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Compartir lecturas

Llevo más de un año sin escribir de los libros de los demás. Lo solvento todo con una fotografía en Instagram o con un comentario mínimo en Twitter y en Facebook. “Estoy leyendo esto”. “Me gusta”, “No me gusta”. A veces me quedo con ganas de decir algo más acerca de lo que leo. Este blog nunca ha sido un blog de reseñas –más allá de las que subía después de publicarlas en otro lugar–, pero sí de recomendaciones o comentarios; o, mejor, de impresiones lectoras. Así eran más o menos las impresiones sobre libros, películas y series en mis diarios. Y así serán a partir de ahora las que publique aquí. Porque como dije en un post anterior, voy a recuperar este espacio. Me resisto a que muera, arrinconado por el microblogging de Facebook y Twitter.

Creo que hay algo del blog que sigue siendo defendible: una limpieza de escritura y lectura. Continúa siendo un cuaderno digital, una bitácora, un espacio personal más individualizado que la estandarización de las redes sociales. Y por alguna razón también creo que pervive aquí una pequeña libertad que ya no está en otros lugares. No existe en los blogs la dictadura del megusta. Al menos no tanto como en las otras redes. Ya casi nadie comenta, ya casi nadie lee. Un texto largo, de hecho, es disuasorio. Nuestros ojos se han acostumbrado al lema y al titular. También a tenerlo todo en el mismo lugar; en el timeline de Twitter o en el muro de Facebook o Instagram. De algún modo, el blog regresa al principio, al territorio de nadie de los primeros momentos de la red 2.0., a cuando no sabíamos qué dirección iba a tomar esto, cuando, en el fondo, habitábamos realmente un no(ha)lugar, un espacio diferente, que no cabía en otro territorio, una heterotopía, en el sentido que lo entendió Foucault.

Ahora regreso a este espacio. Lo voy haciendo poco a poco. Y, conforme lo hago, siento que esa libertad de fondo, esa falta de directrices de qué hacer, qué escribir, qué postear, sigue latente, esperando a ser rescatada. ¿Cómo hacerlo? Quizá valga comenzar con estos párrafos sueltos, sin más pretensión que ser escritura, respiración de la conciencia, muestra de que esto continúa vivo.

En estos meses de recepción de El dolor de los demás, he disfrutado con las reflexiones que muchos lectores han dejado en sus blogs. Mientras las leía, no podía evitar sentir un poquito de envidia sana. Y sobre todo, admiración. Admiración por la generosidad de quien lee y comparte sus impresiones. Sin ningún tipo de obligación. Tan sólo por el placer de escribir y compartir lo leído. Visitando blogs de lectores, he sentido nostalgia de otros tiempos en que este no(ha)lugar también era un espacio lleno de libros.

Así que en los próximos días volveré a subir aquí impresiones de lecturas, reseñas mínimas de lo que voy leyendo. Un cuaderno de lecturas, sin más pretensión que la de dejar constancia de lo leído. Para compartir pero también para recordar. Y es que, al final, lo que no se escribe no se recuerda. Las palabras siempre ganan. A pesar de todo.

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Comentarios

  1. Volvamos al blog. A los comentarios incluso. A las reseñas que se salen también del circuito, tan prieto, de la crítica en prensa. Volvamos a 2004, o recuperemos para 2018 lo mejor de aquel internet aún habitable, humano.

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  2. A mí me gustan los blogs. Creo que son insustituibles. Y agradezco la generosidad de los autores porque los que ofrecen, en el fondo, es intimidad

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  3. "Como decíamos ayer..." ¡Fray Luis también tuvo su blog en stand by!

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  4. Me parece maravilloso, tocayo, tu regreso, y poder "compartir lecturas". Yo este agosto, leyendo agustito jaja, en busca del tiempo perdido proustiano, e intentando vencer la natural pereza del espiritu humano, que con este calorcito murciano,a todos nos invade el frenesi de poder sumergirse en las aguas profundas de las emociones y no cesar en el intento, hasta haber descubierto la particula de la realidad profunda y generadora contenida en la impresion.Esa busqueda del tiempo perdido a traves de " la memoria involuntaria" y sus puntos de encuentro con la "imaginacion creadora" que actua como rescate liberador de ese pasado, "nuestra propia historia" la que rescatamos como una especie de modo de "despertar de una nueva conciencia" en el momento y lugar presente de nuestra vida, actualizando y sanando nuestro presente, mediante el recuerdo del aprendizaje de nuestras experiencias vividas en el pasado.
    Maravilloso poder de evocacion el que nos da nuestra memoria humana,para aprender de manera involuntaria de nuestro pasado, e iluminarlo con un nuevo destello de luz radiante en el presente.




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