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Cursos

Acabo, después de dos semanas, el curso de Historia del arte contemporáneo que he impartido a profesores de secundaria. Confieso que comencé bastante temeroso (dar clase a profesores es una responsabilidad), pero al final la cosa no ha quedado demasiado mal. Algo escasa de tiempo, es cierto, pero la cosa era despertar el gusanillo del arte contemporáneo. Y eso, hasta cierto punto, parece que se ha conseguido. La gente al final ha estado bastante receptiva y ha sido una experiencia positiva en todos los sentidos. El año que viene más, o eso parece ser.

De todos modos, lo que parece claro es que, por mucho que me esfuerce, no logro quitarme trabajo de encima. Quería este cuatrimestre dedicarme a escribir y a acabar algunos proyectos de libros que tengo a medio. Pero no hay manera. Ni siquiera logro acabar el de Robert Morris, que ya se está convirtiendo en leitmotiv de mi vida intelectual. Lo intento, pero apenas me pongo, mil marrones me caen del cielo. No veo el momento de aislarme del mundo para escribir y leer. Luego seguro que me aburro sin el multitasking. Pero quiero experimentarlo por mí mismo.

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