Conversación sobre nada
–Oye, ¿qué pasa con tu blog que no escribes nada nuevo?
–No sé, empiezo a pensar que no tengo mucho que decir.
–Se te ha secado la imaginación.
–Eso es. No encuentro nada nuevo que escribir.
–Pues haz como antes. Relata tu experiencia.
–Me resulta difícil.
–¿Es que ya no te ocurren cosas o es que no quieres contárnoslas?
–No eso. Me ocurren muchas, como a todos. De hecho, esta semana pasada ha sido dura. Cosa rara. Estuve en Medellín, donde disfruté hablando de John Cage y el silencio y conocí a gente estupenda. Pero a la mitad me tuve que venir corriendo.
–¿Y eso?
–El padre de womahn murió de repente.
–Qué putada. Lo siento.
–Ya ves, qué te voy a contar a ti que no sepas. La vida es tan cabrona a veces. Además, iban las cosas demasiado bien.
–¿Y eso qué tiene ver?
–Qué se yo, a veces piensa uno que cuando todo va perfecto, mejor incluso de lo que debería, el universo tiende a regularse y a buscar el equilibrio.
–Eso es una gilipollez.
–Lo sé. Pero no puedo dejar de pensarlo.
–Pues allá tú.
–...
–Volviendo a lo de antes. Si te siguen pasando cosas, ¿por qué no lo cuentas? ¿Qué pasa, lo dejas para el Facebook?
–No es eso, aunque algo hay de verdad. Quizá la experiencia –la necesidad de compartirla– se desactiva una vez comunicada y luego aquí ya me cuesta trabajo elaborarla.
–¿Que te cuesta trabajo escribir?
–Sí. No es tan fácil, ¿sabes? La tontería de Facebook se escribe en treinta segundos. Pero un post del blog, aunque sea una imbecilidad como esta que me está saliendo ahora, se lleva su media hora, si no más. Y no está la cosa como para perder tiempo.
–¿Y por qué no lo cierras, entonces? Muerto el perro, se acabó la rabia.
–Pues tampoco lo tengo muy claro. Me gusta de vez en cuando habitar este espacio. Es diferente.
–Diferente, ¿de qué?
–De otros lugares. Por ejemplo, de Facebook. Hay más intimidad.
–Sí hombre, intimidad...
–De algún modo. Aquí estoy yo solo. Lo mismo, en la época de las redes sociales, el blog viene a ser sinónimo de soledad, de monólogo, más allá del parloteo constante de otros espacios.
–Quizá tengas razón. Lo que no entiendo entonces es por qué entonces escribes ahora a través de esta conversación tan tonta que no va a ningún lugar.
–A eso no te puedo responder. Además, no la he empezado yo. Me has preguntado tú que por qué hacía tiempo que no escribía en el blog.
–Es verdad, perdona, mi memoria me traiciona.
–No te preocupes.
–Aun así creo que deberíamos parar ya.
–Tú mandas. Pero estamos a gusto aquí. Afuera hay demasiado movimiento. Y comienza a hacer frío.
–Es cierto, pero es que esto se parece cada vez más a una novela de Tao Lin.
–Es posible. Me están entrando ganas de masturbarme.
–¿Lo ves? Te lo dije.
–...
–Estas cosas las carga el diablo. Empiezan como una tontería, en un momento te pones serio y relatas experiencias. Y luego al final todo se convierte en un sindiós.
–Puede ser. No sé.
–¿Estás algo tonto hoy?
–Quizá. Es un día raro.
–Pues dale a save y publish.
–¿Qué?
–Que lo guardes y lo publiques.
–Me da vergüenza ajena. Estoy desvariando.
–Por eso. Cierra ya.
–Bueno, te haré caso. Además, no tiene mucho sentido seguir. No creo que nadie haya llegado hasta aquí. No están las cosas como para leer estas tonterías con la que hay montada.
–Cierra ya.
–Vale. Voy.
–Cierra.
–Espera.
–Corta ya.
–Solo un poquito más. Dime algo, una frase. Dame esperanza. Me da miedo quedarme solo.
–Vete a la mierda.
–Eso es lo que quería oír.
–No sé, empiezo a pensar que no tengo mucho que decir.
–Se te ha secado la imaginación.
–Eso es. No encuentro nada nuevo que escribir.
–Pues haz como antes. Relata tu experiencia.
–Me resulta difícil.
–¿Es que ya no te ocurren cosas o es que no quieres contárnoslas?
–No eso. Me ocurren muchas, como a todos. De hecho, esta semana pasada ha sido dura. Cosa rara. Estuve en Medellín, donde disfruté hablando de John Cage y el silencio y conocí a gente estupenda. Pero a la mitad me tuve que venir corriendo.
–¿Y eso?
–El padre de womahn murió de repente.
–Qué putada. Lo siento.
–Ya ves, qué te voy a contar a ti que no sepas. La vida es tan cabrona a veces. Además, iban las cosas demasiado bien.
–¿Y eso qué tiene ver?
–Qué se yo, a veces piensa uno que cuando todo va perfecto, mejor incluso de lo que debería, el universo tiende a regularse y a buscar el equilibrio.
–Eso es una gilipollez.
–Lo sé. Pero no puedo dejar de pensarlo.
–Pues allá tú.
–...
–Volviendo a lo de antes. Si te siguen pasando cosas, ¿por qué no lo cuentas? ¿Qué pasa, lo dejas para el Facebook?
–No es eso, aunque algo hay de verdad. Quizá la experiencia –la necesidad de compartirla– se desactiva una vez comunicada y luego aquí ya me cuesta trabajo elaborarla.
–¿Que te cuesta trabajo escribir?
–Sí. No es tan fácil, ¿sabes? La tontería de Facebook se escribe en treinta segundos. Pero un post del blog, aunque sea una imbecilidad como esta que me está saliendo ahora, se lleva su media hora, si no más. Y no está la cosa como para perder tiempo.
–¿Y por qué no lo cierras, entonces? Muerto el perro, se acabó la rabia.
–Pues tampoco lo tengo muy claro. Me gusta de vez en cuando habitar este espacio. Es diferente.
–Diferente, ¿de qué?
–De otros lugares. Por ejemplo, de Facebook. Hay más intimidad.
–Sí hombre, intimidad...
–De algún modo. Aquí estoy yo solo. Lo mismo, en la época de las redes sociales, el blog viene a ser sinónimo de soledad, de monólogo, más allá del parloteo constante de otros espacios.
–Quizá tengas razón. Lo que no entiendo entonces es por qué entonces escribes ahora a través de esta conversación tan tonta que no va a ningún lugar.
–A eso no te puedo responder. Además, no la he empezado yo. Me has preguntado tú que por qué hacía tiempo que no escribía en el blog.
–Es verdad, perdona, mi memoria me traiciona.
–No te preocupes.
–Aun así creo que deberíamos parar ya.
–Tú mandas. Pero estamos a gusto aquí. Afuera hay demasiado movimiento. Y comienza a hacer frío.
–Es cierto, pero es que esto se parece cada vez más a una novela de Tao Lin.
–Es posible. Me están entrando ganas de masturbarme.
–¿Lo ves? Te lo dije.
–...
–Estas cosas las carga el diablo. Empiezan como una tontería, en un momento te pones serio y relatas experiencias. Y luego al final todo se convierte en un sindiós.
–Puede ser. No sé.
–¿Estás algo tonto hoy?
–Quizá. Es un día raro.
–Pues dale a save y publish.
–¿Qué?
–Que lo guardes y lo publiques.
–Me da vergüenza ajena. Estoy desvariando.
–Por eso. Cierra ya.
–Bueno, te haré caso. Además, no tiene mucho sentido seguir. No creo que nadie haya llegado hasta aquí. No están las cosas como para leer estas tonterías con la que hay montada.
–Cierra ya.
–Vale. Voy.
–Cierra.
–Espera.
–Corta ya.
–Solo un poquito más. Dime algo, una frase. Dame esperanza. Me da miedo quedarme solo.
–Vete a la mierda.
–Eso es lo que quería oír.
Esto está pasando.
ResponderEliminarEstuviste en Medellín, no lo supe, pero te habría mostrado algo hermoso.
ResponderEliminarPues una pena. Volveré, espero, en algún momento. Y esa vez avisaré.
ResponderEliminarAbrazos
No sé si el universo tiende a regularse y buscar el equilibrio, pero de lo que sí estoy casi seguro es de que uno nace con una cantidad determinada de suerte adjudicada. Unos más, otros menos... pero cada uno tiene la que le toca. Si te pasas por un lado, se te quitará por otro. De hecho, yo no juego a la lotería y aledaños precisamente por eso, por si me toca y me tengo que arrepentir.
ResponderEliminarPor lo demás, pues está bien esto, hombre. No es facebook, ni mucho menos twitter. Aquí siempre espera uno encontrar un poco más, y normalmente lo encuentra. No lo cierre usted
Lo siento mucho por ti y por womahn aunque no la conozca pero es igual es un golpe muy duro para ella sobre todo, ánimo a los dos y ni se te ocurra dejar de escribir con lo que nos gusta leerte. Un beso a los dos. Marta
ResponderEliminarreal life. siempre tiendo pensar que cuando algo va tan sumamente bien terminará implosionando. Siempre me preparo y espero y paso meses de dolor prematuro sin que nada sucede. MASOOOQUISMO
ResponderEliminarsuceda*
ResponderEliminar