Ha pasado tanto tiempo que ya ni recordaba cómo había que entrar aquí. Casi un año de ausencia. Y eso que me había prometido regresar. Pero pasa lo de siempre: el tiempo. El tiempo que falta. El que hace que las promesas nunca logren cumplirse. Pero ahora, mientras comienzo a escribir este post y los dedos se mueven sobre el teclado sin dudar un solo segundo, me reafirmo: tengo que volver aquí. We have to go back, Kate!, que decía mi querido Jack de Perdidos. We have to go back, sin duda alguna. A este espacio donde no hay que medir caracteres, donde no hay presión porque no te lee ni el tato, donde la escritura puede fluir de un modo que casi emula al pensamiento. Escribir como se piensa. Pensar mientras se escribe. Ya lo echaba de menos. Y, sin embargo, he tardado casi un año. Un año en el que han pasado tantas cosas que hacer recuento se me hace muy largo. Cosas de todos los colores. Dos libros nuevos, una acreditación, varias caídas, kilos de más, noches de más... todo de más y al
Cuaderno de bitácora de Miguel Ángel Hernández. Reflexiones apresuradas sobre arte, literatura y cultura visual.