Presente continuo (Semana del 13 al 19 de junio)
[Diario personal publicado cada domingo en La Opinión de Murcia]
VIERNES 13 / Graduación
Junta de Facultad para elegir despachos. Por fin, después de varios años, logras un puesto –aunque sea doble– en el edificio de la Facultad de Letras. Te emociona cambiar de edificio; es como si estuvieras, ya por fin, en la universidad como Dios manda. Contento, regresas a casa y escribes el Presente continuo de la semana. Comes rápido, te arreglas y sales para Espinardo a la graduación de los alumnos de Bellas Artes. Es al último grupo de grado al que le has dado clase. Y por varias razones crees que pasará algún tiempo hasta que vuelvas a dar clase en Bellas Artes. Saludas a algunos padres. Están orgullosos de sus hijos. No es para menos. Recuerdas tu graduación. Tu madre en la universidad, como si fuera un lugar especial o mistérico, llena de orgullo por ver a un hijo acabar una carrera. Aunque sea una costumbre americana y excesivamente simbólica, es un día importante para ellos; se visibiliza la posibilidad de haber estudiado, de entrar en un mundo, de llegar a un lugar al que para muchos fue imposible acceder.
En la cena, te sientas con los chicos de la Mano Robada. Parece una boda. Mientras cenas, sigues el partido del mundial por Twitter. No das crédito a lo que lees. España pierde por goleada. En ese momento, ni te importa. Lo que vives es más importante. Bailas dejando los brazos flojos. Bebes todo lo que hay que beber. Te sientes al mismo tiempo padre y alumno. Salís del hotel y seguís algo más la noche. A las seis llegáis a la casa. No te puedes levantar del sofá. Y te quedas a dormir en la habitación de D. Apenas duermes. Pero percibes la felicidad.
SÁBADO 14 / Extraño
Está todo silencioso. Los chicos están dormidos. Te quieres ir, pero no sabes cómo hacerlo. La puerta no cierra, y no quieres despertarlos. Al final sales lo más sigilosamente que puedes, pero intuyes que los despiertas a todos con el portazo. Desayunas en el Ipanema y vuelves a casa en moto. La cabeza te explota. El calor es sofocante. Te acuestas desnudo y pasas la tarde sesteando. Por la noche, ves Robocop, la nueva. Fue la primera película que viste en el cine. Esta versión es muy mala. Después, ves el Italia-Inglaterra y disfrutas con Pirlo. Un día extraño, hoy.
DOMINGO 15 / Real Murcia
Por la mañana comienzas a preparar el texto que tienes que escribir sobre arte y temporalidad. Encuentras un libro que dice todo lo que tú quisieras decir. Y no sabes si alegrarte o frustrarte. De todos modos, hoy estás inquieto por otras razones. No encuentras la manera ya de que llegue el partido del Murcia. Desde que te has levantado estás impaciente. Por la tarde, te pones la camiseta y la gorra y te vas para el campo temprano. Es emocionante ver la Nueva Condomina así. Pocas emociones mayores. Por un momento crees en la remontada. Te quedas afónico con el gol de Wellington Silva. Luego, llega la decepción. Pero al terminar el partido aplaudes, como todos. Ha sido una grandísima temporada. Se te saltan las lágrimas. Hay algo en el fútbol que está más allá de la razón, lo sabes.
LUNES 16 / Escribes
Comienzas cuaderno nuevo. Es casi un ritual. Vas entrando en la última parte. Has pasado el ecuador de las ciento setenta páginas… poco a poco se va construyendo todo. Terminas de leer Los lanzallamas, de Rachel Kushner. No te ha gustado, casi lo acabas por compromiso. No ves al Bolaño que todos señalan como referencia por ningún lado. Por la noche, el último capítulo de Juego de Tronos. Te quedas con ganas de más. Te acuestas tarde escribiendo.
MARTES 17 / No pensar
Por la mañana, reuniones en la universidad con varios doctorandos. Después, pones las actas, firmas papeles… burocracia otra vez. Se te va la mañana en eso. Por la tarde, tienes cita con el cirujano. Te operas la semana que viene. Ya estás nervioso. No es sólo la operación. Es el postoperatorio. Pero lo tienes decidido. Te quitas la piel sobrante de tu adelgazamiento. La llevas contigo demasiado tiempo. Pero no deberías haber visto los vídeos. Te atenaza el miedo. Prefieres no pensar. Sí, es mejor no hacerlo.
MIÉRCOLES 18 / La Roja no puede
Te levantas temprano y escribes. Tomas un café con J.M. para hablar de literatura. Aprendes. Te entran las ganas de seguir leyendo a Javier Marías. Te compras Todas las almas y comienzas a leerlo nada más llegar.
Llegas tarde a la asamblea de la Asociación de críticos. Te has confundido. Demasiadas cosas. Ya no sabes cómo llevas la cabeza sobre los hombros. A la vuelta de la reunión, ves el partido de “la roja”. Ridículo máximo. Pero no sufres; una preocupación menos. Aunque esa no es manera de caer. Una cosa no quita la otra. Es tremendamente vergonzoso. Pero el deporte es así: todo se pierde de un día para otro.
JUEVES 19 / Fin de ciclo
Reunión temprano con M. Os hace una propuesta muy interesante para una exposición futura. Es signo de que algunas cosas parecen estar cambiando. Intentas terminar el texto sobre el tiempo en el arte contemporáneo. Quieres dejarlo terminado antes de la operación porque sabes que después te a ser difícil concentrarte para enviarlo. Mientras escribes, no puedes evitar poner la tele para ver la ceremonia de Proclamación y el desfile Real por las calles de Madrid. Parece todo fruto de una máquina del tiempo, como si el país hubiera retrocedido en la historia. Caballos, militares, rituales, el saludo real… todo demasiado ortopédico. Casi da algo de vergüenza ajena. Como quiera que sea, lo cierto es que hoy es un día histórico. Aunque sea sólo en la historia de un símbolo. Porque en el fondo todo sigue igual. En la escuela se estudia la historia de los reyes, la vida de las princesas, de los nobles…, pero quienes realmente cambian las cosas no suelen aparecer en los libros. La historia es mucho más que el cambio de muñeco.
Comes rápido y preparas la intervención para esta tarde en AB9. Presentas Alabanza, la última novela de Alberto Olmos, un escritor clave de la nueva narrativa española. Lo sigues desde hace ya mucho tiempo; has leído sus libros, sus blogs, sus críticas, has estado atento a las polémicas que ha suscitado, y te parece una figura imprescindible, como escritor y como dinamizador de la escena literaria, a muchos niveles. La novela que presenta hoy probablemente sea su libro más ambicioso. Como ya has dejado escrito aquí hace algunas semanas, te gustó. Crees que es mejor que Ejército enemigo, aunque a ti no te haya llegado tanto. Aun así, la novela tiene momentos grandiosos. Pocos autores en España escriben de sexo como Olmos. De sexo y de amor, de un amor frío, racionalizado, que recuerda por momentos a las emociones que se pueden encontrar en la obra de Houellebecq. Y también de literatura, del mundo literario, del proceso creativo, de cómo funcionan las cosas en la realidad. En el fondo, igual que el amor y el sexo, la creatividad literaria aparece aquí como fría, material, casi capitalizada, alejada del mito del genio literario aislado del mundo. En esa visión de las cosas,Alabanza es brutal.
Quedas con él antes de la presentación. Con él, con A. y luego con L. Tomáis unas cervezas y habláis de literatura, de libros, de ventas, de polémicas; te gustaría estar la tarde entera hablando con él. A las ocho es la presentación. Se llena. Y todo sale bien, mejor incluso de lo que esperabas. Muy fluido, preguntas y respuestas brillantes. Tienes la sensación de que también podríais estar hablando –escuchando, mejor– toda la noche. Pero a las nueve y veinte tienes que cortar. Ya llegas tarde a otro acto literario que tienes esta noche: la presentación de la editorial La Fea Burguesía
Sales corriendo con G. hacia el MUBAM y encuentras ya el patio repleto. Hablan los editores, habla A., y luego habláis algunos de los autores de uno de los libros que han publicado, La montaña azul, una colección de cuentos en los que hay una serie de escritores murcianos contemporáneos. Para ti es un honor estar en ese libro, rodeado de grandes escritores a los que admiras. Y eso es lo que dices cuando hablas frente al público, mientras te ciegan los focos y tienes que agacharte un poco para llegar al micrófono y que se te oiga con propiedad. Dices eso, que es un placer estar en ese libro y sobre todo que es una alegría muy grande que surja una editorial así. Una editorial que muestra que lo que ocurre en Murcia con la literatura ya no es normal; es una pasión tan grande que en ocasiones comienza a ser casi siniestra. Autores, lectores y editores. La coyuntura, la literaria, no puede ser mejor; a pesar de que ahora sean necesarios muchos esfuerzos para mover las cosas. Y que montar una editorial sea casi algo suicida tal y como está todo. Por eso deseas que la editorial persevere, que siga con la ilusión con la que ha comenzado, y contribuya a visibilizar la literatura murciana y al mismo tiempo a ser visible como literatura en otros contextos.
Cuando acaba el acto, firmas la página de tu relato en el ejemplar de algunos lectores que se te acercan. Mientras, hablas con A. y le dices que este verano seguirás escribiendo este Presente continuo. Saludas a más amigos, te das cuenta de que se te ha hecho algo tarde y sales a buscar a la gente que ha ido a la presentación de Alabanza. Logras encontrarlos después de varias llamadas perdidas. Hablan de literatura; están explorando los mejores libros del año. La conversación sigue en el Perro Azul con unos gintonics. Y, después, en Bizz’art. Poco a poco vais perdiendo efectivos y a las tres ya solo quedáis A., L., A. y tú. Subís a la sala al lado del DJ y os encontráis con R. y más amigos. Te das cuenta de que la cabeza comienza a dolerte de tanto beber. Cuando cierran, continuáis para tomar la última en el Musik. Queréis que A. vea cómo puede haber un bar en la plaza de toros. Allí te encuentras con más gente. A. y L. no tardan mucho en retirarse. Es ya tarde, pero tú te quedas hasta que cierran. Después, intentáis que os abran la puerta en La vie en rose, pero es imposible. Os juntáis varios como en expedición buscando un último sitio. Y N. os lleva al Paquiqui. Una última cerveza mientras jugáis al “yo nunca”. Confiesas secretos y eres consciente de que al día siguiente te arrepentirás. Encienden las luces. Miras el reloj y son más de las siete. Está de día. Muy de día. Al salir sabes que esta va a ser la última vez en mucho tiempo. Fin de ciclo. Absolutamente. En breve comienzas otra vida; calmada, recluida, monástica. Regresas a casa pensando en ese cambio. Intentas meter la llave en la cerradura y abrir pensando en ese cambio. Te quitas la ropa como puedes pensando en ese cambio. Te tiras sobre la cama medio desnudo pensando en ese cambio. Te duermes… cambiando.
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VIERNES 13 / Graduación
Junta de Facultad para elegir despachos. Por fin, después de varios años, logras un puesto –aunque sea doble– en el edificio de la Facultad de Letras. Te emociona cambiar de edificio; es como si estuvieras, ya por fin, en la universidad como Dios manda. Contento, regresas a casa y escribes el Presente continuo de la semana. Comes rápido, te arreglas y sales para Espinardo a la graduación de los alumnos de Bellas Artes. Es al último grupo de grado al que le has dado clase. Y por varias razones crees que pasará algún tiempo hasta que vuelvas a dar clase en Bellas Artes. Saludas a algunos padres. Están orgullosos de sus hijos. No es para menos. Recuerdas tu graduación. Tu madre en la universidad, como si fuera un lugar especial o mistérico, llena de orgullo por ver a un hijo acabar una carrera. Aunque sea una costumbre americana y excesivamente simbólica, es un día importante para ellos; se visibiliza la posibilidad de haber estudiado, de entrar en un mundo, de llegar a un lugar al que para muchos fue imposible acceder.
En la cena, te sientas con los chicos de la Mano Robada. Parece una boda. Mientras cenas, sigues el partido del mundial por Twitter. No das crédito a lo que lees. España pierde por goleada. En ese momento, ni te importa. Lo que vives es más importante. Bailas dejando los brazos flojos. Bebes todo lo que hay que beber. Te sientes al mismo tiempo padre y alumno. Salís del hotel y seguís algo más la noche. A las seis llegáis a la casa. No te puedes levantar del sofá. Y te quedas a dormir en la habitación de D. Apenas duermes. Pero percibes la felicidad.
SÁBADO 14 / Extraño
Está todo silencioso. Los chicos están dormidos. Te quieres ir, pero no sabes cómo hacerlo. La puerta no cierra, y no quieres despertarlos. Al final sales lo más sigilosamente que puedes, pero intuyes que los despiertas a todos con el portazo. Desayunas en el Ipanema y vuelves a casa en moto. La cabeza te explota. El calor es sofocante. Te acuestas desnudo y pasas la tarde sesteando. Por la noche, ves Robocop, la nueva. Fue la primera película que viste en el cine. Esta versión es muy mala. Después, ves el Italia-Inglaterra y disfrutas con Pirlo. Un día extraño, hoy.
DOMINGO 15 / Real Murcia
Por la mañana comienzas a preparar el texto que tienes que escribir sobre arte y temporalidad. Encuentras un libro que dice todo lo que tú quisieras decir. Y no sabes si alegrarte o frustrarte. De todos modos, hoy estás inquieto por otras razones. No encuentras la manera ya de que llegue el partido del Murcia. Desde que te has levantado estás impaciente. Por la tarde, te pones la camiseta y la gorra y te vas para el campo temprano. Es emocionante ver la Nueva Condomina así. Pocas emociones mayores. Por un momento crees en la remontada. Te quedas afónico con el gol de Wellington Silva. Luego, llega la decepción. Pero al terminar el partido aplaudes, como todos. Ha sido una grandísima temporada. Se te saltan las lágrimas. Hay algo en el fútbol que está más allá de la razón, lo sabes.
LUNES 16 / Escribes
Comienzas cuaderno nuevo. Es casi un ritual. Vas entrando en la última parte. Has pasado el ecuador de las ciento setenta páginas… poco a poco se va construyendo todo. Terminas de leer Los lanzallamas, de Rachel Kushner. No te ha gustado, casi lo acabas por compromiso. No ves al Bolaño que todos señalan como referencia por ningún lado. Por la noche, el último capítulo de Juego de Tronos. Te quedas con ganas de más. Te acuestas tarde escribiendo.
MARTES 17 / No pensar
Por la mañana, reuniones en la universidad con varios doctorandos. Después, pones las actas, firmas papeles… burocracia otra vez. Se te va la mañana en eso. Por la tarde, tienes cita con el cirujano. Te operas la semana que viene. Ya estás nervioso. No es sólo la operación. Es el postoperatorio. Pero lo tienes decidido. Te quitas la piel sobrante de tu adelgazamiento. La llevas contigo demasiado tiempo. Pero no deberías haber visto los vídeos. Te atenaza el miedo. Prefieres no pensar. Sí, es mejor no hacerlo.
MIÉRCOLES 18 / La Roja no puede
Te levantas temprano y escribes. Tomas un café con J.M. para hablar de literatura. Aprendes. Te entran las ganas de seguir leyendo a Javier Marías. Te compras Todas las almas y comienzas a leerlo nada más llegar.
Llegas tarde a la asamblea de la Asociación de críticos. Te has confundido. Demasiadas cosas. Ya no sabes cómo llevas la cabeza sobre los hombros. A la vuelta de la reunión, ves el partido de “la roja”. Ridículo máximo. Pero no sufres; una preocupación menos. Aunque esa no es manera de caer. Una cosa no quita la otra. Es tremendamente vergonzoso. Pero el deporte es así: todo se pierde de un día para otro.
JUEVES 19 / Fin de ciclo
Reunión temprano con M. Os hace una propuesta muy interesante para una exposición futura. Es signo de que algunas cosas parecen estar cambiando. Intentas terminar el texto sobre el tiempo en el arte contemporáneo. Quieres dejarlo terminado antes de la operación porque sabes que después te a ser difícil concentrarte para enviarlo. Mientras escribes, no puedes evitar poner la tele para ver la ceremonia de Proclamación y el desfile Real por las calles de Madrid. Parece todo fruto de una máquina del tiempo, como si el país hubiera retrocedido en la historia. Caballos, militares, rituales, el saludo real… todo demasiado ortopédico. Casi da algo de vergüenza ajena. Como quiera que sea, lo cierto es que hoy es un día histórico. Aunque sea sólo en la historia de un símbolo. Porque en el fondo todo sigue igual. En la escuela se estudia la historia de los reyes, la vida de las princesas, de los nobles…, pero quienes realmente cambian las cosas no suelen aparecer en los libros. La historia es mucho más que el cambio de muñeco.
Comes rápido y preparas la intervención para esta tarde en AB9. Presentas Alabanza, la última novela de Alberto Olmos, un escritor clave de la nueva narrativa española. Lo sigues desde hace ya mucho tiempo; has leído sus libros, sus blogs, sus críticas, has estado atento a las polémicas que ha suscitado, y te parece una figura imprescindible, como escritor y como dinamizador de la escena literaria, a muchos niveles. La novela que presenta hoy probablemente sea su libro más ambicioso. Como ya has dejado escrito aquí hace algunas semanas, te gustó. Crees que es mejor que Ejército enemigo, aunque a ti no te haya llegado tanto. Aun así, la novela tiene momentos grandiosos. Pocos autores en España escriben de sexo como Olmos. De sexo y de amor, de un amor frío, racionalizado, que recuerda por momentos a las emociones que se pueden encontrar en la obra de Houellebecq. Y también de literatura, del mundo literario, del proceso creativo, de cómo funcionan las cosas en la realidad. En el fondo, igual que el amor y el sexo, la creatividad literaria aparece aquí como fría, material, casi capitalizada, alejada del mito del genio literario aislado del mundo. En esa visión de las cosas,Alabanza es brutal.
Quedas con él antes de la presentación. Con él, con A. y luego con L. Tomáis unas cervezas y habláis de literatura, de libros, de ventas, de polémicas; te gustaría estar la tarde entera hablando con él. A las ocho es la presentación. Se llena. Y todo sale bien, mejor incluso de lo que esperabas. Muy fluido, preguntas y respuestas brillantes. Tienes la sensación de que también podríais estar hablando –escuchando, mejor– toda la noche. Pero a las nueve y veinte tienes que cortar. Ya llegas tarde a otro acto literario que tienes esta noche: la presentación de la editorial La Fea Burguesía
Sales corriendo con G. hacia el MUBAM y encuentras ya el patio repleto. Hablan los editores, habla A., y luego habláis algunos de los autores de uno de los libros que han publicado, La montaña azul, una colección de cuentos en los que hay una serie de escritores murcianos contemporáneos. Para ti es un honor estar en ese libro, rodeado de grandes escritores a los que admiras. Y eso es lo que dices cuando hablas frente al público, mientras te ciegan los focos y tienes que agacharte un poco para llegar al micrófono y que se te oiga con propiedad. Dices eso, que es un placer estar en ese libro y sobre todo que es una alegría muy grande que surja una editorial así. Una editorial que muestra que lo que ocurre en Murcia con la literatura ya no es normal; es una pasión tan grande que en ocasiones comienza a ser casi siniestra. Autores, lectores y editores. La coyuntura, la literaria, no puede ser mejor; a pesar de que ahora sean necesarios muchos esfuerzos para mover las cosas. Y que montar una editorial sea casi algo suicida tal y como está todo. Por eso deseas que la editorial persevere, que siga con la ilusión con la que ha comenzado, y contribuya a visibilizar la literatura murciana y al mismo tiempo a ser visible como literatura en otros contextos.
Cuando acaba el acto, firmas la página de tu relato en el ejemplar de algunos lectores que se te acercan. Mientras, hablas con A. y le dices que este verano seguirás escribiendo este Presente continuo. Saludas a más amigos, te das cuenta de que se te ha hecho algo tarde y sales a buscar a la gente que ha ido a la presentación de Alabanza. Logras encontrarlos después de varias llamadas perdidas. Hablan de literatura; están explorando los mejores libros del año. La conversación sigue en el Perro Azul con unos gintonics. Y, después, en Bizz’art. Poco a poco vais perdiendo efectivos y a las tres ya solo quedáis A., L., A. y tú. Subís a la sala al lado del DJ y os encontráis con R. y más amigos. Te das cuenta de que la cabeza comienza a dolerte de tanto beber. Cuando cierran, continuáis para tomar la última en el Musik. Queréis que A. vea cómo puede haber un bar en la plaza de toros. Allí te encuentras con más gente. A. y L. no tardan mucho en retirarse. Es ya tarde, pero tú te quedas hasta que cierran. Después, intentáis que os abran la puerta en La vie en rose, pero es imposible. Os juntáis varios como en expedición buscando un último sitio. Y N. os lleva al Paquiqui. Una última cerveza mientras jugáis al “yo nunca”. Confiesas secretos y eres consciente de que al día siguiente te arrepentirás. Encienden las luces. Miras el reloj y son más de las siete. Está de día. Muy de día. Al salir sabes que esta va a ser la última vez en mucho tiempo. Fin de ciclo. Absolutamente. En breve comienzas otra vida; calmada, recluida, monástica. Regresas a casa pensando en ese cambio. Intentas meter la llave en la cerradura y abrir pensando en ese cambio. Te quitas la ropa como puedes pensando en ese cambio. Te tiras sobre la cama medio desnudo pensando en ese cambio. Te duermes… cambiando.
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