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Lujo

Hace unos días se inauguró en la Fundación Banco Santander Espíritu y espacio, la exposición de las obras de la colección “Sandretto Re Rebaudengo”, que cuenta con lo más granado del panorama artístico internacional contemporáneo: Damien Hirst, Douglas Gordon, Cindy Sherman, Maurizio Cattelan y otros muchos. No veo el momento de llegar a Madrid para acercarme a contemplar algunas de las obras más sugerentes de los últimos años. Una exposición como esta, nos trae algunas piezas maestras, pero también nos hace pensar en el papel que ocupa el arte en la sociedad actual. Un papel doble, como discurso social y como mercancía de lujo. En una entrevista, la propietaria de la colección decía que lo que le interesaba del arte era sobre todo su implicación política con el mundo y su toma de conciencia de las injusticias que nos rodean. Es decir, lo que cuentan las obras. Pero, detrás de eso, hay algo muy diferente: lo que las obras son, que no es otra que el “patrimonio” de unos pocos que pertenecen a una clase privilegiada que puede permitirse estos objetos de lujo.

Precisamente, hace una semana Boris Groys, uno de los pensadores más lúcidos e incisivos del momento, afirmaba en una conferencia en Barcelona que “Gucci y Damien Hirst hacen lo mismo: objetos de lujo.” O lo que es lo mismo: que en el fondo, la belleza del arte es como la de un Ferrari, que lo vemos pasar por la calle y lo admiramos, pero que al final quien va montado dentro es el que se lo puede permitir. Cuando se nos llena la boca con la palabra “arte” y pensamos en cultura o sabiduría, debemos tener bien claro que, al mismo tiempo, y con mucha más razón, deberíamos también pensar en lujo, privilegio, propiedad privada, desigualdad y todo lo que esto conlleva.

Esta semana es la semana del mercado del arte. Arco, Art Madrid, Just Madrid... Confieso que, aunque me dedico a esto, sigo sin entender algunas cosas. Quizá por eso este año el curso de máster que me ha tocado impartir sea el de "Mercado del arte." En las cuatro semanas que dura, intentaré llegar a alguna conclusión, hacerme una idea de lo que verdaderamente supone el arte y la cultura en nuestra sociedad y su verdadera relación con la economía (no sólo la simbólica; que al final no es más que un señuelo). Problablemente no pueda llegar a otra cosa que a darle la razón a Benjamin y a afirmar que "no existe documento de cultura que no sea, a su vez, documento de barbarie".

[Publicado en La Razón, 11/02/11]

Comentarios

  1. Deberíamos comenzar a plantearnos, por lo que comentas y por algunas otras cuestiones, qué sentido tiene a día de hoy el arte como institución y como práctica en tanto que 'labor'.

    Benjamin con esa afirmación no estaba pensando, tan sólo, en la obra de arte, aunque, a raíz de tus observaciones sobre el mercado del arte y su institución a día de hoy, la obra de arte podría ser funcional para corroborar su cita.

    Un saludo

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  2. ¿quien decide lo que es arte en un momento dado de la historia?
    ¿no son los grupos de poder?
    Lo verdaderamente artístico es el saber venderse de algunos en cualquier época.
    Amar el lujo hace años se consideraba una horterada. Ahora tanto la izquierda como la derecha hacen ostentación sin pudor alguno.

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  3. Una cosa es el arte y otra muy diferente es el mercado del arte. Que tenga que haber alguien, alguna institución "divina" para decir lo que es arte y lo que no es algo que me trae de cabeza.
    El arte es un termino mucho más amplio, es una forma de sentir la vida, es algo mucho más cercano a todas las personas.
    ARCO es un "festival" más de arte, pero en el cual predomina el capital sobre el sentido más puro del Arte.

    Miguel Ángel, ¿estas dando seminarios en el Master de BBAA?. Si organizais alguna charla, mesa redonda o demás actividades abiertas a cualquier alumno de la Facultad, por favor publícalo en SUMA. Me gustaría asistir.

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  4. “No existe realmente el Arte, tan sólo hay artistas”..."
    (Ernest Gombrich)

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  5. El arte es la más bella de todas las mentiras.

    Van Gogh, un gran teórico del arte pero olvidado en este punto, escribió: Para triunfar se necesita ambición, y la ambición me parece absurda.

    Lo bastardo del arte es precisamente su comercialización, llegando hoy día a situaciones absurdas, ¿por qué un corazón hecho a base de cuchillos cebolleros cuesta 7000 euros?, ¿por qué van Gogh no valía nada vivo y cuesta millones ya muerto? ¿por qué si tengo un bonito paisaje del XVII me lo valoran en 10 y cuando descubren que lleva la firma de Velázquez pasa a costar 10000?

    Pero todo esto es lo mismo que pensar qué valor moral tiene el que sólo unos pocos se puedan permitir ciertos coches, con la última tecnología, cuando otros se tienen que conformar con los más baratos y simplotes, no sería más lógico que, a estas alturas, todos pudieramos disfrutar de lo mejor y no se siguiera jerarquizando la producción.

    En todo, hasta en el arte, el elemento ético juega un papel fundamental. Y en eso el ser humano es un experto, siempre jod... y teniendo una actitud clasista, porque todavía hay clases, y cada vez la distancia es mayor entre esas clases.

    Yo no puedo comprar ni un van Gogh ni un Gris, aunque he llegado a copiar alguno, y la satisfacción al hacerlo no ha sido la de un pretendido lujo sino el de la libertad de poder asir la obra y un poquito al autor, para conocerlos mejor y darme el gustazo de darle en las narices a los sothebys y compañía. Es lo bueno de la mentira del arte, es más universal de lo que algunos se creen, está hasta por encima de sus autores.

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