No he dicho aquí nada del "caso Santiago Sierra". Son varios ya los que me han dicho que me posicione sobre lo que opino acerca del desplante que Sierra hizo al Gobierno tras la concesión del Premio Nacional de las Artes. Copio aquí lo que publiqué en el periódico la semana pasada y le añado un comentario para ampliar algunas cuestiones:
"Las semana pasada se le concedió el Premio Nacional de las Artes Plásticas a Santiago Sierra, un artista cuya obra, sin duda alguna, es una de las apuestas más arriesgadas, incisivas y problemáticas del panorama artístico contemporáneo. Sierra trabaja siempre poniendo en jaque al sistema, pero manchándose las manos: explotando, remunerando y utilizando a seres humanos para sus obras, exactamente igual que lo podría hacer cualquier empleador contemporáneo. Su obra, por tanto, reproduce –y hace visible– situaciones que tienen lugar todos los días. Cuando me enteré de la concesión del premio, intuí enseguida que Sierra iba a aprovecharlo para “afrentar” a un gobierno que parecía no haber sido consciente de a quién premiaba. En efecto, Sierra rechazó el premio y montó un escándalo, acusando al sistema de amiguista y querer “acogerlo” dentro de una comunidad a la que accedía con este pago “por servicios prestados”. La jugada, si uno lo piensa bien, es perfecta para el artista. Su obra es reconocida públicamente, pero su carácter –y caché– de artista “político” crece al rechazar el premio. Y el gobierno también gana en cierto modo, ya que es respondido con este gran escándalo mediático que, sin embargo, legitima el premio en su propio rechazo. Lo que yo me pregunto es si la postura de Sierra ha sido coherente con su arte, que pretende reproducir el sistema sin situarse fuera de él, sin ser, como es habitual en el arte político, el bueno de la película. Quizá habría sido mucho más consecuente con esa lógica rechazar el premio, pero quedarse con los 30.000 euros. Sierra debería haber seguido la máxima, menos ética –él nunca lo ha sido– de “coge el dinero y corre.”
[Publicado en La Razón, 112/11/10]
Comentario:
Cuanto más lo pienso, más claro tengo que el rechazo no ha sido consecuente con su obra.Pero no pienso, como muchos, que también debería haber rechazado el trabajo en el Pabellón de la Bienal (aunque como él mismo ha observado se trataba de un trabajo –remuneración– y no de un premio), sino que debería haber aceptado el dinero del Ministerio. Aceptar el dinero no significa –como él sabe– aceptar las condiciones. Lo que no puedo comprender de ninguna de las maneras es que Sierra haya caído en algo tan burdo y fácil como la identificación entre gobierno y poder, y diga, sin sonrojarse, frases como: "nunca daré la mano a cómplices de la barbarie bancaria y militar". ¿Desde cuándo el mundo del arte, del que Sierra participa vorazmente, está alejado de esos lugares de poder que contribuyen a la barbarie? Ya en los años setenta artistas como Robert Morris se dieron cuenta de que el arte era cómplice de la guerra y la barbarie, que el artista no era alguien puro, sino una parte más dentro del sistema. Yo había pensado –y por eso la obra de Sierra me interesa– que Santiago era consciente de esta impureza, que sabía que no hay un afuera desde el que se pueda hablar con las manos limpias. Pero ahora resulta que nos ha salido ético y puro. Quizá eso, desde un punto de vista social, habría que valorarlo (un no bajarse los pantalones ante el reconocimiento), pero desde luego no es nada consecuente con su obra, al menos tal y como yo la he entendido. La carta enviada es de una ingenuidad absoluta. Quiero pensar que se trata de una performance perversa y que está jugando con todos nosotros. De lo contrario, ese reclamo de la postura ética y la integridad moral –viniendo de un artista como Sierra, al que admiro profundamente– me retuerce por dentro.
"Las semana pasada se le concedió el Premio Nacional de las Artes Plásticas a Santiago Sierra, un artista cuya obra, sin duda alguna, es una de las apuestas más arriesgadas, incisivas y problemáticas del panorama artístico contemporáneo. Sierra trabaja siempre poniendo en jaque al sistema, pero manchándose las manos: explotando, remunerando y utilizando a seres humanos para sus obras, exactamente igual que lo podría hacer cualquier empleador contemporáneo. Su obra, por tanto, reproduce –y hace visible– situaciones que tienen lugar todos los días. Cuando me enteré de la concesión del premio, intuí enseguida que Sierra iba a aprovecharlo para “afrentar” a un gobierno que parecía no haber sido consciente de a quién premiaba. En efecto, Sierra rechazó el premio y montó un escándalo, acusando al sistema de amiguista y querer “acogerlo” dentro de una comunidad a la que accedía con este pago “por servicios prestados”. La jugada, si uno lo piensa bien, es perfecta para el artista. Su obra es reconocida públicamente, pero su carácter –y caché– de artista “político” crece al rechazar el premio. Y el gobierno también gana en cierto modo, ya que es respondido con este gran escándalo mediático que, sin embargo, legitima el premio en su propio rechazo. Lo que yo me pregunto es si la postura de Sierra ha sido coherente con su arte, que pretende reproducir el sistema sin situarse fuera de él, sin ser, como es habitual en el arte político, el bueno de la película. Quizá habría sido mucho más consecuente con esa lógica rechazar el premio, pero quedarse con los 30.000 euros. Sierra debería haber seguido la máxima, menos ética –él nunca lo ha sido– de “coge el dinero y corre.”
[Publicado en La Razón, 112/11/10]
Comentario:
Cuanto más lo pienso, más claro tengo que el rechazo no ha sido consecuente con su obra.Pero no pienso, como muchos, que también debería haber rechazado el trabajo en el Pabellón de la Bienal (aunque como él mismo ha observado se trataba de un trabajo –remuneración– y no de un premio), sino que debería haber aceptado el dinero del Ministerio. Aceptar el dinero no significa –como él sabe– aceptar las condiciones. Lo que no puedo comprender de ninguna de las maneras es que Sierra haya caído en algo tan burdo y fácil como la identificación entre gobierno y poder, y diga, sin sonrojarse, frases como: "nunca daré la mano a cómplices de la barbarie bancaria y militar". ¿Desde cuándo el mundo del arte, del que Sierra participa vorazmente, está alejado de esos lugares de poder que contribuyen a la barbarie? Ya en los años setenta artistas como Robert Morris se dieron cuenta de que el arte era cómplice de la guerra y la barbarie, que el artista no era alguien puro, sino una parte más dentro del sistema. Yo había pensado –y por eso la obra de Sierra me interesa– que Santiago era consciente de esta impureza, que sabía que no hay un afuera desde el que se pueda hablar con las manos limpias. Pero ahora resulta que nos ha salido ético y puro. Quizá eso, desde un punto de vista social, habría que valorarlo (un no bajarse los pantalones ante el reconocimiento), pero desde luego no es nada consecuente con su obra, al menos tal y como yo la he entendido. La carta enviada es de una ingenuidad absoluta. Quiero pensar que se trata de una performance perversa y que está jugando con todos nosotros. De lo contrario, ese reclamo de la postura ética y la integridad moral –viniendo de un artista como Sierra, al que admiro profundamente– me retuerce por dentro.
Yo también creo, a pies juntillas, que es una performance.
ResponderEliminarNo creo que Sierra haya confundido al Gobierno (o sea, los políticos) con el Estado (o sea, tú y yo y el resto del pueblo soberano según se recoge en la Consti.) El que concede el Premio Nacional es el Estado, el Ministro correspondiente lo entrega en NUESTRO NOMBRE, no en el nombre del gobierno.
Hombre, lo que está claro es que ha aprovechado una oportunidad única para publicitarse sobremanera, lo cual es del todo lícito, si bien quizás la forma en que lo hace es bastante cuestionable desde muchos frentes. ¿Es por este gobierno en cuestión por el que no ha decidido recoger el premio? ¿Realmente ha percibido la cuantía y luego ha rajado para promocionarse? Me crea muchas dudas su maniobra, si en verdad quería haberle echado bemoles a su actuación a lo mejor ni siquiera debería haber optado por el "coge el dinero y corre", a lo mejor así es aún más incongruente consigo mismo y con su trayectoria, quizás lo que correspondía era pasar por completo, ni siquiera responder a tal llamamiento, hacer como si no hubiera existido, y seguir con su vida y con su obra, sin acabar pareciendo un artista más preocupado por causas socio-políticas que por el propio lenguaje y la naturaleza de su arte. Parece todo un gran juego donde realmente creo que el gran beneficiado ha sido él y el sistema, como decía la frase "Que hablen de tí, aunque sea para mal, pero que hablen de tí"
ResponderEliminaren todo caso pedirle a un ácrata, a un habitante del subterráneo que no identifique Gobierno con Poder, que no vea una complicidad de éstos con la banca y los militares o que se sienta parte del Estado me parece muuuucho... yo lo aplaudo
ResponderEliminarYo creo que una cosa es su obra en la que él determina cuál va a ser su posicionamiento y otra los premios que otros le otorgan. Puede que no sea este gobierno el que más se merece el desplante de Sierra pero ésa es otra cuestión. Él ha optado por un gesto de negación y radicalidad (sin violencia)creo que de algún modo nos plantea si estos gestos siguen siendo válidos para cambiar las cosas... Yo también admiro su trabajo y no creo que se haya equivocado. Marta
ResponderEliminarDesde la distancia geográfica, totalmente de acuerdo Miguel. Sierra está precisamente ubicado en la frontera de lo moral e inmoral, lo que hace pensar fosterianamente en una permanente actitud cínica, que por lo demás no me fastidia -me impresiona la cantidad de hipócritas que les fastidia Sierra. Es totalmente consustancial con el régimen al cuál pertenecemos, y siguiendo tu lúcido argumento extraña que haya elegido la vía de lo políticamente correcto.
ResponderEliminarSaludos desde Chile.
http://www.rtve.es/mediateca/videos/20101129/metropolis-santiago-sierra-2004/945193.shtml
ResponderEliminar