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Menos es Más

José María Merino, La Glorieta de los Fugitivos (Minificción completa)
Páginas de Espuma, Madrid, 2007. 240 pp. 15 €

Microrrelato, minificción, minicuento, ficción hiperbreve... no parece estar demasiado claro cómo nombrar este género literario que transita entre el aforismo, la poesía, el haiku y el relato llevado a su mínima expresión (y a su máxima condensación). Lo que sí parece cada vez más claro es que, de un tiempo a esta parte, su uso se ha extendido hasta límites insospechados. Quizá los ‘tiempos que corren’, rápidos y veloces, en los que apenas tenemos tiempo para sentarnos a leer, han contribuido al éxito de las fórmulas breves. Y quizá por eso muchos son los escritores que han comenzado a cultivar este género ya no de modo subsidiario, como un apunte o un divertimento, sino como un fin en sí mismo.

Uno de esos escritores es José María Merino (A Coruña, 1941), cuya preocupación por los géneros chicos de la narrativa es conocida desde tiempo atrás. Aunque también ha cultivado la novela, el cuento ha sido sin duda el arma privilegiada para Merino. Un arma que, durante un tiempo, ha tenido incluso el estatus de resistencia, pues, aunque parece que las cosas comienzan a cambiar, el cuento ha sido un género más que marginal en la literatura española, siempre a la sombra de la novela y la literatura ‘de verdad’. Esta situación cambiante, se debe a la labor de escritores como Merino, pero también, y sobre todo, a la de editoriales como Páginas de Espuma, cuya decidida apuesta por el cuento nunca podrá ser valorada en su medida.

La glorieta de los fugitivos, el último libro de Merino, cuya publicación coincide con su novela El lugar sin nombre (Premio Torrente Ballester) compila prácticamente toda la minificción de José María Merino. Y como suele ser habitual en la obra de este escritor, sus textos transitan por el umbral de lo extraño y la fantasía del mundo cotidiano. Con una imaginación que apenas tiene rival en nuestro país, Merino sabe narrar como nadie ese mundo inquietante que nos rodea y que no siempre vemos. El mundo de los sueños que se convierten en realidad, o de la realidad que se convierte en sueño, y el mundo inconsciente de los terrores que nos acechan y se mezclan con nuestras rutinas. La maestría de Merino en las distancias cortas se muestra en el uso de la condensación y el apunte como elementos creadores de la narración. Narración que muchas veces se reduce a una imagen o a una sensación, y sobre todo que trabaja con el fuera de campo, con aquello que está más allá de los límites de la escritura. Los relatos vienen de un lugar que tenemos que imaginar y caminan hacia otro que tenemos que construir. Al final, el lector tiene la última palabra para cerrar la historia, aunque la mayoría de las historias no pueden ser cerradas del todo. Y ésa es otra de las claves del hacer de Merino, el trabajo con la contradicción y con la idea de que las cosas no tienen por qué casar, que, como la vida misma, no todo tiene una explicación aceptable, ni recomendable.

Muchas veces uno lee microrrelatos creyendo que su lectura va a ser fácil y rápida. Pero los de Merino, precisamente por dejar tanto fuera, obligan a pararse y reflexionar un poco, obligan al lector a reconstruir lo que ha leído, a darle un sentido. Por eso pueden llegar a engañar. Breve no significa rápido. Y en la mayoría de las ocasiones, como sugirió el arquitecto Mies van der Rohe, ‘menos es más’. En este sentido, las reflexiones sobre el género, que, en forma de minificciones, el propio Merino sitúa al final del libro, arrojan muchísima luz a la práctica y la teoría del cuento breve. Como muestra, un botón: ‘Si supierais lo que he menguado –dijo el relato, y terminó’.

[Publicado en El faro de las letras, 9/11/2007]

Comentarios

  1. Me lo apunto en la "wishlist" para estas Navidades.

    Ya nuestro común amigo DJ Chancellor ;-) me regaló hace unos años un libro de microrrelatos de terror, fantasía y ciencia-ficción y lo considero como, posiblemente, el mejor libro que me han regalado jamás.

    Lo peor es que últimamente siento impulsos de atreverme con este género chico... y lo peor es que hasta se me ha ocurrido título para una recopilación de estos textos!!!

    Yo, como siempre, cimentando por la buhardilla.

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