De un tirón

–Soy lo peor.
–¿Qué dices?
–Eso, que soy lo peor.
–A ver, cuenta, que siempre tienes una.
–Que tendría que estar muy contento, pero siento un placer extraño, casi contradictorio.
–Miedo me das...
–Es que estoy recibiendo los primeros comentarios de la gente que ha leído Intento de escapada, y la mayoría de la gente me dice que la ha leído "de un tirón". Dos tardes. Dos días. Una tarde y una noche... Alguno me ha dicho que no podía parar en una tarde se la ha ventilado.
–Coño, eso está muy bien, ¿no?
–Sí, claro. Me alegra muchísimo. Eso es signo de que está gustando.
–Entonces, ¿cuál es el problema?
–Pues que... ufff, no sé, es difícil de explicarlo. Quizá sea la sensación de que todo el esfuerzo realizado, los desvelos, los azares, las miles de horas invertidas, los quebraderos de cabeza..., todo este tiempo invertido acaba en un momento. De un tirón.
–Pero es que esos son los tiempos de la literatura. A estas alturas de la película deberías saber que hay una disimetría entre el tiempo de escritura y el tiempo de lectura. No puedes pretender que alguien esté leyendo tu novela todo del tiempo que tú has estado escribiéndola. Si así fuera, en la vida tendríamos tiempo de leer cuatro o cinco cosas.
–Por supuesto. Estoy de acuerdo. Y no pretendo eso. De hecho, si alguien me dijera que lleva varias semanas o varios meses leyendo la novela sentiría que habría fracasado. Es una novela corta. Y lo suyo es que se lea rápido. Yo también devoro de una tacada los libros que me gustan. Y hasta ahora escribía al autor –si lo conocía– a decirle "lo he leído de un tirón", no lo he podido soltar, como si eso fuera el mayor halago. Sólo ahora tomo conciencia de lo que realmente eso significa.
–Significa que te ha gustado, no le des más vueltas.
–Ya. Pero para el escritor –ahora lo sé– hay una especie de tristeza no evidente, una suerte de duelo por la pérdida de su obra. Tanto esfuerzo, tanto tiempo... para unas cuantas horas.
–Joder, colega, no te has enterado de nada. Es la literatura. No quiero imaginarme cómo te sentirías si fueras cocinero. Toda la mañana, la elaboración de un plato exquisito, que se devora en dos bocados. No puedes pretender que la creación tenga el tiempo de la producción. Son cosas diferentes, experiencias diferentes, tiempos diferentes.
–Lo sé. Yo lo pienso casi más como el cine, o como el arte. Años de trabajo en una película, para que después pasen en una hora y media. Y ya está. Tantos desvelos... para un momento.
–Pero piénsalo bien. No es sólo un momento. Es también lo que hay después. Si la obra es buena –y no estoy diciendo que la tuya lo sea; aún no la he leído– al tiempo de lectura –al tiempo de visión– hay que sumar también el tiempo y la experiencia de reverberación. Si la obra realmente funciona –más allá del mero entretenimiento– hay una temporalidad que trasciende la página, el libro, el objeto, la pantalla. Ésa es la temporalidad importante. Y esa no se puede medir, porque no tiene límites. Los libros buenos te acompañan siempre; los recuerdas cuando menos te lo esperas.
–Es cierto. Tienes razón.
–Sí, pero no te ilusiones. Ya te he dicho que no he leído lo tuyo. De momento, parece que la primera parte de la ecuación parece que más o menos está siendo satisfactoria. La otra, la vida del libro más allá del libro, la reverberación... de esa no sabes nada. Y mejor que no lo sepas. Tú, a lo tuyo. Céntrate y ponte a escribir. Disfruta, claro, del logro –has conseguido acabar y publicar algo en lo que has trabajado mucho tiempo–, pero no te obsesiones con las impresiones o la crítica. Ya no puedes hacer nada. Has hecho –eso espero– todo lo que estaba en tu mano. Ahora te toca continuar. Y seguir aprendiendo. No seas tonto, y escucha lo que tengan que decirte. No sólo los halagos, sino sobre todo las críticas, los consejos, los comentarios. Al final, los libros no los escribes para ti sino para los demás. Y si no escuchas y ves lo que puedes aprender la cosa no tiene sentido.
–Así lo haré. Muchas gracias. Tienes respuestas para todo.
–Eso quisiera. Anda, descansa por hoy y lee un poco, que sé que es lo que más te gusta.
–Cómo me conoces...
–Como si te hubiera parido.


Comentarios

  1. Si te sirve de consuelo, yo no la leeré de un tirón. Dará igual que me guste mucho, poco o regular. Yo leo despacio. Si no me gusta mucho lo que leo, se me hace largo, me da pereza cogerlo. Si me gusta, voy con el freno de mano echado, saboreando. Los tiempos no cambian mucho en función de si me gusta o no me gusta lo que leo. Pero vamos, desde ya te lo digo: de un tirón no la voy a leer. Estoy harto de correr para todo

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  2. "Escribí el libro de un tirón" -- Intento de Escapada, p. 231.

    Lo leí en una tarde, lo siento...

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  3. Leandro, confío en ti entonces para que la lectura se extienda en el tiempo. Y también mi vecina, que dice que ya lleva dos páginas y que quizá lo acabe para Navidad.

    Y, François, no te preocupes, ;) En el fondo me encanta eso y me produce un gran placer. Por cierto, muchas gracias por la referencia. No recordaba que había escrito eso. "Escribí el libro de un tirón". Es verdad. Imaginé al protagonista escribiéndolo compulsivamente –todo lo contrario que yo, que me costó sudor y calentamientos de cabeza varios–, y quizá esa sensación y necesidad de acabarlo "de un tirón" se transmita. No lo había pensado, no.

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  4. Leandro, confío en ti entonces para que la lectura se extienda en el tiempo. Y también mi vecina, que dice que ya lleva dos páginas y que quizá lo acabe para Navidad.

    Y, François, no te preocupes, ;) En el fondo me encanta eso y me produce un gran placer. Por cierto, muchas gracias por la referencia. No recordaba que había escrito eso. "Escribí el libro de un tirón". Es verdad. Imaginé al protagonista escribiéndolo compulsivamente –todo lo contrario que yo, que me costó sudor y calentamientos de cabeza varios–, y quizá esa sensación y necesidad de acabarlo "de un tirón" se transmita. No lo había pensado, no.

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  5. Lo lei del tiron. Un libro singular y sugerente que invita a la reflexión. Marcos es un personaje bien construido aunque pueda ser real.

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