Expiación
Cada vez tengo más claro que la Navidad, en lugar de alegría y gozo, es un tiempo de expiación y consuelo. Bien pensado, las pantagruélicas comidas familiares no responden a otra cosa que a la máxima de “penas con pan son menos”. Nos consolamos comiendo hasta la extenuación, cantamos villancicos para espantar nuestro mal, nos emborrachamos para olvidar las desdichas del mundo y compramos regalos para sobrellevar nuestro complejo de culpa.
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