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Patología literaria

Esto ya roza la patología. El maratón de lecturas al que me estoy sometiendo estos días ha llegado hoy a su cima. Sin lugar a dudas, dos novelas en un día es demasiado. Y de esta índole, más. Hoy han caído, de cabo a rabo, Los crímenes de Oxford, de Guillermo Martínez, y Visita de tinieblas, de José María Latorre. La primera la he leído exclusivamente para examinar la estructura y el ritmo. Como ya había visto la película de Alex de la Iglesia, he podido descuidar algo la intriga de la trama y me he fijado casi exclusivamente en la forma. Tremendamente sencilla, pero efectiva. Avanza progresivamente hacia un objetivo sin detenerse en argumentos accesorios ni despistar demasiado al lector. Vamos, una novela policiaca tradicional con todos los ingredientes del manual de escritura negra. Precisamente, al mismo tiempo, entre ayer y hoy, también he leído Escribir novela negra, de H.R.F. Keating, y parece que Martínez lo sigue al pie de la letra. La manera de presentar los crímenes, de ocultar las pistas poniéndolas delante de nuestros ojos, el modo de resolver la acción... La verdad es que me ha servido bastante. Y me ha aclarado mucho sobre los entresijos de la escritura.

La otra novela, la de José María Latorre, Visita de tinieblas, no tiene nada que ver. Es una especie de revisitación gotizante del vampiro y lo demoniaco. Me ha parecido entretenida y también bastante conseguida. Quería buscar yo el tratamiento de situaciones de terror y miedo, y Latorre hace eso a la perfección. Sin duda, buscaré algo más de él. Un clásico de la literatura de terror en español. Recomendado para pasar unas horas "agradables".

Ahora, siguiendo en esa línea paranormal (aspecto fundamental para lo que estoy escribiendo), y mientras acabo La interpretación del asesinato y El enigma del cuatro (más mala que un dolor), voy a meterme ya en La muerte de Venus, de Care Santos y, especialmente, en Rojo alma, negro sombra, de Ismael Martínez, obra que, según he podido leer, se va constituyendo como una de las grandes revelaciones de la literatura de terror.

Con estas lecturas no me extraña que ya comience a ver objetos moverse en mi escritorio y que las luces del ascensor empiecen a parpadear cuando me subo. Dos libros más y las visiones están aseguradas.

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