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Tiempo por venir 39


[Publicado en La Verdad, 26/01/2020]


Lunes 12 de enero
Todo el día escribiendo, estructurando el librito sobre la siesta. Figuras de la siesta, ideas, notas. Lo difícil es ponerlo todo en orden. 
            Sigues buscando libros y artículos. Piensas que es muy probable que acabe yéndosete de madre porque ya tienes material para un ensayo largo. Pero eso no es lo que quieres hacer. Tendrás que contenerte.
Sólo sales de casa para ir al fisio. Creías que estabas bien, pero en cuanto comienzas a caminar notas el dolor.
            Llega una buena noticia. La oportunidad de traducción al francés de ‘El dolor de los demás’. Con ‘Intento de escapada’ fue todo más rápido y te emocionaste. Salieron traducciones en editoriales importantes, pero después no tuvieron el éxito que los editores habían imaginado. Así que nadie se atrevió con ‘El instante de peligro’. Y con ‘El dolor de los demás’ está costando. Es un arma de doble filo que te publique una grande. Ahora lo sabes. Te hizo una ilusión tremenda ver tu novela en Seuil, la editorial en la que habías leído a Foucault y toda la teoría francesa. Pero ahora sabes que a veces es mejor algo más pequeñito. 
Entras en la web de Éditions Globe y te gusta mucho lo que ves. Cruzas los dedos para que todo salga bien. Inmediatamente te pones a fantasear. Ves un capítulo de ‘Oficina de infiltrados’ y piensas en retomar tu francés. Nunca llegaste a aprenderlo del todo. El curso que pasaste en París mientras hacías la tesis sólo te juntaste con españoles. Te gustaría volver. A París. 

Martes 13 de enero
Lees el último libro de Alex Chico, ‘Los cuerpos partidos’. Está a medio camino entre la novela y el ensayo. Él lo denomina ‘ensayo-ficción’. Te interesó muchísimo su libro sobre los días finales de Walter Benjamin. Ahora continúa con esa escritura –profundamente benjaminiana– en la que la historia y lo personal se dan la mano, para relatar la historia de su abuelo paterno como metáfora de la historia de toda una generación, esa que tuvo que emigrar en los sesenta para encontrar un futuro más allá de su hogar. Es un libro de viajes. En el tiempo y en el espacio. Un libro que entrelaza con elegancia y emoción la memoria individual con la colectiva. El relato del nieto que se resiste a olvidar y siente la necesidad de rescatar el pasado. Para guardarlo. Para activarlo.
            A finales de la tarde vas al fisio y, tras veinte minutos de espera, caes en la cuenta de que te has equivocado de hora. No tienes la cabeza en su sitio.
            Episodio de ‘Succession’. Todos los personajes son odiosos. No hay nadie con quien puedas empatizar del todo. Y eso es, extrañamente, lo que engancha.  
            Duermes soñando con los sueños. Sueños reflexivos. Metasueños. Tal vez has leído demasiado. Es mejor dormir sin teoría. 

Miércoles 14 de enero
Comienzas a leer ‘Autorretrato en estudio’, el nuevo libro de Giorgio Agamben. Es una especie de autobiografía a partir de las fotos y objetos de sus dos estudios, en Roma y Venecia. Un libro primoroso. Te interesan sobre todo las reflexiones sobre sus cuadernos y el espacio de la escritura: “las libretas son la imagen más fiel de la potencia, que custodia intacta la posibilidad de ser y de no ser, o de ser otra cosa (...) El secreto de un escritor reside en el espacio en blanco que separa a las libretas del libro.” 
            Comida en el Torremolinos con Alberto, Rafa, Jota, Leo y Daniel. Se os va la mano con el vino y salís por un pico. Pero merece la pena el encuentro. No puedes estar más a gusto. Después, una copa en el Parlamento. Allí te llaman “profesor” y te sientes como en casa. Ya tienes edad para eso.
Hoy sois más formales. O tratáis de serlo. Porque, ya que estáis, continúas un poco más con Leo. Unas alitas de pollo en el KFC y una copa en el Revólver. 
De vuelta a casa, el dolor en el gemelo te acompaña. 

Jueves 15 de enero
Mañana de fisio y tutorías. Luego, radio. Hoy es especialmente bizarro. Un día os echan.
            Te invitan a un congreso en Austria. Conferencia magistral sobre estética migratoria. En inglés. Dices que no. Te rompe todos los planes y tendrías que frenarlo todo para preparar algo nuevo. Te estás cerrando caminos por los que antes hubieras matado. 

Viernes 17 de enero 
Fisio temprano. Te sigue doliendo; no hay manera. 
            Sigues leyendo libros sobre el sueño y la siesta. Necesitas legitimar tus argumentos.
            Finalmente, se aprueba el pin parental. Lo extraño de todo es la discusión anacrónica. Vox ha traído un tiempo que no es de este presente. Y ha contaminado a todos con ese anacronismo. Estamos teniendo discusiones que no pertenecen al ahora, como si alguien hubiera apretado el botón de “reset” y ahora hubiera que pasar de nuevo por todo. Lo peor es la sensación de hartazgo y sinsentido, el retorno espectral de lo que creías superado.        
Por la tarde se le rompe el ordenador a Raquel y en el servicio informático le dicen que no tiene remedio. Tenéis que comprar otro. Pasas varias horas instalando programas.
            Veis ‘Jojo Rabit’. Es una película extraña. Difícil combinar el humor y el drama. Una sátira sobre el nazismo con un punto de enseñanza moral que roza la sensiblería. Aun así, logra mantenerse. Además, es pertinente para el presente. Y el niño protagonista es un grandísimo actor que consigue emocionarte. En todos los sentidos.


Sábado 18 de enero
Recoges en correos el libro de Terry Paquot sobre la siesta. En cuanto llegas a casa, comienzas a leerlo y se te cae el mundo al suelo. Es el libro que tú pensabas escribir. Prácticamente capítulo por capítulo. Incluso el tono. 
            Te recuerda a la paranoia mientras escribías la tesis doctoral: sentías que cada nuevo texto que leías te robaba tus argumentos. Es lo que sucede al comenzar a escribir sin saber nada; cada dos por tres, descubres el Mediterráneo.
Con el tiempo has aprendido que los libros que dicen lo que tú querías decir no te roban nada. En realidad, son plataformas sobre las que puedes elevarte. Es lo que acabas haciendo ahora. Aprovechar la fuerza y la inercia del libro de Paquot. Casi como el Aikidō. Artes marciales de la escritura.

Domingo 19 de enero
Se te atranca el ensayo. El libro de Paquot te ha bloqueado. Así que decides leer.
            Te sumerges en ‘Elogio de la pereza’, uno de los primeros libros de Fernando Castro, escrito mucho antes de que lo conocieras, cuando estaba empezando y aún no había cumplido los treinta. Es curioso, ahí están ya todos sus temas y muchas de sus obsesiones. Incluso los autores a los que regresa una y otra vez. Mientras devoras sus páginas, piensas en la potencia de los primeros libros. Y en cómo en ellos suelen estar condensados todos los demás libros que uno pueda llegar a escribir. Son el primer laboratorio, el punto de partida. Y también allí está esbozado el destino. Porque todo lo que se escribe después es un intento de acercarse cada vez más a ese libro por venir que nunca acaba de llegar del todo.
            Por la noche, te desvelas. Sigues pensando la estructura del libro. Sobre todo, se te ha atragantado el inicio. No puedes comenzar como tenías previsto. A media noche te despiertas. El sueño ha encontrado la fórmula por ti. Te levantas y las esbozas. Sabes que, si no lo haces, lo perderás para siempre. Quizá mañana no tenga sentido. Ahora, en este estado de somnolencia lúcida, el inicio parece dictado por el Más Allá.

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