Llegadas

Llegué de Barcelona cargado de libros. Después de los dos días en Liber con los dientes largos (allí no se venden libros), me tuve que ir a librería La Central a ponerme como el tato. Cargué todo lo que pude (lo que me dejó la master card).

Sin apenas haber dormido una hora, me fui a clase a dar la perorata sobre el arte contemporáneo. Y después, aún sin haber descansado, se me ocurrió jugar un partido de fútbol que acabó a la una de la madrugada. Así estoy esta mañana, hecho cisco. Pero mentalmente renovado. Eso sí, el teléfono lo sigo cogiendo cada vez menos.

Comentarios

  1. Esto me recuerda a un buen amigo mío que se trajo, compradas mientras visitaba Stratford, las Obras completas de Shakespeare a España (además de otras obras de autores más o menos conocidos), y concretamente al Infausto Aeropuerto de Alicante (IAA).

    No hay duda de que el principal problema para un bibliófilo (que se digne de serlo) es el exceso de equipaje, ya, ya sé que también es el económico, pero en Inglaterra los libros están bien baratos en comparación con los precios-estafa de las librerías españolas.

    No fueron cinco ni diez kilos los que superaban el límite de 20 kilos por persona, para serle sincero la cantidad de kilos superó los 25, entre 6 ó 7 libras por kilo de más puede hacerse una idea... Prácticamente pódría pagar con ese dinero otro billete de avión.

    ¿Le ha ocurrido algún percance en este sentido?

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