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Juan Antonio Ramírez

Me entero por Salonkritik de la muerte de Juan Antonio Ramírez. Y no puedo reprimir mi sorpresa. Apenas lo conocí personalmente, aunque, curiosamente, fue la persona que clausuró el primer curso organizado por el Cendeac, Cartografías del cuerpo, en mayo de 2003. Mis encuentros con él se limitan a una cena, un viaje en coche a Alicante y algunas conversaciones esporádicas a raíz de su presencia en el encuentro sobre Estudios Visuales. Aunque nunca fue profesor mío, en nuestra universidad de Murcia, huérfanos de grandes maestros, su presencia era reclamada como una referencia a seguir. Su fugaz paso como alumno por Murcia y su amistad con algunos profesores del departamento de Historia del Arte nos sirvió para sentir su presencia como una realidad.

A sus 61 años, era sin duda una de las referencias de la Historia del Arte en nuestro país. Algunos de sus libros abrieron un campo de estudio que aún está por explorar. Muchos nos hemos hecho historiadores del arte aprendiendo con sus textos. Durante la carrera, con veinte años, recuerdo haber visto la luz después de leer Medios de masas e historia del arte o sus estudios sobre el cómic de posguerra o las arquitecturas del cine. Ramírez demostró una versatilidad increíble como historiador del arte, dando muestras de su saber hacer en los temas más diversos. De su extensa producción, me quedo sin duda con su libro sobre Duchamp, una de las mejores aproximaciones a las obras del artista francés, un libro que pone en movimiento una lucidez interpretativa y un trabajo documental serio y preciso. Un modelo de escritura y solvencia historiográfica.

Lo que está claro es que, para la Historia del Arte, su muerte representa una grandísima pérdida. Sin duda, tendría en mente numerosos campos por explorar y un sinfín de cuestiones por analizar.

En mi estantería de libros por leer, esperando con urgencia, estaba El objeto y el aura, uno de sus últimos trabajos, publicado por Akal. Esta semana, sin falta, y aunque sólo sea por rendir homenaje, lo leeré con el cuidado y la atención que merece.

Comentarios

  1. qué pena, me acabo de enterar.


    rm

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  2. Yo tuve la fortuna de ser alumna suya en la UAM, es una auténtica pena e increíble sorpresa.
    Ha muerto una de las grandes mentes de la historia del arte.

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  3. Yo también fui (afortunada) alumna de Ramirez en la Autónoma. Te enseñaba y te formaba; te ayudaba a pensar. Sus libros son joyitas en letras de molde... Lástima. Le echaré de menos cuando rebusque entre la bibliografía sobre la contemporaneidad...

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  4. Ramírez también fue profesor mío de Vanguardias... Le ví el otro día por el pasillo de la facultad, es de esa gente que nunca piensas que se vaya a acabar.
    Se dice: Ramírez. El amor y la muerte, incluso.

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  5. yo también fui alumna suya en la Autónoma hace más de 15 años, recuerdo sus clases con gran placer, enormemente productivas. Mi única matrícula de honor de la carrera la tuve en su asignatura y fue un motivo de orgullo para mi. Luego me he dedicado al derecho, y ha resultado que todos los conocimientos que me quedaron de aquella carrera son casi exclusivamente los que él nos transmitió.
    Al leer la noticia de su muerte hace unos días me dió un vuelco al corazón. No hacía ni dos semanas que me había acordado de él. Siempre he recordado cómo nos contó en clase que tenía una cortina de baño con el gran vidrio de Duchamp :)
    Que descanse en paz

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  6. De nuevo habla la voz de una antigua alumna de Juan Antonio. Yo lo fui hace justo veinte años y sigo sintiéndome alumna suya, aunque también mi carrera profesional me llevara hacia las bibliotecas. Pero ha dado la casualidad que hacía dos días, dos días nada más que acababa de leerme su último libro cuando saltó a la prensa la noticia de su fallecimiento, que justamente había ocurrido creo dos días antes...
    He mantenido una admiración a través de los años por su figura como docente , que en aquellos días supuso toda una revolución hacia la libertad. El tiempo no ha hecho más que valorara más aún su esfuerzo, como ya hace le tiempo le comenté.
    La historia del arte pierde un innovador investigador y los estudiantes un Maestro (con mayúsculas).
    Su legado, a parte de sus magníficas obras, somos todos nosotros, que tuvimos la inmensa suerte de ser sus alumnos, que hemos heredado su visión del arte y la hemos defendido y hasta transmitido. ¿Y no le olvidaremos!
    Inmaculada

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  7. En Costa Rica tuvimos la fortuna de recibirlo el año pasado, en estas mismas fechas. Hace poco recordábamos su grata presencia y la riqueza de sus conferencias; le ha dejado a nuestro país y a los historiadores del arte de la Universidad de Costa Rica una emoción inexplicable, nos llenó el alma y la mente con su sabiduría. Nos permitió compartir entre platillos y copas, anécdotas, ideas y un humor delicioso. Qué huella indeleble don Juan Antonio, se le agradecerá por siempre su visita, nosotros lo leíamos en las clases de historia como si fuese el maestro inalcanzable al otro lado del océano y gracias que lo pudimos conocer. Lamentamos profundamente su partida física, porque su legado será permanente, fuente inagotable de conocimiento y creatividad intelectual. Un sentido pésame a sus allegados, amigos y familia. Siempre respetable Juan Antonio Ramírez.

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  8. Le paré en un pasillo de la UAM y el dije admirar sus libros de Duchamp y la arquitectura del cine, el abrazo que me dio fue tan efusivo que aún lo recuerdo.
    Genio y figura,Luto en la cultura española

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