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Melville y el Paco

Mientras leo emociado las últimas dos páginas del dietario de Vila-Matas, me saca de la concentración una voz que llega de la calle. Una chica habla por el móvil con tal griterío que comienzo a pensar que, en lugar de teléfono, utiliza megáfono. El caso es que, justo en el momento en el que Vila-Matas habla de la tumba de Melville, apenas tres párrafos antes de acabar el libro, tengo que frenar en seco mi lectura porque irrumpe en mi salón una frase que me deja totalmente descolocado: "oye, Inma, que me he tirado al Paco". Dejo entonces a Vila-Matas, a Melville, a Hart Crane y a toda la historia de la literatura y me intereso por la supuesta amante del Paco. Dice que ha esperado para contarlo hasta estar segura de lo que había hecho. Pero que ahora ya lo tiene claro: "qué fuerte, tía, me he tirado al Paco".

Después de esto, me da por reflexionar sobre las relaciones entre vida y literatura. Y pienso que, al contrario de lo que habitualmente creemos (que la literatura nos aparta de la vida), es la vida la que nos molesta y nos saca de la literatura. La vida, que aunque se reduzca a "tirarse al Paco", consigue apartarnos de la más increíble de las escrituras.

Comentarios

  1. Sólo se me ocurre que podías haberle tirado el volumen de Vila-Matas a la amante del Paco, a ver si se callaba en seco.
    Claro que, bien pensado, qué culpa tiene el pobre libro...
    Un sabia reflexión la tuya, bromas aparte.

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  2. Estuve en el Tate Modern y me acordé de usted y su conferencia sobre arte en el FA.

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  3. He de decir que me sorprende su comentario: "La vida, que aunque se reduzca a "tirarse al Paco", consigue apartarnos de la más increíble de las escrituras".

    Bueno, pues yo he de decir al respecto que, por lo general, siempre he utilizado la literatura para enseñarme mejores estrategias, mejores aproximaciones y mejores maneras de acercarme a la vida o de llegar a la frase que gritaba aquella desconcertada amante del Paco: "Tirarse al Paco". Lo siento pero no me parece ni mucho menos que eso sea algo reducido como afirma usted. ¡Como si fuera poca cosa TIRARSE AL PACO!!!! Ya quisieran muchas eh!!! Pero muchas!!!

    No lo olvide, tirarse al Paco (o a la Paca), follársela, comérsela, trincársela, cepillársela, meneársela, es lo que en el fondo intentamos todos cada día. No sé lo que encuentra usted en la literatura, la verdad, pero ójala que a mí me pasase mucho más eso que usted parece criticar: "que la vida (esto es: follarse a la Paca) me sacase de los libros".

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  4. Un poco de respeto, por favor

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  5. La verdad es que te comprendo...viviendo en los apartamentos en los que vivo, en los que las paredes están hechas de papel de fumar mojado, es habitual oír a alguien que "se ha tirado al Paco", o a Manolo, o está tan borracho que no sabe ni lo que dice.
    Y parece que cuando leo los oígo aún más...

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  6. Bueno, es que al Paco cuando se pone no lo conoces tu...

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  7. Qué suerte, yo no me lo pude tirar. Al Paco.

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  8. Una vez me acosté con una chica que tenía insertada una válvura mecánica en el corazón (creo recordar que era una válvula hardwick o algo que sonaba parecido). Me dijo que escuchara y al pegar la oreja al pecho oí un click click muy suave, tipo reloj suizo. Pero al ponernos al metisaca o caliqueño, poco a poco el reloj fue sonando cada vez más fuerte y se hizo audible y acabó casi como las campanas de nochevieja en la puerta del Sol, ya que se ve que se acoplaba al propio ritmo del body y se fue animando y encabritando.
    Qué extraño fue... porque follar, trincar, menear etc -como dice el anónimo-, básicamente es un modo maravilloso de burlarse de los relojes y evitar con una finta de cintura a la muerte y al paso del tiempo. Así como en un examen de matemáticas las horas parecen ser reyes asirios y se hacen eternas, sin embargo en la coyunda y los besos nos escapamos de su compañía y uno pasa segundos que no se marcan en las agujas. Por eso fue rara esa presencia de la muerte y el tic tac en medio del traca traca. Y fue bonito intentar que los gemidos no dejaran escuchar aquel marcar y pasar de las horas y la vida.
    Como en los libros.
    Por eso no veo que sean cosas, estimado anónimo, entre las que uno deba elegir como el asno de Buridan. Es el mismo tema el de la lectura y el de tirarse al paco o paca. En el libro también ganamos tiempo al tiempo y en una tarde sabemos lo que pasó en un siglo y los que han muerto vuelven a nuestro lado agazapados en las palabras, a reírse, soñar y hablarnos o a veces a besarnos y trincarnos.
    Hay un tic tac pequeño de los corazones mecánicos y uno grande que hace que nos salgan manchas en el dorso de la mano, que en el pelo nazcan canas (eso con suerte, si no nacen calvas del tamaño de la deforestación de la Amazonía). En fin, contra ese tic tac del olvido, del polvo (no del llamado también caliqueño sino del otro, del que cae sobre todo como la nieve en Siberia)tenemos al Paco pero también a Vila-Matas. La cosa es vivir la vida y acostarse acariciando lomos. Carnosos o librescos. Tanto da.

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