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Abracismo

Bueno, vamos terminando cosas. Al menos, hemos cerrado el asunto presentaciones. La de Madrid también fue maravillosa. Javier Moreno y Fernando Castro no pudieron estar mejor. En concreto, Fernando hizo una de sus habituales performances llenas de sabiduría. Apenas me dejó hablar, pero casi que lo agradecí. Al fin y al cabo, en estos actos el que menos debe hablar es siempre el escritor, que casi tendría que llegar allí a decir "ola k ase". O, como mucho, cantar en plan Lina Morgan "agradecido y emocionado, solamente puedo decir, gracias por venir".

La verdad es que el viernes tampoco es que me diera tiempo a más. Ya lo habían dicho todo. Fernando preparó incluso un power point con imágenes de todo tipo. Fue una conferencia encubierta. Sobre un ensayo encubierto –se podría argumentar–. Pero no faltó el humor. Y eso es siempre lo importante. Y tampoco faltaron los amigos. Eso es aún más importante. Me hizo mucha ilusión encontrarme allí a amigos que hacía años que no veía. Y también encontrar a muchos amigos que aún no había desvirtualizado. Amigos de Facebook o Twitter a los que ponía cara e intimidad, pero aún no había llegado a tocar. A veces es necesaria la cercanía real. Y uno comprueba en ella que la otra, la virtual, también tiene su presencia, que el afecto es real y que la amistad es amistad real, por muy digital y 2.0. que sea.


Para los que tengan curiosidad por todo lo que allí se dijo, aquí os dejo una estupenda crónica que hicieron los chicos de Todoliteratura, una web que los amantes de los libros no deberían dejar pasar.

Besos y abrazos, sí. Para eso sobre todo sirven estos actos. Para el último ismo de la historia de la historia del arte: el abracismo –que tantas veces ha nombrado precisamente Fernando Castro–. Aunque sólo sea por eso, por encontrar tanta y tan buena gente por ahí, ha merecido la pena escribir el libro.




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