Redescubrimientos y reconquistas
Después de una semana de aúpa, por fin me puedo sentar con tranquilidad durante unos minutos frente al ordenador para hacer una breve y esquemática crónica de lo que ha sido la semana. Ha pasado tan rápido, que tengo que hacer esfuerzos para recordar:
1) Comienzo las clases de Teoría del Arte en Historia del Arte. Apenas tengo tiempo hasta el fin del cuatrimestre para lo que me ha tocado en liza impartir: la crítica de arte, de Diderot a Baudelaire. Me voy a saltar toda la parte antigua, y voy dar un giro mortal hasta Benjamin Buchloh, que he redescubierto estas semanas. El texto "Figuras de autoridad, signos de regresión" es una de las cimas de la historia crítica del arte contemporáneo. De mayor, quisiera escribir algo así.
2) Logro acabar también el texto para El ángel exterminador, la exposición que comisaría Fernando Castro en el BOZAR de Bruselas. Otro redescubrimiento: el último Buñuel.
3) Me fascina el seminario de Gayatri Spivak en el Cendeac, sobre todo, el hecho de ir de oyente, sin tener que preocuparme por nada más que por lo que dice el conferenciante. Una experiencia que había olvidado y que, poco a poco, comienzo a recuperar.
4) Ida y vuelta relámpago a Madrid: por fin, después de rellenar miles de papeles, consigo el visado para trabajar en Estados Unidos. Les ha faltado preguntarme por la marca y la textura del papel higiénico que uso.
5) Descubro en Madrid, gracias a José Luis Brea, la librería Electrico Ardor. Casi me arruino comprando ediciones latinoamericanas. Me traigo a casa todo Bellatin, un cargamento de Aira, algunas cosas de Chejfec, y un sinfín de traducciones de Benjamin, Badiou, Simondon y varias cosas más. Entre eso, y lo que he comprado en Paradox y La Central, se puede decir que ya han llegado los Reyes Magos.
6) No hay cosa que más me guste que florear durante unos minutos sobre los libros que he comprado. Ir saltando de uno a otro, como trazando caminos e itinerarios posibles antes de colocarlos en las estanterías. Sé que no tengo tiempo de leerlos todos ahora, pero me gusta tenerlos durante unos momentos sobre la mesa, como quien pone una bandeja de aperitivos. Y es que en cuanto entran a la estantería, se funden con el resto de "los que esperan" y pierden algo de su magia.
7) Llego de Madrid justo a tiempo para la cena de despedida que me organizan mis ex-compañeros de la Consejería. Noche larga, pero divertida. Les agradezco que me quieran. Esta mañana, bien tempranito, llego a casa rendido.
8) Cambio el número de teléfono móvil que he tenido desde hace casi diez años. Un hecho tan simple lo siento como un cambio radical y una especie de liberación de antiguas tiranías. Supongo que las cosas volverán a su curso rápidamente, pero mientras tanto, en dos días, ya he notado que casi nadie me llama. Voy reconquistando, poco a poco, un espacio privado que había perdido.
8) Disfruto, al fin, de un momento de soledad con womahn, la verdadera heroína de la historia.
1) Comienzo las clases de Teoría del Arte en Historia del Arte. Apenas tengo tiempo hasta el fin del cuatrimestre para lo que me ha tocado en liza impartir: la crítica de arte, de Diderot a Baudelaire. Me voy a saltar toda la parte antigua, y voy dar un giro mortal hasta Benjamin Buchloh, que he redescubierto estas semanas. El texto "Figuras de autoridad, signos de regresión" es una de las cimas de la historia crítica del arte contemporáneo. De mayor, quisiera escribir algo así.
2) Logro acabar también el texto para El ángel exterminador, la exposición que comisaría Fernando Castro en el BOZAR de Bruselas. Otro redescubrimiento: el último Buñuel.
3) Me fascina el seminario de Gayatri Spivak en el Cendeac, sobre todo, el hecho de ir de oyente, sin tener que preocuparme por nada más que por lo que dice el conferenciante. Una experiencia que había olvidado y que, poco a poco, comienzo a recuperar.
4) Ida y vuelta relámpago a Madrid: por fin, después de rellenar miles de papeles, consigo el visado para trabajar en Estados Unidos. Les ha faltado preguntarme por la marca y la textura del papel higiénico que uso.
5) Descubro en Madrid, gracias a José Luis Brea, la librería Electrico Ardor. Casi me arruino comprando ediciones latinoamericanas. Me traigo a casa todo Bellatin, un cargamento de Aira, algunas cosas de Chejfec, y un sinfín de traducciones de Benjamin, Badiou, Simondon y varias cosas más. Entre eso, y lo que he comprado en Paradox y La Central, se puede decir que ya han llegado los Reyes Magos.
6) No hay cosa que más me guste que florear durante unos minutos sobre los libros que he comprado. Ir saltando de uno a otro, como trazando caminos e itinerarios posibles antes de colocarlos en las estanterías. Sé que no tengo tiempo de leerlos todos ahora, pero me gusta tenerlos durante unos momentos sobre la mesa, como quien pone una bandeja de aperitivos. Y es que en cuanto entran a la estantería, se funden con el resto de "los que esperan" y pierden algo de su magia.
7) Llego de Madrid justo a tiempo para la cena de despedida que me organizan mis ex-compañeros de la Consejería. Noche larga, pero divertida. Les agradezco que me quieran. Esta mañana, bien tempranito, llego a casa rendido.
8) Cambio el número de teléfono móvil que he tenido desde hace casi diez años. Un hecho tan simple lo siento como un cambio radical y una especie de liberación de antiguas tiranías. Supongo que las cosas volverán a su curso rápidamente, pero mientras tanto, en dos días, ya he notado que casi nadie me llama. Voy reconquistando, poco a poco, un espacio privado que había perdido.
8) Disfruto, al fin, de un momento de soledad con womahn, la verdadera heroína de la historia.
Primer!!!
ResponderEliminarMe alegro por vuestra soledad reencontrada.
Un tema... con tanta compra de libro... ¿para cuando la inauguración de la "Biblioteca para mahníacos"?
Un abrazo de los fuertes.