Las mejores lecturas de 2025
Retomo el blog con las mejores lecturas del año que acaba. Es siempre muy difícil y, claro, depende mucho de lo que ha leído uno. No he llevado la cuenta, pero más de 100 títulos han caído seguro. Y ha habido de todo. Mucho abandono, muchos ni fu ni fa. Muchos "demasiado ruido para esto". Todo eso me lo salto. Y me quedo con los libros que realmente me han marcado y he tenido días en mi cabeza. Libros importantes para mí, que no tienen que serlo para los demás.
1. Olga Tokarczuk, Refugio, Museo del Prado.
Es un relato largo. Pero me vale como libro. Como uno de los mejores de este año. Un cuento sobre un futuro terrible y una esperanza a través del arte. De los cuatro volúmenes que lleva esta iniciativa del Museo del Prado (Escribir el Prado), es, sin duda, el mejor. Mejor que Coetzee, que Aridjis, y mucho mejor que el de John Banville (el más flojito). Refugio me ha parecido una obra de arte. Una novelita en off que parece una hermana pequeña de Las tempestálidas, de Gospodínov.
2. Teju Cole, Papel Negro. Escribir en tiempos de oscuridad, Acantilado.
Si me preguntaran "¿cómo quieres escribir sobre arte?", tendría que responder: "como Teju Cole". He leído este libro asintiendo en cada párrafo, subrayando cada idea, aplaudiendo cada planteamiento. Su visión de Caravaggio, su pensamiento sobre la fotografía, sus lecturas, sus imágenes, su prosa delicada y precisa. Es uno de los autores más importantes del presente. Y en estos ensayos, incluso más que en sus novelas, es donde despliega toda su potencia.
3. Enrique Vila-Matas, Exploradores del abismo + Una novela oblicua, Seix Barral.
Merecería estar aquí Canon de cámara oscura, la última novela de Vila-Matas. Pero creo que el acontecimiento vilamatiano del año ha sido la reedición de este libro importantísimo (Exploradores del abismo) y su ampliación con dos textos inteligentes y relevantes ("Una novela oblicua" y "La Buenaventura"). He releído estos cuentos-ensayos-yoquesé y he disfrutado aún más que la primera vez. Y sobre todo he entendido que ahora tiene aún más sentido que entonces. Un libro que ahora dialoga con otras propuestas que en aquel entonces no habían nacido. Un libro que, en su tiempo, fue escrito desde el futuro y que ahora entra de lleno en la tradición que creó.
4. Claire Bishop, Atención trastornada. Formas de ver arte y performance hoy, Caja Negra.
Otro libro importantísimo para la historia del arte y la cultura visual. Un cuestionamiento de muchas de las ideas ingenuas sobre la atención en el presente. Bishop se aleja de la nostalgia del regreso a la atención plena y plantea que ese tipo de atención —la del espectador concentrado, silencioso, inmóvil ante la obra, completamente absorto en la contemplación— no es universal ni neutral. Responde a un modelo ligado a una tradición burguesa que separa radicalmente el arte de la vida cotidiana y que establece reglas muy precisas sobre quién puede mirar, cómo debe hacerlo y en qué condiciones. Frente a eso, ella propone aceptar que el arte —y el mundo— de hoy requiere una atención híbrida y en ocasiones una mirada de sobrevuelo y muestreo. Y que no es mejor, ni peor que el pasado. Sino diferente. Aunque no estemos de acuerdo con ella en todo, el libro merece la pena y no se puede pensar hoy el ver sin atender a sus ideas.
5. Samanta Schweblin, El buen mal, Seix Barral.
Lo terminé anoche y aún estoy con el corazón en un puño. He tenido pesadillas y aún puedo paladear el sabor extraño que me han dejado estos cuentos. Lo de esta mujer es de otra galaxia. Sus relatos están a años luz de la mayoría de lo que se escribe. Seis cuentos de los que uno no sabe cómo salir. En particular, "Bienvenida a la comunidad" y "El ojo en la garganta" creo que los recordaré para siempre. La historia, pero sobre todo la atmósfera, el aire denso, oscuro, el mundo retorcido (vuelto del revés) donde todo se toca, los silencios cargados, a punto de explotar... Cada uno de estos cuentos está a la altura de Distancia de rescate, una de las mejores novelas de este siglo.
Luego, después de esto, he leído muchas cosas buenas que se han publicado este año. Las he ido reseñando en mi diario de Zenda. Y también he leído mucho que tenía pendiente y por fin ha llegado su momento. Ha sido un año de Natalia Ginzburg (en particular Y esto fue lo que pasó), pero sobre todo ha sido un año Chirbes.
Y, sin lugar a dudas, lo mejor que he leído este año (dos veces, porque al terminar comencé de nuevo) ha sido La buena letra, publicada originalmente en 1992. Tardé semanas en que no se me cayera al suelo cualquier cosa que leía. El mejor Chirbes. Lírico y crudo a la vez. Equilibrado. La novela perfecta. Que no esté en las listas de los mejores libros españoles de los últimos 50 años (aunque estén otras obras suyas) es para echar a correr.






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