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Seis años, y un origen.

Hoy hace seis años que comencé este blog. 29 de diciembre de 2006, lejos ya. La primera entrada la titulé "Buen comienzo, mañana más". Y su contenido era una cita de E. M. Cioran: "Podemos imaginarlo todo, predecirlo todo, salvo hasta dónde podemos hundirnos". Nada más. La cosa parecía empezar, pues, con mal agüero, casi como una especie de crónica del hundimiento y la caída al fango. En seis años ha habido de todo, pero, más que de un hundimiento, muchas veces el blog se ha convertido en una herramienta para salir a flote, una especie de salvavidas digital, intangible, al que me he podido ir agarrando para aclarar ideas y saber lo que realmente pensaba.

Los primeros años del blog fueron, sin duda, los mejores. El blog antes de Facebook y Twitter. Antes de el microblogging y las comunidades digitales. En aquellos años, creo que de 2006 a 2010, en el blog había de todo. Fue realmente un no(ha)lugar, un espacio en el que se situaba todo lo que no cabía en otros textos. Había pensamientos sueltos, microrrelatos, chistes, tonterías, vivencias, intimidades, relatos, textos de opinión... Esta mañana he estado echando un vistazo a esos primeros años y he sentido algo de nostalgia. Está allí casi toda la vida. El blog era una especie de espejo con memoria. Pero ya no lo es tanto. Ahora se parece cada vez más a un cuaderno que uno ya no quiere untar tanto como en un principio. Un cuaderno en el que uno escribe con un cierto sentido de permanencia. Y ya no dibuja en los márgenes, ni hace garabatos mentales o mete flores secas entre las hojas. No. Ahora está todo mucho más limpio. Demasiado limpio, quizá. Sí, demasiado limpio. 

Me hago una promesa para 2013. Volver a ensuciar esto, a llenarlo de restos, sobras, anotaciones, tonterías. Se ha convertido en un espacio demasiado engolado, casi como un texto en papel, un lugar serio, donde el ruido parece haberse ido apagando poco a poco. Y la vida es ruido.  

Ahora solo hago el payaso en Twitter y en Facebook, y aquí, salvo los diálogos de los últimos meses, he dejado de escribir peri-textos y pensamientos sueltos e inmediatos, es decir, ideas. Y esto no es bueno. Sobre todo por una cosa, porque parece que delimita claramente los espacios y los modos de comportamiento. El otro día un amigo me decía que yo había cambiado porque había comenzado a tomarme en serio, y antes no lo hacía. Confieso que no lo entendí en un primer momento. Ni quise darle la razón. Pero ahora veo que probablemente la tenía toda. De un tiempo a esta parte parece he separado los diversos roles: escritor, profesor, crítico, gilipollas... Y creo que deben volver todos al mismo lugar. No puedo crearme un personaje. No puedo aparentar que soy serio cuando no lo soy del todo –soy un payaso visceral–, o que soy muy gracioso –cuando en el fondo estoy atravesado por la melancolía–. Así que a partir de ahora esto volverá a ser un espacio de todo. De idioteces, de crítica literaria, de comentarios sobre libros, de opiniones, de reflexiones... un no(ha)lugar donde todo se mezcla, y donde nada es más importante que otra cosa. 

Una vuelta al origen, si es que eso es posible; al menos, a cierto origen, a cierta idea de lo que debe ser un blog. Y para esa vuelta, nada mejor que tomar una cita de Cioran, como la que preside el blog, y como la de la primera entrada. Una cita intempestiva:
"Quisiera que me acariciaran unas manos por las que pueda fluir el Tiempo...... o que me lloren unos ojos arrancados de un Paraíso en llamas."
Sí. Eso es lo que quisiera. 

Comentarios

  1. A mí a veces también me entra la nostalgia de esa dorada del blog; recuerdo con especial cariño ese año, 2006. Una comunidad fiel y no tan numerosa como la de FB que daba un poco sentido a lo que escribíamos. La nueva etapa también tiene otros atractivos, no sé si la cambiaría por aquella, aunque fue buena, fue bueno vivirla.

    Me alegra que le vayas a dar un nuevo brío al blog. Cuenta con un nuevo lector atento.

    saludos
    E

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  2. Mil gracias. Esa época fue buena; había una especie de ingenuidad tecnológica que hoy se ha convertido en hastío y promesa incumplida. De todos modos, quizá yo tampoco la cambio.

    Encantado, en cualquier caso, de tenerte por aquí.

    Saludos de vuelta.
    M

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