In the mood for Bernhard
Preparando un texto sobre Bernardí Roig, vuelvo a Thomas Bernhard y me doy cuenta de que nunca tenía que haberme ido de allí, sobre todo porque me está costando volver. Bernhard ha sido una lectura central de estos años. El malogrado, Helada o Maestros Antiguos son pilares básicos de mi formación como lector y, sobre todo, de mi visión del mundo. Sin embargo, estos días, cuando volvía a Berhnard después de haberlo dejado durante algún tiempo –demasiado–, he constatado que no era tan fácil volver a caer en sus garras. Leer El italiano –uno de los textos básicos para el trabajo sobre Bernardí–, después de haberme metido en el cuerpo estos meses dosis altas de literatura contemporánea, está siendo una experiencia de reajuste. Estoy teniendo que poner mi organismo en modo "angustia" y no acabo de hacerlo funcionar del todo. Me está pasando igual con Klossowski, Bataille o Blanchot, también referencias cercanas, que el cuerpo tiene que ponerse a tono y no hay manera. Quizá sea que estos días de verano tengo yo el cuerpo revoltoso y juguetón y no me apetece el fango, aunque sepa y tenga claro que el fango es mi terreno natural. Por eso Bernhard, mi querido Bernhard, que tantas noches me ha privado del sueño, me ha pillado literalmente a contrapié. Por supuesto, enseguida entra uno al trapo. Pero me ha sorprendido cómo lo que, en principio, creía natural en mí, me está resultando tan impostado. Supongo que será cuestión de tiempo. A fuerza de invocar el desgarro pasado, la herida comenzará de nuevo a sangrar. De momento, apenas estoy viendo las cicatrices.
Seguro que conoces La orden de las pajilleras de la caridad...estas jóvenes monjitas ofrecían cosuelo a los soldados heridos, en ambos bandos, durante las contiendas carlistas. (m)
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