Cóctel de libros

Recupero, poco a poco, la normalidad lectora. Después de un verano compulsivo, ahora las cosas ya van más lentas. La rentrée al trabajo ha venido con exámenes varios y algún que otro texto que debía entregar. Aun así, he podido leer alguna cosa estos días.

Sin duda, la joya es La luz es más antigua que el amor, de Ricardo Menéndez Salmón (Seix Barral). Un lujo de libro que me ha tocado y conmovido por varias razones (personales y académicas) que contaré con detenimiento en un próximo post. Dedicaré a este libro una reseña extensa en unos días.

También leí Brindis, de Ismael Grasa (Xordica). No dije nada aquí. Pero me parece una novela redonda. Supuestamente simple, pero sutil y equilibrada. Cayó, asímismo, Pantanosa, de Francisco Miranda Terrer (Libertarias), una novela generacional que a los murcianos nos resulta entrañable y curiosa, aunque no sé si tanto para los lectores de otros lares. Seguí ahondando en Philip Roth, y después de Sale el espectro, que me pareció magistral, en medio de una "sesión remember", leí El mal de Portnoy, otro ejemplo de buen hacer y sabiduría narrativa. Un clásico moderno. Regresé a Houellebecq y revisité Ampliación del campo de batalla, y me resultó mucho más floja y débil que Plataforma (hasta el momento, para mí, lo mejor que ha escrito).

Volví momentáneamente la vista a la juventud y leí Zumbido, de Juan Sebastián Cárdenas (451). No me desagradó. Pero desde luego no llegó a dejarme k.o. y perturbarme como lo hizo La ciudad en invierno, de Elvira Navarro (Caballo de Troya). Había leído este libro con mucha premura cuando Elvira vino a Murcia, y tenía pendiente leerlo como Dios manda. Y caí rendido a sus pies. Acabé la lectura desconcertado y con una sensación de desasosiego como he tenido pocas veces.

Por cosas que tienen que ver con lo que estoy escribiendo ahora (para espiar fórmulas y soluciones), desfilé momentáneamente por Murakami. No había leído aún Tokio Blues. Y no recuerdo haberme saltado tantas páginas de seguido en una novela en mucho tiempo. Esto sí que lo vi ñoño y sin fuerza hasta decir basta. Si Al sur de la frontera al oeste del sol era un pastel, esto es una inmersión en el azucar y en lo empalogoso. Me gustó, en cambio, After Dark. Creo que es, con diferencia, lo que más he disfrutado del japonés.

Y hablando de azúcar y pastel, casi de carambola cayó en mis manos Castillos de cartón, de Almudena Grandes. Y de esto, para quedar bien, mejor no hablo. Hay que leer de todo. Es cierto. Y todo está permitido. Pero a veces el Mujer Hoy resiste mejor el análisis literario que alguna que otra obra de amoríos estudiantiles.

Creo que por ahí se me escapa algo más. Ah, por supuesto. He disfrutado, he aprendido y me he reído como hacía tiempo con €(R)0$. La superproducción de los afectos, el ensayo de Eloy Fernández Porta. Creo que es de las cosas más lúcidas que se han escrito en nuestro país sobre la sociedad postindustrial y el capitalismo avanzado, o emocional. Esperándome está la Pornotopía, de Beatriz Preciado. Seguro que, para variar, tampoco me decepciona.

Y ahora tengo la mesita llena. Iré poco a poco acabando lecturas. Allí están, por orden de depósito: La carte et le territoire, de Michel Houellebecq (Flammarion), Mi amor desgraciado, de Lola López Mondéjar (Siruela), La fiesta del asno, de Juan Francisco Ferré (DVD), Metamorfosis, también de Ferré.

Y, por supuesto, mi última adquisición, la de esta mañana, Perder teorías, lo último de Enrique Vila-Matas (Seix Barral). Intuyo que esta misma noche, este librito adelantará por la izquierda a todos los demás y caerá de una sentada –bueno, de una acostada–. Recuerdo con especial cariño la noche en que escuché parte de la conferencia que está en el origen del texto. Una noche que, en adelante, y por razones que me abstengo de revelar, fue conocida como la noche del "candidatu único".

Comentarios

  1. Por fin, alguien a quien no le entusiasma Murakami. Empezaba a darme un poco de vergüenza

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  2. Muchas gracias.

    Elvira N.

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  3. ¡He encontrado el libro que necesitaba! ¡Gracias mil! (y lo dicho, un cóctel estupendo... aunque Sputnik me ha gustado :D)

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