Presente continuo (semana del 25 al 31 de julio)

VIERNES 25 / Huellas
A las nueve de la mañana, tribunales de fin de máster. Cinco. Ninguno se aproxima a tu especialidad. Te sientes completamente ajeno para evaluarlos. Entre lo que tú haces y la Historia del Arte ha comenzado a abrirse un abismo que se agranda por momentos.

A mediodía llegas a casa cansado. Has ido en bici por intentar recuperar la normalidad tras el mes y pico sin moverte demasiado. Pero regresas reventado y con dolor en el abdomen. Y a eso se suman las agujetas del gimnasio. Parece que es aún es muy pronto para volver a ejercitarte. Y decides no ir esta tarde. Así que comienzas ya faltando el segundo día.


Por la tarde escribes el “Presente continuo” de la semana anterior. Te sale rápido. A veces se te atraganta algún párrafo, pero ya te has acostumbrado a la rutina. Escribir sin pensar demasiado, de modo espontáneo, intentando apresar los recuerdos de la semana. Si algún día sale de aquí un libro ya tendrás tiempo de revisar el estilo. Lo que ahora importa es ir dejando pinceladas. Escritura impresionista. Huellas. Manchas. Imágenes de la memoria.


Por la noche ves un capítulo de Extant. Te gusta cada vez más. Te recuerda, al menos en el espíritu, aExpediente X y a la ciencia ficción con extraterrestres y conspiraciones secretas. Esta es una de tu pasiones secretas. Y no dejas pasar película o serie que se adentre en ese territorio. Extant va ganando. Después, por supuesto, vuelves a soñar con invasiones extraterrestres que comienzan en tu casa de la huerta.


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SÁBADO 26 / Lo auténtico
Antes de desayunar terminas de leer En elogio de la verdad, la novela de Torngy Lindgren que comenzaste hace dos días. La has devorado con ansia. No habías leído nada de este escritor sueco. Pero este libro te ha interesado por mucho motivos. La fascinación por el arte, el modo en el que está contado –que tiene algo que ver con lo que estás escribiendo–, pero sobre todo la reflexión sobre la idea de autenticidad. Toda la novela gira en torno a La madonna de la daga, una supuesta obra maestra del pintor sueco Nils Dardel, y a la obsesión de un joven coleccionista por conseguirla y conservarla. Pero lo que atraviesa el libro es la cuestión de la verdad, de saber qué es un original, cómo una copia puede contener tanta verdad como lo auténtico y cómo estas ideas, que se aplican a las obras de arte, no son ni mucho menos ajenas a las personas. La identidad es una construcción; a veces sólo somos auténticos cuando fingimos, cuando somos otro. Porque el yo auténtico es una ficción. Una copia sin original.

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En las noticias, siguen los bombardeos en Gaza. Es una batalla desigual. Y hay víctimas y verdugos. La matanza de los inocentes. Una y otra vez.


Por la tarde lees de un tirón Monasterio, el último libro de Eduardo Halfon. De este escritor guatemalteco lo has leído casi todo. Te cautivó El ángel literario, que hablaba sobre los procesos de escritura. Pero te gusta todo lo que escribe, que siempre se lee con gran naturalidad. Tiene la virtud de, “como quien no quiere la cosa”, hacerte entrar en las historias y, cuando te vienes a dar cuenta, estás en medio de un mundo que ya te ha atrapado. Aquí cuenta su visita, o la de su personaje, a Jerusalén. Y la impresión en todo momento de una sociedad dominada por un fundamentalismo religioso regido por una ley inquebrantable que, si se piensa bien, está en el inicio de toda violencia. El personaje-autor del libro es un judío que no olvida sus orígenes pero que tampoco tolera ese mundo cerrado en el que se puede convertir una religión y casi una “raza”. De nuevo, es una reflexión sobre lo auténtico, la esencia, y también sobre la construcción de la historia personal. Buscar lo auténtico, lo original, conduce a lo “radical” –precisamente, de raíz–. Y ése es el origen de muchos de nuestros males.


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Sales por la noche con R. y quedáis a cenar con L y M. en un japonés. Es la primera salida nocturna tras la operación. Después de la cena, caen algunos gin-tonics mientras ves el primer partido de la pretemporada del Madrid. El alcohol te anestesia, pero el dolor sigue igual que todo el día, creciendo en tu vientre como si hubieses hecho mil abdominales.


DOMINGO 27 / Leer y ver leer

Por la mañana lees El genuino sabor, la novela de Mercedes Cebrián. También la engulles de una sentada. Y de nuevo, te encuentras con una reflexión muy lúcida y aguda sobre la identidad y lo auténtico. La imagen de España proyectada desde el extranjero, pero también la imagen del extranjero a través de los ojos de la protagonista de la novela cada vez que llega a una ciudad para trabajar. Una novela sobre los estereotipos y la construcción cultural de lo genuino. Y también un libro que se lee con todos los sentidos alerta. Porque más allá de la meditación sobre las ficciones de la autenticidad, la escritura de Cebrián, fresca y llena de ironía perversa, te hace degustar, oler y tocar el mundo que describe, salivar en cada párrafo como si realmente estuvieras saboreando unos alimentos que abandonan su cualidad de objetos para convertirse en sujetos de la narración.

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Mientras tú lees, ves a R. en el sofá con el primer borrador de tu novela, ese borrador casi ilegible que sólo ella puede leer sin perderte demasiado el respeto. La miras de reojo buscando reacciones. Y no cesas de preguntarle: ¿Por dónde vas? ¿Se entiende esta idea? ¿Qué te parece este personaje? Estás lleno de inseguridades. Es el momento en el que aún no sabes si funcionan las cosas. Y la impaciencia te corroe.


Por la noche comienzas a ver la segunda temporada de Utopía. Es el capítulo donde se explica el origen del manuscrito y de los personajes de la primera temporada. Te fascina el uso manierista de lo vintage y el modo de trabajar con la historia reciente. La cultura televisiva, el imaginario nostálgico… el mejor capítulo que has visto de toda la serie.


Antes de dormir, lees un poco El palacio de la luna. Te das cuenta de que el tono de tu novela es muy Paul Auster y decides rescatar algunos libros que te quedan por leer. Ahora lees por empatía con lo que escribes.


LUNES 28 / Funcionamiento

Te levantas con el abdomen muy dolorido y no se te quita en todo el día. A veces se alivia un poco, pero se convierte en una molestia constante para cualquier movimiento.

Comienzas la revisión del primer borrador. La primera vuelta es para mirar la continuidad, la estructura, el ritmo, el modo en el que avanzan las cosas, sin entrar todavía en los pequeños detalles –que son miles–. Comienzas a anotar todos los fallos y haces una planificación del tiempo que te llevará revisarlo para comenzar un segundo borrador en el que las cosas funcionen mejor. La novela son cinco partes. Hoy revisas la primera. Es la que mejor funciona. Quizá la única.


A media mañana entra R. en el despacho con lágrimas en los ojos. Ha llegado al final de la novela y le ha emocionado. Te alegra el día y te da confianza para seguir. Es la sensación que quieres producir. Es mucho más emotiva que Intento de escapada. Al menos tú la sientes así. Y que R. haya experimentado eso te hace pensar que, bien trabajada, puede llegar a funcionar.


Por la tarde vas al gimnasio. Intentas sobreponerte al dolor de abdomen, pero está detrás de cada ejercicio y llegas muerto a casa. Ves un capítulo de The leftovers, que cada vez te convence menos, y caes rendido a la cama.


MARTES 29 / Organismo vivo

Las agujetas son bestiales. Ahora se junta el dolor abdominal con el del gimnasio.

Durante toda la mañana, lees y revisas los fallos de coherencia de la segunda parte. Es demasiado larga, piensas; y avanza demasiado lenta. Así que cortas dos capítulos y cambias fragmentos de un lugar a otro. Estás ante un organismo vivo.


Por la tarde, sigues con Paul Auster. Saltas de El palacio de la luna, que dejas reposar un momento, aLeviatán. Por alguna extraña razón creías que habías leído este libro. Te sonaba, y estabas convencido de haber leído la parte de María Turner. Incluso creías que el libro era azul cuando en realidad era rojo. La memoria te juega malas pasadas.


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Ahora lo ves todo con otros ojos. Cuando comienzas el modo revisión ya lo lees todo así, observando con cuidado la estructura, las partes, el ritmo, que todo cuadre… Todo se convierte en narración. Las series, las películas, los programas de la tele, las historias que te cuentan. Cualquier cosa es susceptible de ser analizada.


MIÉRCOLES 30 / El lugar real

Llagas en la lengua, agujetas en todo el cuerpo del gimnasio y el abdomen cada vez con más dolor. Eres un pupas. Andas casi como un robot, intentando reducir los movimientos del cuerpo al mínimo.

Todo el día lo pasas revisando la tercera y la cuarte parte de la novela. Es donde más tienes que cambiar. Investigas el lugar en el que ocurren los hechos que cuentas. Ahora documentas cosas que tienen que existir. Necesitas que todo sea verosímil. En el primer borrador el muro que ve el protagonista era un lugar al azar. Ahora encuentras algo que se parece bastante a ese lugar imaginado. Lo localizas con el Google Earth y buscas la historia que hay detrás. Todo coincide, casi por casualidad, como si ese lugar hubiese estado esperando a que lo encontrases.


Llegan los seis volúmenes de la Encyclopedia of Aesthetics, que publica Oxford University Press. Tardaste casi un mes en escribir la voz “Estética Migratoria”. Tuviste que revisarla más de diez veces para que se quedase como quería el editor. Pero al final ha merecido la pena. Una pica en Flandes.


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JUEVES 31 / Poseído

Por la mañana vas al gimnasio. Sigues dolorido, pero intentas moverte algo. Intentas nadar, pero no puedes aún estirarte del todo. Decides no volver a hacer nada hasta que hables con la cirujano. Quieres saber si el dolor es normal. Lo puedes aguantar. Pero te da miedo que algo no vaya bien. Sólo necesitas unas palabras para quedarte tranquilo: “te tiene que doler, no pasa nada”.

Por la tarde, acabas la revisión de la última parte. Retocas los dos últimos capítulos, que no funcionaban, cambias el orden de algunas secuencias, y llegas al final. La última frase sí que tienes claro que no se toca. Es lo único que te convence. Igual que la primera. El principio y el final. Ya es bastante.IMG_4272

Lo cierto es que estos días vives dentro de la novela. En la fase de revisión no tienes otra cosa en la cabeza. Va dentro de tu mente como si fuera una mapa que te ocupa todo el espacio. Incluso cuando te hablan estás ausente y en tu mundo.

Quedas por la noche con L. y J. Cenáis y os dais una pequeña vuelta. Entras al Bizz’art después de más de un mes. Lo echabas de menos. Pero el dolor no te deja disfrutar demasiado y a la una y poco vuelves a casa. En el trayecto, sigues dándole vueltas a la novela. Es como si se hubiera adueñado de ti. No existe otra cosa. No hay otro lugar ahora. Te embriaga esa sensación. Bendito virus de la literatura.


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