Múltiple
Y ahora vuelvo a escribir yo. Vivo sin lograr encontrar el tono, la voz, ni el punto de vista. Regresas a la segunda persona y, por un momento, parece que funciona. Pero enseguida deja de hacerlo. Entonces vuelvo a utilizar el yo porque creo que está más cerca de las cosas. Y las cosas te repelen. Y llevan a tú. Es un espejo extraño, que me refleja y me refracta, que me expulsa y sin embargo me atrae. Pierdes tu lugar. Estás fuera de ti. Por eso no logras habitar el yo. Por eso no puedo acercarme a mí. Y, sin embargo, tampoco logro irme del todo, convertirme en la voz incorpórea del tú. Supongo que es la esquizofrenia, el sentirme cada vez más escindido, más partido entre el lugar en el que estoy y el lugar desde el que pienso. Y esto te lleva a perder la voz, a confundirla, a vivir desorientado, fuera-dentro de ti, fuera-dentro de mí.
Así que decides que este diario en voz no tendrá una sola persona, sino que serás múltiple. Seré yo, serás tú y será él. Él o ella, o incluso ello. También seremos nosotros y quizá seáis vosotros. Y también ellos y ellas. Y todos los demás.
Seré todo lo demás porque no encuentro el modo de ser yo. O quizá en el fondo no seas nada. Y lo mejor sea callar.
A mí me gusta mucho tu voz en segunda persona. Hoy leía el prólogo de esta segunda edición de “Velocidad ...” de Tizón y me ha recordado inmediatamente esa voz tuya. Yo creo que lo más difícil, y casi lo más importante, es encontrar el lugar desde dónde. A mí me cuesta mogollón, en general, en la vida. Trato de explorar el deseo pero suele andar camuflado.
ResponderEliminarUn abrazo grande
Susana