Encontrado
Tras dos días de pesquisas, ha aparecido el dueño del camión que hizo el coche fosfatina. Aunque al principio lo ha negado todo, cuando hemos sacado las herramientas de tortura (una retórica lamentable) no ha tenido más remedio que reconocer su culpabilidad. Dice que no recuerda nada de lo sucedido, que no vio coche alguno, pero que aún así, si lo decimos tan convencidos, pues será verdad. Al menos ha puesto buena voluntad. Lo peor viene ahora, bregar con los seguros, que son también para echarles de comer aparte.
Y tal día hará un año. Caso resuelto, Sherlock.
ResponderEliminarEn estos días ando pensando (no demasiado, se entiende) en el cariño que le cogemos a los automóviles.
Recuerdo mi Opel Corsa. Antes de su muerte lo llevé a que viera Córcega. Se portó bien. Volvió conmigo y murió aquí. Sé de amigos con problemas de repatriación de cadáver, debido a burocracias que, cual cumbre G8, olvidan al tal Schengen o como se llame ese buen espíritu.
Me alegran estos finales lógicos, sobre ruedas.
Un saludo.
Del mal, el menos...Parece cumplirse el axioma de que el asesino siempre vuelve al lugar del crimen...afortunadamente en este caso..., que tal vez te inspire algún relato de misterio a lo Miss Marple. Suerte con el papeleo secureril...
ResponderEliminarDel mal, el menos, y de la tierra, el cordero. Con esto, lo único que quiero decirte es:
ResponderEliminar¡Manuel-Campo-Vidal!
Pero no seré yo quien lo diga.
De esto tendrás que sacar algún microrrelato infraleve y ponedor de los pelos como antenas de coche...
ResponderEliminarDe vez en cuando el que la hace la paga. Me alegro.
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