Libros emocionantes
[Publicado en La Opinión de Murcia - Canal de Libros, 14/02/15]
Hace unos meses, Salva Crespo me invitó a la librería
Picasso de Granada para hacer una lectura de Intento de escapada. Habíamos intercambiado algunos tuits y nos
seguíamos en Instagram, repartiéndonos me gustas y favs en las fotos y
comentarios sobre algunos de los libros que estábamos leyendo. La experiencia
granadina fue encantadora –a todos los niveles–. Entre otras cosas, tenía ganas
de ir a esa librería y estaba dispuesto a dejarme las pestañas comprando
ensayos y novelas. Lo que no imaginaba es que iba a acabar cargado de libros de
la misma editorial. Desde el momento en que puse los pies allí, Salva no paró
de alabar las virtudes de un sello del que decía estar absolutamente enamorado:
Libros del Asteroide. Confieso que por un momento su entusiasmo me llegó a
parecer excesivo –sobre todo en el desayuno, mientras yo intentaba recuperarme
de la resaca y él seguía emocionado recordando algunos de los títulos que había
leído en los últimos meses–. Pero al final acabó convenciéndome y me vine
cargado de Granada con libros para varias semanas de lectura. Al terminar de
leer el último de ellos, hace no demasiado, después de ser consciente de que
entre noviembre y enero prácticamente no había hecho otra cosa que devorar
novelas de esta editorial, pude comprender por fin a Salva y sentí que, en
efecto, algunos de esos libros me habían enamorado y necesitaba compartir mi
entusiasmo.
Por supuesto, ya había leído antes varios Libros del Asteroide
–sigo fascinado, por ejemplo, con Monasterio,
de Eduardo Halfon; y Antonio Ubero me había introducido tiempo atrás en el
mundo de Robertson Davies–, pero confieso que nunca había prestado una atención
especial al “mundo” que estos libros abría. Sin embargo, en estos meses he
quedado prendado de su edición bella y cuidada, de sus traducciones precisas y
elegantes, y sobre todo unos textos que dan en un lugar concreto al que no es
fácil llegar: el alma. Ya sé que esto queda cursi decirlo –y aún más escribirlo–.
Pero el caso es que la literatura que publica Luis Solano se le mete a uno muy
dentro y reverbera después durante mucho tiempo. Eso es lo que me pasó con uno
de los libros más hermosos que he leído en tiempo: ¡Melisande!¿Qué son los sueños?, la primera novela de Hillel
Halkin, un autor que, con 73 años escribe como un joven enamorado y cuya prosa
sencilla, desnuda y sincera te posee como si alguien te estuviese hablando al
oído, susurrándote las verdades más profundas sobre la existencia humana. Después,
leí Qué fue de Sophie Wilder, de
Christopher Beha, y En lugar seguro,
de Wallace Stegner. Los dos fueron grandes descubrimientos. Y los dos entran también
de lleno en el ámbito de las emociones: la amistad y el amor, y cómo se
deterioran o modifican con el paso del tiempo. Uno se sumerge allí de lleno en
la vida de los otros. Una vida donde la presencia de la fe, de lo moral y de
los cuestionamientos éticos está siempre presente. Libros como vidas. Libros
que hacen pensar a través de las emociones. Ahora tengo sobre la mesita de
noche Canciones de amor a quemarropa,
de Nickolas Butler. De nuevo, ha sido Salva quien me ha puesto los dientes
largos. Supongo que en cuanto acabe de escribir esta columna, lo abriré y me
perderé entre sus páginas, consciente de que allí dentro me espera otra
historia inolvidable.
A mí me encantó "Un matrimonio feliz" de Rafael Yglesias, algo parecido al de tu amigo y admirado por mí también, "La hora violeta" de Sergio del Molino. Otros me han decepcionado, pero me gusta mucho el diseño y el papel.
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