Ir al contenido principal

Pues ya

 –Oye, que decías que ibas a regresar a este blog y nos tienes abandonados. Otra vez.

–Ay, lo siento, de verdad. Llevo unas semanitas...

–Ya, pero es que si no cumples tus promesas, pues no las hagas.

–Tampoco es eso, que dije que volvería a poner cosas poco a poco.

–Y tan poco a poco. Vamos, que casi llevas un mes desde la última tontería. Para eso no te pongas, déjalo como estaba y fin.  Para poca salud, ninguna. 

–Bueno, quizá tengas razón. Pero es que me daba tanta pena no volver aunque fuese un poquito. 

–Sí, claro, como visitar a la familia lejana. La quieres mucho cuando vas, pero no vas nunca, así que no la querrás tanto.

–Mira, tampoco te pongas así, que bastante que contesto a tus impertinencias. Tampoco tengo obligación de hacerlo.

–¡Cómo que no! Quién crees tú que te hace escribir, ¿tu vocación? Pues no, soy yo, que siempre tiene que iniciar el texto. Si fuera por ti, no escribirías una línea.

–Claro, como si tú teclearas algo. Aquí el que está moviendo los deditos sobre el teclado soy yo, no tú.

–Y estas manos ¿qué? ¿De quién son? Anda, no seas fantasioso. Estoy de tu omnipotencia hasta la gorra.

–La gorra es mía. No te quieras apropiar también de eso. Si ni siquiera tienes cabeza.

–Como sabes dónde me duele. No sé si para qué comienzo a hablar contigo. Sólo veo ahí resentimiento. 

–Yo veo más bien sinsentimiento. O, ya que estamos, sin sentido.

–Pues más vale eso que nada.

–Ves, ahí sí que estamos de acuerdo. Más vale eso que nada. 

–Eso es lo que quería que escribieras. 

–Pues ya está escrito.

–Pues ya está.

–Pues ya.

Comentarios