Presente continuo (Semana del 9 al 15 de mayo)
VIERNES
9 / Cansancio
Por la mañana, clase de en filosofía. Es la última
en la que entra materia. La das con el turbo puesto y durante tres horas seguidas
hablas del neodadaísmo, del minimal, del pop, del land art y del conceptual.
Tres horas de reflexión sobre la neovanguardia en las que ni siquiera los dejas
respirar. Y tú, aunque nadie lo advierta, estás medio muerto. La noche anterior
apenas dormiste y te tienes que agarrar a la silla en más de una ocasión para
no perder pie. Al terminar, vuelves a casa, te tiras sobre la cama y te quedas
ahí. Ni siquiera tienes fuerza para comer. Por la tarde, escribes el “Presente
continuo” y comienzas a corregir trabajos. Cuando acabas, sales hacia Murcia
para cenar con A. y H. Hace un tiempo estas cenas eran mucho más frecuentes.
Los conociste en la universidad privada. Y la amistad aún se mantiene. Y
también la admiración intelectual. Aprendes cada vez que estás a su lado.
La noche esta vez no se alarga y vuelves temprano a
casa, con tiempo para leer algo antes de irte a la cama.
SÁBADO
10 / Euro-risión
Te levantas temprano y escribes. Quisieras haber
salido a correr, pero al final te quedas delante del ordenador toda la mañana.
Por la tarde sigues allí. Y por la noche, aunque querrías continuar
escribiendo, en un momento de debilidad te enganchas al Festival de Eurovisión.
Recuerdas que era un acontecimiento especial en casa cuando eras niño. Todo se
paralizaba. Ahora sólo puedes resistirlo gracias a Twitter. Es como verlo con
amigos. El humor lo hace todo más soportable. “Tira más una barba que dos
polacas”. Ese tuit es tu éxito de la noche.
DOMINGO
11 / Calor y placer
Comienzas a pasar a limpio fragmentos de la novela. Hay
frases que se mantienen, pero eres consciente de que aún falta mucho por hacer.
Se cocina a fuego lento. A finales de la mañana por fin consigues correr.
Llevabas más de una semana sin hacerlo y el cuerpo ya lo notaba. Acabas
acalorado. Por la tarde, el calor continúa en Nueva Condomina. Ves el Murcia a
pleno sol, en la grada lateral. Pero merece la pena. Es grandioso. Disfrutas
como hacía mucho tiempo que no lo hacías en el campo. Vuelves de nuevo al Paraíso.
LUNES
12 / Correr y escribir
Pasas toda la mañana corrigiendo trabajos. A las
doce y media, reunión del jurado del Rendibú. Es rápido. Luego, comida
agradable. Aprendes de literatura y tomas referencias de libros para comprar.
Conoces de forma más cercana a G. Es un escritor de verdad. Se lo toma en
serio. Te hace sentirte más escritor. Al llegar, sales a correr. A la vuelta, ves
el nuevo episodio de Juego de Tronos. Lees La
novela de la no-ideología, de David Becerra, y aprendes bastante sobre literatura
y política. No te duermes en toda la noche, excitado aún por la carrera. Juras
no volver a correr después de las ocho.
MARTES
13 / Odio
La noticia fue ayer. Mataron a Isabel Carrasco. No
entiendes que haya gente que defienda un asesinato. Tienes serias desconfianzas
en el género humano. Observas el odio y el sinsentido de todo. Las redes se
convierten en lugares intransitables.
Por la mañana, clase sobre el retorno de lo real y
la memoria. También es casi la última. La das excesivamente rápido y comienza a
invadirte la melancolía por ir acabando. Te ha gustado la experiencia de este
año.
Por la tarde, preparas la conferencia y la maleta
para el viaje del día siguiente. Miras el tiempo en Suecia y no sabes qué
llevarte. Llenas la maleta de porsiacasos. Te vas a la cama más tarde la
cuenta.
MIÉRCOLES
14 / Viajar y leer
Te levantas a las cinco para llegar con tiempo a
Alicante. El avión que te va a dejar en Copenhague es de los más estrechos en
los que has montado. Allí, sin apenas espacio para pasar las páginas, no
levantas la vista de Alabanza, la
última novela de Alberto Olmos, y la acabas de un tirón. Te ha ido gustando más
conforme avanzaba. La segunda parte, la que recuerda la vida de pueblo, la has
leído con toda la nostalgia del mundo. Está llena de imágenes en las que te
reconoces. Y la tercera, la que examina el fin de la literatura y las
dificultades de la relación de pareja, también está muy cerca de las cosas que
quieres escribir. Eso te pasó también con Ejército
enemigo, su anterior novela, que el tono se aproximaba algo a lo que
estabas escribiendo en aquel momento. Recuerdas cuando la leíste. Acababas de
regresar de Estados Unidos y alguien te la acercó a la estación de tren. La devoraste
con pasión en las cuatro horas de Talgo entre Madrid y Murcia. Esta te ha
costado algo más. Crees que es mejor novela, aunque no te ha enganchado tanto
como la anterior. Probablemente sea porque la tercera persona es más disuasoria
que la primera. Y que la novela es más compleja. O que tú estás más cansado. O
vete a saber.
Llegas a Copenhague y te recibe C., que te ha
invitado a la Universidad de Lund a un seminario sobre literatura y crítica
social en la España contemporánea. Los estudiantes han leído algunas novelas
“de la crisis” publicadas en el último año, entre ellas la tuya. Es curioso –y
paradójico, y, en cierto modo, triste– que tenga que ser una universidad sueca
la que proponga un curso así. Y que la mayoría de los autores que aparecen en
el programa de la asignatura (Isaac Rosa, Pablo Gutiérrez, Javier Moreno…) ni
siquiera existan en la mente de muchos de los profesores de literatura de la
universidad española, que, como en otros muchos campos, suele mirar más hacia
el pasado que hacia el presente.
Te alojas en Malmö, en una habitación austera que
está medio camino entre las películas de Bergman y el estilo Ikea. Por la
tarde, C. te enseña la ciudad. Camináis entre parques y llegáis junto al mar.
El Turning Torso de Santiago Calatrava da a la ciudad un aire de modernidad. Es
lo único vertical que percibes. El resto de la ciudad parece que se expande a
lo ancho. Y esa es la misma sensación que tienes al caminar, la de expansión y
horizontalidad. Es como si el tiempo se moviera de un modo diferente. Después,
visitáis un momento Lund y os sentáis en un café mientras el sol brilla con
fuerza. Habláis de literatura, alcohol y tabaco. C. lo ha leído todo. Y su
español es perfecto. Tras la cena, te entra el sueño y apenas te da tiempo a
repasar el Power Point con las imágenes para el día siguiente. Te duermes casi sin
darte cuenta.
JUEVES 15 / Experiencia
Amanece antes de las cinco y la luz que entra por la
venta te despierta. Desayunas temprano en un café junto a la casa y envías unos
cuantos e-mails. A las ocho salís para Lund en tren. Hoy no hace frío.
El seminario es de nueve a doce. Al principio
piensas que es demasiado tiempo y que probablemente te va a sobrar la mitad.
Pero enseguida te das cuenta de que podríais estar tres días seguidos hablando
y aún quedarían temas de discusión. Te preguntan sobre literatura y política,
sobre la literatura de la crisis, sobre tu novela, sobre mil cosas… Percibes
unas ganas y un interés entre los estudiantes como hacía tiempo que no
percibías en España. Quizá por eso sientes que podrías estar hablando tres días
sin parar. Te contagian el entusiasmo. Al acabar las tres horas, firmas algunos
libros, incluso el de la biblioteca de la universidad. Te preguntan también por
tu blog, por lo que pones en Twitter y hasta por el “Presente continuo”. Te
hace gracia que te tomen en serio. Y vuelves a sentir responsabilidad por lo
que escribes en esos lugares. Pero, como siempre, enseguida se te pasa.
Tras la comida, conferencias sobre las relaciones
entre arte y literatura en la contemporaneidad. Te sientes cómodo mientras
hablas –el hecho de poder hacerlo en español te da la vida– y acabas contento.
Es como una clase en la universidad. Todo es tremendamente agradable. Y el
tiempo se pasa volando.
Después, tomáis unas cervezas todos juntos y seguís
hablando de todo un poco. Cine, literatura y también fútbol, que al final
siempre acaba apareciendo en las conversaciones. Continuáis en la cena, también
con muchos de los estudiantes del curso. Conforme avanza la noche, y el número
de cervezas, el grupo se va reduciendo poco a poco. A la una y pico volvéis a
Malmö y regresas a tu habitación. Te duermes con una extraña sensación de
felicidad, de trabajo hecho, de mundo conocido, de paz momentánea, de
experiencia del presente como algo que está aquí y ahora y que te ha sido
regalado. No puedes pedir más.
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