Ir al contenido principal

Unión

Las dimensiones de la catástrofe de Japón son tales que difícilmente podemos hacernos una idea real de lo que ha sucedido. Las imágenes que hemos visto de la destrucción contribuyen de hecho a esta imposibilidad de imaginar el desastre. Imágenes que nos recuerdan a las de las películas de catástrofes naturales donde lo humano apenas es representado. La gran ola, las casas cayendo, los barcos hundiéndose, la fuerza de la naturaleza destruyéndolo absolutamente todo… pero, paradójicamente, ni un solo cuerpo. Sorprende –para bien– el pudor del pueblo japonés, velando los cuerpos, quitándolos de la vista. Sorprende, también, las pocas tragedias individuales que se han contado. Por supuesto, las hay, como en todos los lugares. Pero lo que vemos, lo que se transmite, es la unión del pueblo japonés. Incluso los trabajadores que arriesgan su vida para enfriar el núcleo de la central nuclear son trabajadores anónimos. Son individuos, claro está, pero sobre todo son pueblo. Qué alejados estamos del sentido heroico de Occidente, donde la fama consiste en la individuación, en la diferencia respecto a los demás y nunca en la unión con el otro. En Japón, el heroísmo es entendido como la fusión con la tradición. La propia ritualización de la vida cotidiana tiene que ver con eso, con el sentido de que en cada cosa hay una condensación del mundo. Y cuando tanta gente ha muerto, cuando los pueblos han sido destruidos y prácticamente borrados del mapa, aferrarse a la fuerza de la tradición, a los ancestros, confiar que en cada acto de la vida está todo presente, no sólo sirve para seguir viviendo, sino también para construir, de nuevo, un futuro.

[Publicado en La Razón, 18/03/2011]

Comentarios

  1. Ni un solo cuerpo, ni una lágrima. Más aplomo y entereza que pánico;oficinistas sujetando las estanterías, los ordenadores, peatones esquivando edificios enteros sin apenas correr, ¿histeria?, grabar juntos con el movil desde la terraza un barco que se estrella contra los vecinos, sin un mal grito de fondo,conscientes de que ya es todo suficientemente dramático.

    Aquí recreamos el apocalipsis cada vez que en un barrio explota una bombona de butano!

    ResponderEliminar
  2. Amén. Es otra manera de entender la vida y la muerte.

    ResponderEliminar
  3. Me han emocionado estas lineas. Yo tampoco consigo imaginarme el alcance real de la catastrofe...

    ResponderEliminar
  4. Enorme entrada, Mahn. Estas líneas son de lejos la mejor reflexión que he leído acerca de lo sucedido en Japón estos días, entre tanto sensacionalismo, tanta demagogia y tanta estupidez.

    O sea, que gracias.

    ResponderEliminar
  5. una sabia columna,
    por otra parte es curioso que ante el pueblo japonés tengamos esta sensación y ante Haití todo sea pena y sensacionalismo....
    dentro de un año Japón, seguramente o eso espero, se habrá saneado notablement y la herida será un recuerdo, en Haití, en cambio...el horror llego para instalarse.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario