Soy vila-matasiano
Anuntio vobis gaudium magnum, Enrique Vila-Matas ya tiene página web. Un motivo de alegría para sus seguidores, entre los cuales, sin ningún género de dudas, me encuentro. Vila-Matas ocupa un lugar destacado en mi canon literario, junto a Beckett, Bernhard y Blanchot. En los últimos tiempos, con ninguna otra lectura he conseguido disfrutar más que con sus libros y artículos. Como ya dije aquí hace unas semanas, en un lugar de su Dietario voluble, comenta Vila-Matas que los mejores libros son los que uno cree que podría haber escrito. Habla para escritores, es cierto, pero el caso es que con sus libros me ocurre exactamente eso, que siento que los podría haber escrito yo. Esto, por supuesto, es imposible, pues difícilmente puede uno manejar la prosa inteligente e irónica de Vila-Matas. Se trata más bien de la sensación de habitar un mundo completamente empático, de compartir unos modos, unas maneras y unos afectos hacia la vida y la literatura.
Desde aquí, a voz en grito, me declaro vila-matasiano (o como quiera que se pueda decir). Y lo hago como quien se declara budista o ecologista. Pero no como una profesión de fe ante un mesías que nos habla de lo desconocido, sino más bien como una actitud en la que me reconozco por completo. Una actitud que conduce hacia un mundo en el que desearía vivir. Un mundo poblado por escritores Bartlebys a los que la banalidad de lo existente les lleva a desaparecer o hacer como que desaparecen, a decir lo justo o a no decir nada. Un mundo infraleve de azares y casualidades, donde el silencio o el susurro sustituye al ruido exasperante de nuestra contemporaneidad.
Desde aquí, a voz en grito, me declaro vila-matasiano (o como quiera que se pueda decir). Y lo hago como quien se declara budista o ecologista. Pero no como una profesión de fe ante un mesías que nos habla de lo desconocido, sino más bien como una actitud en la que me reconozco por completo. Una actitud que conduce hacia un mundo en el que desearía vivir. Un mundo poblado por escritores Bartlebys a los que la banalidad de lo existente les lleva a desaparecer o hacer como que desaparecen, a decir lo justo o a no decir nada. Un mundo infraleve de azares y casualidades, donde el silencio o el susurro sustituye al ruido exasperante de nuestra contemporaneidad.
Sí, yo también. Lamentablemente, no siempre consigo estar, como lector, a su altura como escritor.
ResponderEliminarPor cierto, su web (sólo le he echado un ojo, pero pronto le echaré el otro durante un rato más largo) parece estupenda; y este blog tiene un pequeño hueco en ella. Enhorabuena.
En vista de tu interes en homenajear el Bartleby-way-of-life y q tus favoritos son Beckett, Bernhard y Blanchot... con tanta B deberias escribir Bila-Matas...
ResponderEliminarhombre, yo también soy vila-matasiano, pero leandro, tío, tampoco hay que pasarse.
ResponderEliminarvila-matas es lamata.
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