Presente continuo (semana del 1 al 7 de agosto)

[Publicado originalmente en La Opinión]

VIERNES 1 / Agosto
Despiertas dolorido, una vez más. El abdomen te sigue molestando para todos los movimientos. Desayunas con J.A. en Murcia. Es agosto y todavía hay gente en la ciudad. Recuerdas cuando se vaciaba casi por completo y parecía un desierto. Te fascinaba esa sensación. Las calles solitarias, las plazas de aparcamiento vacantes, los bares sin clientes. Y sobre todo la experiencia de cruzarse con alguien, mirarlo con complicidad, con extraña solidaridad, y pensar “tú también estás aquí, en agosto, tú también sabes que ahora la ciudad es más sincera, que ahora nos pertenece un poco más”.

Aunque estás leyendo varias cosas a la vez y los libros se te amontonan en las estanterías, esta mañana no puedes evitar entrar a Expolibro y comprar algo, como si necesitases materializar el cambio de mes a través de la lectura. Te llevas a casa La larga noche, de Javier Mije, y la lees de una sentada. Te atrajeron mucho los relatos perturbadores de El camino de la oruga. Esta nueva novela te interesa por el desarrollo y el planteamiento (un escritor que recibe el encargo de escribir un guión sobre un episodio de la Guerra Civil). La idea de un escritor que escribe un libro acerca de cómo escribe un libro –o un guión– tiene que ver con lo que estás haciendo en tu novela. Es una fantasía literaria que te fascina, aunque quizá sea más lectura para escritores que para lectores. Ahora lees con gusto esta novela de Mije, aunque confiesas que la historia no se te mete tan dentro como lo hicieron sus relatos.

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Por la tarde, escribes el “Presente continuo” de la semana anterior. Acabas a última hora, como siempre sobre la bocina, cuando intuyes que ya están cerrando la redacción del periódico. La noche la dedicas a ver series.Extant y Utopía. Ambas siguen enganchándote.
 


SÁBADO 2 / Edad Media

Te levantas temprano para almorzar en El Yeguas. Es el primer almuerzo con tus hermanos tras la operación. A las diez de la mañana, tocino, carne a la brasa y vino. Los chistes, las gracias y comentarios de la huerta te sirven para recargarte. Hay una extraña sabiduría de la experiencia que no se aprende en los libros.

En la tele siguen los bombardeos sobre Gaza. Se está convirtiendo en el aciago fondo de pantalla del presente. Imágenes de niños muertos y agonizando que ya no te dejan indiferente. Se te agria la boca cada vez que aparecen en escena. El silencio internacional y la pasividad de los gobiernos te asquean. Bombardeos de colegios. Víctimas civiles. No está justificado de ninguna de las maneras. No hemos avanzado nada. Seguimos en la Edad Media.


Por la tarde lees de todo un poco. Saltas de un libro a otro sin pararte en ninguno. Buscas modos, estilos, maneras de hacer. Ves un capítulo de Utopía y después te encierras en a tu despacho. Comienzas esta noche la reescritura de la novela. Querías haberlo hecho el próximo lunes pero te come la impaciencia. Tu quedas escribiendo hasta pasadas las tres y media.

DOMINGO 3 / La palabra justa

Continúas con la reescritura. Aunque aún no es la vuelta de fijarse en lo pequeño, no puedes evitar ir cambiando palabras, buscando a través de los sinónimos el significado correcto. En algún caso sientes que has hallado la palabra precisa. En la mayoría, sin embargo, sabes que tendrás que regresar y revisar frase por frase, palabra por palabra, buscando el ritmo justo y la cadencia perfecta. Eso lo harás más adelante, aunque ahora no puedes evitar ir haciendo pequeños ajustes.


LUNES 4 / Describir

Sigue el dolor y ahora se concentra en la cicatriz. Anoche te costó trabajo dormir y esta mañana te has despertado con algo de pus en la herida. Un pequeño punto se ha infectado y ha comenzado a sangrar. Paradójicamente, en cuanto eso sucede, el abdomen comienza a dolerte menos.

Hoy, al revisar la novela, pones atención en las descripciones. Tanto en las de personas como en las de lugares. Sabes que es tu talón de Aquiles. Las tienes que trabajar y temes que se note la artificialidad. Miras cómo lo hacen los grandes. Y se te viene el mundo al suelo. Te cuestan demasiado. Cada rostro, cada habitación, cada rincón que aparece en la novela es un desafío. Hacer verlo, pintarlo, imaginarlo. Sientes que te falta técnica y oficio.
 


MARTES 5 / Palabras sanadoras

Sigues con la descripciones. Necesitas ver el rostro de tu protagonista. Quieres que sea una mezcla entre Jean Seberg y Anna Karina. Te pones delante varias imágenes e intentas llevarlas al papel como si fueras un pintor realista. Después tendrás tiempo de dejar tan sólo una pincelada, un detalle, quizá sólo una palabra.

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El dolor abdominal va remitiendo, aunque la herida sigue supurando. Por la tarde vas a la clínica y la cirujano te tranquiliza. La herida se ha formado por un punto que aún quedaba allí. El cuerpo expulsa aquello que no le pertenece. Cicatrizará de nuevo en unos días. El dolor abdominal también es normal: “te tiene que doler; tienes que acostumbrarte; poco a poco se te irá pasando”. Al salir de la consulta ya te sientes mejor. Las palabras también sanan.

Pasas la noche y la madrugada buscando información sobre material de cine, documentándote para la novela. En un momento de la acción, el protagonista maneja un proyector de 16mm y tienes que saber cómo funciona. Después de varias horas de lectura, tienes la sensación de haber descubierto un mundo. Ese conocimiento tiene que sustentar la escritura.

MIÉRCOLES 6 / Rostros

Terminas de leer Rostros, de Valentín Roma, un ensayo sutil y tremendamente lúcido sobre la imagen. Lo tenías ya hace algún tiempo en la estantería y aún no habías encontrado el momento idóneo para leerlo. Y ahora, en cuanto lo abres, te seduce. A través de rostros, gestos, instantes, ideas y obras, Roma construye una especie de teoría del arte no sistemática que se adentra en los momentos centrales del pensamiento crítico contemporáneo. Está escrito con precisión y cuidado. Y detrás de cada frase se percibe un conocimiento real sobre todas y cada una de las situaciones analizadas. Sin apabullar al lector con teorías y referencias excesivas. No hay impostura; esto es lo que más te llama la atención, que percibes claramente que se trata de un libro sincero. Una delicia.

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Por la tarde preparas la intervención para la mesa redonda que tienes mañana en Marbella. Escribes cuatro ideas para desarrollar si al final tienes tiempo.

JUEVES 6 / Más que un club

Primer viaje después de la operación. Alicante-Madrid-Marbella. Es cansado tener que pasar siempre por el centro.

De camino, te enteras de la noticia: se confirma el descenso del Real Murcia a Segunda B por no regularizar la situación con Hacienda. El corazón te da un vuelco. Tu Murcia querido, el equipo de tu vida. Es una decisión administrativa. Una empresa que no ha pagado sus deudas. Pero el problema principal es que un equipo de fútbol es mucho más que una empresa. Es memoria, historia, emociones. No entiendes tu historia sin el Murcia, sin los domingos en la Condomina, con tu hermano. Rescatas una fotografía tuya de pequeño. Una de las pocas que conservas. Tendrías cuatro años. Tu padre te abraza. Llevas una camiseta del Murcia hecha de modo artesanal. Una camiseta roja de cuello alto con un escudo cosido. Tienes la vaga imagen de tu madre cosiendo ese escudo en la máquina. También  recuerdas los pantalones cortos blancos, y los calcetines subidos harta arriba como si fueran unas calcetas. Y el balón. Han pasado más de treinta años. Y recuerdas todo eso. Porque el Murcia no es sólo una empresa.

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El problema último está más allá, es haber convertido un deporte y una pasión en un mero negocio. Puro capitalismo emocional. Por eso ahora estás entre la espada y la pared. Quieres que tu Murcia querido no desaparezca nunca, que juegue donde le pertenece. Pero por otro lado tampoco es justo que unos empresarios tengan trato preferencial. Sobre todo unos empresarios que no han hecho bien su trabajo, unos empresarios que han sacado provecho de emociones ajenas.

En Marbella te encuentras con Ricardo Menéndez Salmón, Javier Montes y Valentín Roma para hablar sobre las contaminaciones entre arte y literatura. Chema de Francisco ha organizado una mesa redonda sobre un tema que te apasiona y es un honor coincidir con escritores a los que admiras. Anotas ideas y referencias para seguir leyendo durante meses. Después de la mesa, alguien te comenta que sigue tu Presente continuo. Le dices que en la próxima entrega escribirás sobre este encuentro.


Cenáis en un lugar agradable frente al mar. La temperatura es espléndida y la compañía, inmejorable. Al finalizar la noche estás exhausto. El abdomen y la cicatriz te duelen un poco después de todo el día. Aun así no quieres irte a la cama sin tomar al menos un gin-tonic a la orilla del mar. V. te acompaña y continuáis la conversación sobre arte y literatura. Percibes una cercanía intelectual. Podríais seguir toda la noche. Pero cierran el bar y volvéis al hotel.

En la habitación abres el archivo de tu novela. Un comentario de R. te ha hecho replantearlo todo. Piensas en cambiar el estilo y el tono, recuperar la gravedad de Cuaderno [...] duelo. Te duermes a las cuatro de la mañana examinando la posibilidad y con una idea en la cabeza: ¿te imaginas que este viaje a Marbella y este comentario acaban cambiándolo todo, este azar, esta coincidencia, en este preciso momento? El mundo se configura a través de la concatenación de casualidades. El azar es una verdad poderosa.

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