Presente continuo (Semana del 16 al 22 de mayo)

VIERNES 16  / Malmö
Despiertas en Malmö. Amanece temprano. Escribes el “Presente continuo” en un café, mientras desayunas. Te demoras más de la cuenta porque apenas te puedes concentrar; demasiados estímulos visuales para mantener fija la vista en la pantalla.

A medio día, C. te recoge para comer en la Konsthall. Allí solía ir allí cuando estaba con la baja de paternidad –concepto fascinante que un español difícilmente puede procesar–. La comida es deliciosa, como todo lo que has probado estos días en Suecia, como las patatas cocidas y el pan con mantequilla, que siempre están presentes, acompañando a cada plato.

Después, dais un largo paseo por la ciudad. C. te enseña algunos lugares curiosos y no paráis de hablar de literatura, sobre todo de Proust y Knausgård, el escritor noruego que ha escrito la gran novela autobiográfica del presente: Mi lucha, seis volúmenes en los que de modo crudo muestra su vida sin ningún tipo de tapujos. Es nuestro En busca del tiempo perdido, dice C., y es mucho mejor que Proust, aunque eso pueda resultar demasiado taxativo. El caso es que te anima a leerlo. Y decides hacerlo en cuanto vuelvas; de hecho, lo tenías pendiente y habías leído algo sobre el escritor, su éxito y sus problemas familiares tras la publicación de la obra. Ahora ya estás convencido. Y más aún cuando os detenéis frente a una casa y te señala el portal y el número en el que Knausgård escribió muchos de sus libros. Malmö es una de las ciudades centrales de Mi lucha. 

C. te habla también de los suecos y de algunos estereotipos que ellos manejen y que a ti te suenan extraños, como por ejemplo que todo lo alemán les suena a cutre, justo lo contrario que para los españoles, en cuya mente lo alemán es siempre lo más avanzado y fiable. Habláis también de por qué las mujeres tienen pechos. Su teoría te convence. Pero te resistes a escribirla aquí. Algún día, quizá. Lo cierto es que pasas un día espléndido. Además, brilla el sol. Parece Murcia. Las terrazas están llenas. Los parques también. Mientras paseáis, ves a gente quitándose la camiseta, tomando el sol como si estuvieran recargándose, casi como si fueran placas solares. No se puede dejar pasar la oportunidad, dice C., es un regalo.

A media tarde, C. se marcha y te quedas solo. No tienes problema en hacer una flânerie en solitario. Le dices que no se preocupe. Es algo que también te gusta, pasear en el anonimato más absoluto. Coges Estrella distante, de Bolaño, que has llevado contigo y sales a cenar. Acabas en un italiano en la zona de Möllevängen, que está bastante animada. Y al final no lees nada. Por un momento te ves desde fuera, como imagen: en una ciudad lejana, tomando una cerveza, solo, leyendo a Bolaño. La foto ni siquiera necesita filtro para que funcione en Instagram. Una estampa de postureo en estado puro.
Luego, tras varias confusiones y mensajes que no llegan, consigues quedar con A. y K., para tomar unas cervezas. Han estado en el seminario y van a comenzar el doctorado. K. es sueca y A., argentina. Están también sus amigos, y la pareja de K. Dos chicos brasileños, y el resto, suecos, aunque casi todos hablan español. Muchos trabajan en el ámbito del activismo. Algunos incluso tuvieron una fuerte presencia en las protestas de Gotemburgo durante la visita de Georges Bush. Te hablan de la otra Suecia, de la que no se ve, la más oscurecida, la que también sufre opresión e injusticia.
Acabáis tarde, cuando cierran el bar y os invitan a salir sin demasiadas consideraciones. Te despides entre abrazos. Y regresas a casa con la impresión de saber mucho más de lo que sabías al salir esta mañana.

SÁBADO 17 / Regreso
A las seis, arriba. Metes todo en la maleta y esperas a que llegue C., que te deja en el tren que te lleva al aeropuerto de Copenhague. Te despides en la estación. Lo verás próximamente en Madrid, pero agradeces su amabilidad, su naturalidad, su sabiduría…Una experiencia inolvidable.

Llegas sin problemas al aeropuerto, facturas enseguida e incluso consigues salida de emergencia para tus piernas largas. Ningún contratiempo. En el viaje te da tiempo a leer entera Estrella distante. Te gusta sobre todo la parte del arte. Bolaño no es exactamente tu autor. Todo lo que lees te gusta, pero no te apasiona. Esa fijación con los nombres de escritores a veces te cansa. Hay una pulsión de name dropping, un lanzar constantemente datos que no siempre te llega. Pero aquí, al final, cuando vuelve a la historia del poeta-aviador Carlos Wieder, cuando entra de lleno en ella, en su búsqueda, logra atraparte. Y ves las relaciones que tiene con el arte. Se te pasa por la cabeza la posibilidad de escribir algún día algo sobre eso; sería un gran tema para una tesis o un ensayo: Bolaño y el arte.

En el aeropuerto de Palma de Mallorca apenas tienes tiempo para tomarte un helado y cambiar de avión. En el iPad, te descargas las primeras páginas de muestra de algunos libros y lees todas las de La muerte del padre, el primer libro de la serie de Knausgård. Es bueno, piensas. Lo vas a comprar en cuanto llegues.

El avión aterriza a las cuatro. Tienes el tiempo justo para coger el coche y llegar a casa para ver el gran partido, el final de la liga. No eres del Atlético de Madrid, pero ese día sí. Te alegras. Luego al Murcia lo golean en el Mini Estadi. No se puede tener todo. A las once de la noche ya no puedes más y caes rendido a la cama.

DOMINGO 18 / Reencuentro
Llegan tus tíos de Argentina. Tu tío P., el hermano de tu padre, no ha vuelto desde que se fue hace cincuenta y siete años. Tu tía M. sí que ha venido alguna vez después, pero muy pocas. Es un día emotivo. Un reencuentro y un encuentro. Veis por primera vez al hermano de tu padre.

De toda la familia, sólo tu padre y dos hermanos se quedaron en España. El resto se fue a Argentina a finales de los cincuenta. Primero se fue tu abuelo, y después tu abuela y los demás hijos. Tu abuela volvió una vez, cuando tu eras pequeño. A tu abuelo no lo conociste. Tu padre nunca viajó allí.

Los lleváis a comer al Yeguas, donde os tratan como si fuerais de la casa y no paran de sacar platos de todo. Los argentinos se sorprenden de la voracidad de sus sobrinos, que se lo beben y se lo comen todo. Tu tío cuenta chistes como tu padre. Por un momento, ves su rostro en él; es incluso incómodo y siniestro mirarlo. Hablan de la familia, enseñan fotos, os ponen al día de todo. Tienes la sensación de que habéis perdido algo en esa distancia, un trozo de familia, algo que sientes al mismo tiempo cercano y extraño.

Hablan también de tu abuelo. Te enteras de muchas cosas que no sabías. Te das cuenta de que allí hay una muy buena historia. Una de esas que aparecen en las novelas. Y piensas que quizá esa historia la tengas que contar tú. Lo piensas en serio. Y te lo prometes en silencio. Ese será tu próximo proyecto.

Os despedís en la puerta del hotel. Lágrimas y llantos. Sabes que tus hermanos difícilmente se van a animar a cruzar el charco. Y al mismo tiempo estás convencido de que, antes o después, tú sí que irás a conocer a tu familia, a toda la que falta. Es algo que no puedes seguir demorando.

LUNES 19 / Gestiones
Todo el día contestando mails y corrigiendo trabajos. Casi no te levantas de la silla. Una jornada lleno de burocracia.

MARTES 20 / Barba
Te levantas temprano a correr. Hace una semana ya que no lo haces. Te cansas pronto. Después, ducha y a clase. Es la última en Historia del Arte. Al final se te ha hecho corto. Por la tarde tienes unos minutos libres y quieres recortarte la barba. La llevas demasiado larga y quisieras retocar las puntas, adecentarla. Cuando notas la tijera sobre tu rostro te das cuenta de que al barbero se le ha ido la mano. Al mirarte en el espejo te entran ganas de llorar. Sientes una especie de castración simbólica.

A las ocho, N. ha convocado sus 4000 seguidores de Twitter a una quedada. Vas con R. Es curioso desvirtualizar y tocar a la gente que sólo conoces por su avatar. Muchos ya son amigos corporales. Las redes al final acercan más que alejan.

Compráis un kebab y volvéis a casa. Te acuestas a las tantas pasando tu curriculum a una aplicación para solicitar una instancia. Hay que cambiarlo todo. No vale lo anterior. Algún día alguien debería pensar en un formato único. Cada cambio de formato son días perdidos. En tu vida llevas unos cuantos.

MIÉRCOLES 21 / Escribir
Última clase hoy en Filosofía. También sientes que se ha pasado rápido. Después, antes de regresar a casa, pasas por el centro comercial y te compras la camiseta del Madrid para ver la final el próximo sábado. La blanca se transparenta y de la naranja no queda tu talla. Te decides por la azul y le pones el número de Bale. Eres como un crío.

Por la tarde, sacas la novela y comienzas a escribir. Has enviado todos los mails, has entregado todas las cosas pendientes de esta semana. Tienes, por fin, tiempo para volver a lo que más te interesa. Por la noche continúas. Lo haces hasta entrada la madrugada. No puedes parar. Has comenzado a escribir ya a ordenador y te embalas.

JUEVES 22 / Spoiler
Te levantas y sigues escribiendo por donde lo dejaste anoche. Te acostaste a medio dar forma a una frase y nada más sentarte frente a la pantalla la continúas. Es el mejor modo de seguir, dejarse algo a medio en la noche y acabarlo al levantarse. Avanzas bastante hoy. Más de lo que imaginabas. Y estás toda la mañana sin levantarte de la silla.

Entre las sesiones de escritura, lees Corazón tan blanco. Hay algo del tono de Javier Marías que quieres incorporar, sobre todo la oralidad, el decir, el ritmo, la cadencia. Es curioso lo que sucede siempre con los grandes autores: en cuanto se lee algo de ellos, el estilo se pega inmediatamente.


Al llegar de trabajar, R., sin querer, te hace un spoiler de Juego de Tronos y te dice quién va a morir próximamente. Eso le quita emoción a la serie, te dices. Pero inmediatamente cambias de opinión. Piensas que la vida es un spoiler continuo. Hay demasiadas cosas que sabemos que van a pasar y que aun así siempre nos sorprenden. Incluso la más terrible de todas, la que sucederá en nuestro último capítulo. Esa nadie se atreve a nombrarla.

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