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Moyano

Acudo a la presentación del último libro de Manuel Moyano, El experimento Wolberg (Editorial Menoscuarto). Un libro de relatos en el que el autor, según sus propias palabras, deja ver su cara más realista. Aún no lo he leído, aunque mañana lo compro sin falta. De todos modos, mucho tiene que cambiar la cosa para no encontrar ahí a un maestro del cuento. Un escritor al que admiro profundamente. No exagero si digo que es probablemente el mejor escritor que tenemos en Murcia. Un autor que en breve será uno de los grandes (para mí lo es). Os remito a lo que escribí de su último libro el año pasado (La coartada del Diablo).

Entre las cosas que he escuchado, me ha llamado mucho la atención un comentario de Moyano sobre el género del cuento que, curiosamente, yo siempre he pensado: que se trata de un género que sólo leen los escritores o aquellos que están pensando en escribir. Salvando algunas (muy pocas excepciones), el cuento es un género que no tiene un lector puro, como sí lo tiene la novela. Quizá por eso diga el escritor que quiere dejar de escribir cuentos y dedicarse a la novela. Como ha dicho alguien del público, lo echaremos de menos en el género chico. Eso sí, esperamos como agua de mayo su libro de microrrelatos en la colección Microfronteras.

Comentarios

  1. Y sin embargo, con esta vida que llevamos, de prisas, frenazos, acelerones y poco tiempo para todo, ¿no debería ser el cuento el género que se impusiese? Algo que puedes leer en diez minutos, un cuarto de hora, media hora... en un hueco de cualquier agenda apretada. Editado en un libro, en una revista que coges por casualidad, en internet robándole unos minutos al trabajo. Es tán fácil.

    Por otra parte, el cuento tiene la gran ventaja de que, si es malo, apenas te ha hecho perder unos minutos de tu valioso tiempo. Nada comparable a la pequeña frustración que supone haber dedicado horas, días o semanas a un novelón que a la postre puede resultar infumable. Y no digamos ya si no hay más remedio que abandonarla a mitad de camino.

    La brevedad del cuento nos proporciona, además, mayor variedad. ¿Qué lector no puede leer, digamos, trescientos cuentos en un año? Ni uno al día, y eso son trescientas historias, trescientos mundos distintos. También muchos autores diferentes: consagrados, malditos, anónimos o mediopensionistas. Y entre esa multitud de historias, mundos y autores, es casi imposible no dar con alguna joya de vez en cuando. Con varias, probablemente. Sin embargo, ¿quién puede leer trescientas novelas en ese mismo periodo de tiempo? Hay que ser prácticamente un profesional de la lectura.

    Los cuentos también nos ofrecen más facilidad para releer lo que merece la pena. Es casi como volver a escuchar una buena canción.

    Yo, desde luego, cada día soy más lector de cuentos que de novelas.

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  2. El mejor escritor de Murcia soy yo, pero eso son opiniones, supongo.

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  3. Querido Leandro: no puedo estar más de acuerdo contigo en todo lo que dices. Pero en el fondo se corrobora la teoría de que el lector de cuentos es siempre alguien interesado de algún modo en la escritura: alguien que escribe o que le gustaría escribir. Pero, por supuesto, comparto esa idea de que el cuento es más interesante de lejos que la novela, aunque son cosas diferentes, tiempos diferentes y modalidades diferentes. Para los tiempos que "corren", el cuento, desde luego, representa una opción más rápida, y no siempre menos compleja.

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  4. F.M.: no puedo estar más en desacuerdo contigo. Todo el mundo sabe que el mejor escritor de Murcia es Guillermo Alcoriza Ramón.

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  5. Todo el mundo sabe que el mejor escritor de Murcia soy yo.

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  6. No me lo puedo de creer... ¿Ya empezamos otra vez?

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