Después de un día de sol, apagó la luz para descansar del acecho de su sombra. No cayó en la cuenta de que en ese momento se abalanzaría sobre él.
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Cuaderno de bitácora de Miguel Ángel Hernández. Reflexiones apresuradas sobre arte, literatura y cultura visual.
Que suerte de ser ciego e insensible, hasta ahora no me había dado cuenta de lo molesta que es la luz y la dureza del calor.
ResponderEliminar¡Cuántas ventajas tengo!
Da miedo y cosica.
ResponderEliminarEnhorabuena, Miguel Ángel, llevaba unos días sin entrar en tu página, y he leído, releído y vuelto a releer tus últimos post. La serie de microrelatos me ha resultado fascinante. Por no hablar de la foto del robo. Cuando estéis en Sangonera...
ResponderEliminarÉste también. Muy bueno
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