Esto no es una lista de lo mejor del año. Porque para hacerla tendría que haberlo leído todo. Y soy consciente de mis límites y gustos como lector. A pesar de leer muchísimo (soy un vicioso del asunto), no me llega para dar cuenta de muchísimas cosas. No me he puesto a contar, pero creo que la cosa sobrepasa los cien libros. A un ritmo de dos o tres por semana salen entre 120 y 140. No llevo un registro. De todos modos, aunque lo llevara, este texto lo escribiría de memoria. Sobre todo porque me gusta pensar, al acabar el año, en los libros que más poso me han dejado, los que he seguido habitando un tiempo después de su lectura. Si me pidieran uno solo, por encima de todos los demás, creo que tendría que quedarme con Madre de corazón atómico , de Agustín Fernández Mallo (Seix Barral). Es el libro perfecto. El que más me ha marcado de todos los que ha escrito. Hasta el momento, mi preferido de su bibliografía era Limbo (Alfaguara) —tengo clavada en la memoria la histor...
En estos dias estoy reviviendo el penoso sufrimiento que hace un año tuve con mi padre en el hospital, hasta que murió. Mismo mes de julio y qué diferentes son ambos, aunque dentro de mí todo se vuelve a presentar como aquellos dias.
ResponderEliminarUn abrazo, siempre solidario
Acabo de descubrir tu blog, por cosas de esas que la gente llama azar. Me gusta mucho, enhorabuena, te agrego a mi blogroll, si te parece bien
ResponderEliminarsaludos :)
Conmemora, no es bueno olvidar el pasado, pero al mismo tiempo ten un ojo enfocado al futuro, aunque te confundan con un camaleon.
ResponderEliminarUn abrazo.
De forma inexorable vamos llenando de cruces nuestro calendario interno, yo lo tengo a rebosar y en aumento. Es bueno recordar, si, ¿pero hasta que punto?, me temo que si seguimos trazando una cruz en cada fecha, llegará el día que nos quedemos sin casillas donde marcar.
ResponderEliminarAntonio Rentero te da un buen consejo, la técnica del Camaleón, un ojo hacía delante y otro hacía atrás, sin fijar los dos en el mismo punto.
emilio