Come Back
Regreso de Londres con ocho horas de retraso, las rodillas rotas (no voléis con Flymonarch si superáis el 1'20 de estatura) y el estómago destrozado (no se os ocurra comer en St. John's).
Frieze no tiene nada que ver con Arco. Está a años luz. Allí uno tiene la sensación de estar viendo el arte en tiempo real. Además, es abarcable. Es un buen espejo para mirarse. Yo salí con la sensación de que todavía hay cosas interesantes en el mundo del arte. No tuve (al menos no demasiado) ese déjà vu que me asalta todos los años en Arco.
Luego, en la Tate pude ver la intervención de Doris Salcedo en la Sala de Turbinas. Sencillamente impresionante. Doris Salcedo es una de las artistas más serias del panorama actual, y lo que ha hecho allí (una serie de grietas en el suelo) me ha sorprendido muy gratamente. Todo lo contrario de la expo de Mathew Barney en la Serpentine Gallery, decepcionante a más no poder.
Aunque apenas he tenido tiempo de ver nada, sí he podido sacar unos minutos para dejar temblando mi bolsillo en librerias varias. No he comprado demasiados libros, menos de veinte, pero las libras valen lo suyo.
Lo mejor del viaje fue, como casi siempre, la gente. Los amigos encontrados y los nuevos conocidos. En ese sentido, sobre todo, las ocho horas de Gatwick y las dos horas y media de estrecho confinamiento han sido más que productivas.
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Frieze no tiene nada que ver con Arco. Está a años luz. Allí uno tiene la sensación de estar viendo el arte en tiempo real. Además, es abarcable. Es un buen espejo para mirarse. Yo salí con la sensación de que todavía hay cosas interesantes en el mundo del arte. No tuve (al menos no demasiado) ese déjà vu que me asalta todos los años en Arco.
Luego, en la Tate pude ver la intervención de Doris Salcedo en la Sala de Turbinas. Sencillamente impresionante. Doris Salcedo es una de las artistas más serias del panorama actual, y lo que ha hecho allí (una serie de grietas en el suelo) me ha sorprendido muy gratamente. Todo lo contrario de la expo de Mathew Barney en la Serpentine Gallery, decepcionante a más no poder.
Aunque apenas he tenido tiempo de ver nada, sí he podido sacar unos minutos para dejar temblando mi bolsillo en librerias varias. No he comprado demasiados libros, menos de veinte, pero las libras valen lo suyo.
Lo mejor del viaje fue, como casi siempre, la gente. Los amigos encontrados y los nuevos conocidos. En ese sentido, sobre todo, las ocho horas de Gatwick y las dos horas y media de estrecho confinamiento han sido más que productivas.
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Tantos libros y tan pocas libras...
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