto punto, parece que se ha conseguido. La gente al final ha estado bastante receptiva y ha sido una experiencia positiva en todos los sentidos. El año que viene más, o eso parece ser. De todos modos, lo que parece claro es que, por mucho que me esfuerce, no logro quitarme trabajo de encima. Quería este cuatrimestre dedicarme a escribir y a acabar algunos proyectos de libros que tengo a medio. Pero no hay manera. Ni siquiera logro acabar el de Robert Morris , que ya se está convirtiendo en leitmotiv de mi vida intelectual. Lo intento, pero apenas me pongo, mil marrones me caen del cielo. No veo el momento de aislarme

El lado oscuro

Definitivamente, no doy bien en cámara. Esta mañana me han entrevistado en el programa de TVM "De plática" y, al mirar de reojo la imagen que salía por la pantalla, he experimentado una sensación de estupor y extrañeza como hacía mucho tiempo que no sentía. La tele engorda, y a mí me afecta especialmente, hasta el punto de no reconocerme. Me ocurre lo mismo con la radio: no logro escuchar mi voz sin ruborizarme . Afortunadamente el resto del día ni me veo ni me oigo. Quizá eso es lo que me permite vivir con una cierta tranquilidad, el no pararme a pensar la imagen (y el sonido) que soy en el campo escópico -auditivo del otro. Para paliar la experiencia, he entrado a Diego Marín y he comprado el último libro de Elisabeth Roudinesco , Nuestro lado oscuro (Una historia de los perversos ). El índice ya promete. Además, Roudinesco tiene un sentido finísimo para captar e iluminar problemas. Esta misma tarde me pongo a leerlo, cuando acabe la conferencia del curso de arte cont

El dolor de las imágenes (una reflexión a partir de la obra de Menéndez Salmón)

Uno de los argumentos más célebres acerca de la imagen contemporánea es el que habla de la indiferencia y pasividad del espectador ante las fotografías y representaciones de la tragedia. Como sugiere Susan Sontag, “saturados de imágenes de una especie que antaño solía impresionar y concitar la indignación, estamos perdiendo nuestra capacidad reactiva. La compasión, extendida hasta sus límites, se está adormeciendo”. Es decir: hemos visto tanto, que ya no nos afectan las imágenes. Nuestra retina está tan saturada de imágenes terribles, que éstas ya no son capaces de provocar en nosotros la más mínima emoción. En La ofensa , Ricardo Menéndez Salmón presentaba magistralmente ese estado de saturación ante las imágenes de lo terrible. El protagonista se vuelve insensible tras ver la crudeza del terror. Se trata en realidad de una puesta en obra del trauma, que, como un mecanismo de autodefensa de la psique, forcluye y olvida aquello que no puede asumir. El sujeto queda completamente desbor