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Contrastes

Air Lingus, a pesar de su comprometido nombre, es una buena compañía aérea. Seria, cómoda y puntual. He tenido uno de los vuelos más placenteros de mi vida. El ajetreo ha venido después. Después de llegar a Dublín, he salido directamente para la ciudad de Navan, donde tenía que hablar en el Solstice Centre for the Arts de la exposición Estéticas Migratorias. Allí he tenido que improvisar una perorata en un inglés que empeora con el tiempo. Ahora mismo llego al hotel en Dublín, y estoy tan cansado que no voy a bajar a ver la ciudad. En lugar de eso, me voy a preparar bien la intervención de mañana, un día que también se plantea complicado. Y es que a las nueve, salgo para Belfast. Dos horas y media de tren. Allí la cosa sí que parece interesante. Diversos colectivos y asociaciones relacionadas con la política migratoria nos harán un tercer grado a Mieke Bal y a mí. Ya veré si salgo vivo. Y hablando de vivos, en la parte de la exposición que estaba en Navan, me he vuelto a confrontar con la obra en la que fugazmente aparece mi madre. He sentido que algo puntiagudo y ardiente me punzaba en la nuca y me erizaba todos los poros de la piel. No he podido resistir el llanto. Es extraño cómo las imágenes son capaces de contener tanta realidad. Y también cómo provocan la más grande de las frustraciones. Y es que, más que nunca, hoy, he maldecido que las imágenes no se puedan tocar.

Comentarios

  1. Querido mahn... igual es casi mejor que el tacto de las imágenes sea el del papel, y que con las lágrimas se convierta en papel mojado.

    Un abrazo.

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